Recientemente se han publicado distintos artículos diciendo que los millennials tienen poco sexo, que les aburre o no les interesa el sexo. Claro, con esos títulos es factible que a muchas personas les interese. Los millennials se han convertido (nos hemos convertido) en la generación más odiada del momento. Sin trabajo, sin estudios, resentidos, delicados y orgullosamente veganos; si a alguien de la generación X le dijeran años atrás que así serían sus hijos, seguramente creería que se trata de una pesadilla. Por eso, escuchar que el sexo, ese glorioso escape de una triste realidad es algo de lo que esta generación se está privando, parece ser relevante a nivel mundial.
Lo que más destaca, y lo que le da título a los encabezados, es el número de parejas sexuales que los millennials tienen en comparación con las generaciones pasadas. Mientras un joven de la generación X tenía 10 parejas sexuales en promedio a los 25 años, los millennials tienen ocho. Otra cosa: existe el doble de probabilidad que un joven de 18 años sexualmente activo no vuelva a mantener relaciones sexuales por varios años que en el pasado.
“Al no cumplir las expectativas, el cerebro no responde de la manera tradicional y en lugar de la erección, viene la desilusión”.
Todo esto tiene distintas razones y teorías, pero no es algo nuevo. Mientras la generación X tuvo 10 parejas sexuales, la generación anterior tuvo 11, y lo más sorprendente aún, la generación anterior a esa tuvo solamente cinco. Muchas cosas se deben al contexto, y estas son algunas de las razones por las que hoy, parece que los jóvenes tienen menos sexo que antes.
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Enfocados en su trabajo
La cultura emprendedora y de éxito no es algo que los jóvenes inventaron, se les inculcó desde niños, por lo que al llegar a la universidad (ese momento de ser máquinas hormonales dedicadas a la búsqueda de sexo y nada más), las prioridades son diferentes a las de hace algunos años. Más presión por ser exitosos significa menos tiempo para socializar, menos interés en mantener una relación estable que a pesar de prometer amor y sexo, interfiere con metas más importantes. Citando a Tony Montana: “…
you gotta make the money first. Then when you get the money, you get the power. Then when you get the power, then you get the women”.
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Enfermedades
A pesar de que la generación X creció con el miedo del SIDA mucho más apegado a su realidad que los millennials, los últimos optan más por la abstinencia que por el sexo seguro. No se trata de estigmatizar una enfermedad, sino todas las que, desde los primeros años de primaria, son explicadas a detalle con el fin de instruir, pero que también terminan asustando.
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Comienzan después
Las estadísticas muestran que mientras en 1991 el 54.1% de los adolescentes ya era sexualmente activo, en 2013 solamente el 46.8% lo era. Además, la generación X tenía relaciones sexuales aproximadamente dos años antes que los millennials.
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Miedo a los sentimientos
Gran parte de la cultura actual está enfocada en los sentimientos, en la capacidad de lastimar a alguien psicológicamente o de ser heridos de la misma forma. Por esa misma razón muchas personas deciden evitar el sufrimiento, algunas no quieren volver a pasar por lo mismo y deciden no tener relaciones sexuales a menos de que sea con alguien con quien mantienen una relación estable, pero eso nos regresa al punto número uno, las relaciones formales se evitan por la búsqueda del éxito.
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Tecnología
Las expectativas irreales de una pareja, la comodidad de socializar en Internet y no en persona, nos han vuelto propensos a olvidar lo que significa el contacto real. La capacidad de poder dar una imagen distinta a lo que realmente somos, de crear perspectivas altas que tal vez nunca se deban poner a prueba, hacen que la pantalla sea un medio mucho más sencillo para vivir la sexualidad. Japón lleva la ventaja, allá muchas personas prefieren comprar juguetes con tecnología de punta antes que buscar intimidad con otra persona, pero la tendencia parece indicar que pronto Occidente puede ser parte de esas costumbres.
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Videojuegos
Parte de la tecnología, pero un punto completamente aparte. Antes los adolescentes no tenían mucho que hacer e invertían gran parte de su tiempo en encontrar la forma de poder escapar con su pareja y tener sexo en el primer lugar que se pudiera, hoy se cree que que el 75 % de los jóvenes que no tiene en qué perder el tiempo, se dedican a jugar videojuegos, evitando así esos momentos de adrenalina e intimidad.
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Mayor uso de antidepresivos
Los cuidados excesivos, los fraudes farmacéuticos, los tratamientos psiquiátricos… cualquiera de esas cosas ha logrado que hoy las personas sean medicadas desde la infancia. Una gran dosis de estupefacientes desde una tierna edad ha llevado a la disminución del deseo sexual. El libro “Taipei”, de Tao Lin, una de las figuras que ejemplifica a la perfección a los millennials, muestra a un hombre sin interés por la vida real, que prefiere vivir en Internet mientras consume todas las pastillas posibles, no para viajar a otros mundos, sino para entumecer lo que ve, siente y piensa.
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Pornografía
Antes eran revistas y películas, y conseguirlas suponía correr un gran riesgo. Hoy, los adolescentes pueden ver cualquier tipo de pornografía desde la comodidad de sus teléfonos. Esto ha desembocado un desinterés por el sexo real, que parece perder la magia. Claro, todos pueden opinar que es una cuestión estúpida, pues el contacto con otro cuerpo es lo que hace una verdadera experiencia sexual, pero cuando pasas toda la vida pegado a una pantalla, los límites y paradigmas se rompen, y eso se ve mucho más real y llamativo que tener a una persona frente a nosotros.
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Disfunción eréctil
El problema anterior ha llevado a muchas personas a tener expectativas muy altas cuando se enfrentan a una relación sexual. Se han acostumbrado a cierto tipo de imagen y se acercan con la expectativa de vivir lo que vieron en los videos pornográficos. Al no cumplir las expectativas, el cerebro no responde de la manera tradicional y en lugar de la erección, viene la desilusión.
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No les importa lo que piensen los demás
Antes el sexo antes del matrimonio era estigmatizado, dando como resultado rebeldía entre los jóvenes, quienes por probar un punto incurrían a hacer todo lo contrario. En la actualidad, la aceptación de que el sexo antes del matrimonio es válido hace que nadie tenga algo que probar.
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La sexualidad aún es uno de los temas de mayor interés para las personas, por eso, aunque parezca que los millennials tienen menos sexo, seguramente es cuestión de tiempo antes de que las cosas cambien de nuevo. Después de esto tal vez te interese leer los errores que las mujeres cometen en el sexo, y por su puesto, también los de los hombres.
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Fuentes:
The Week
Quartz
Washington Post