Aun cuando pensemos que nuestra vida escapa de los preceptos cristianos, no es así; en gran parte, nuestros días están configurados por una moral apegada a los principios religiosos más famosos del mundo. Por más que intentemos escapar de ellos, siempre sirven como recordatorio, o incluso como un buen freno, para nuestros arranques. De lo contrario, podríamos terminar en alguno de esos círculos infernales que ilustró Dante Alighieri en la “Divina Comedia” y tomarle como morada fantástica para nuestras fijaciones.
No podemos olvidar tampoco esa maravillosa personificación de los pecados en “Fausto”; sobre todo, en la versión de Christopher Marlowe, quien dota a estos actos de cuerpo y voz para seducir al científico que terminará por vender su alma al diablo. Esos instintos que se apegan más a la naturaleza del ser humano han permanecido a lo largo de la historia como si fueran seres verdaderos y tangibles que se esconden bajo la cama, esperando a que bajemos un pie para arrastrarnos a su servicio.
Esos seres han sido representados en cada época de acuerdo a las posibilidades existentes y al alcance; pinturas, obras de teatro, películas, fotografías y demás manifestaciones artísticas han servido como espacios para el estudio y crítica de su presencia persistente en nuestra vida. Uno de esos soportes privilegiados para la ilustración de los pecados y que mayores resultados ha obtenido es el de las letras; cuentos, novelas y narraciones en general, ocasionalmente toman las pasiones humanas como protagonistas que todo lo absorben y todo lo disuelven.
Hay libros que no abordan en específico o de manera obvia estos temas, pero hemos elegido siete títulos que plasman en lenguaje literario cada pecado de forma única. Títulos que, en su particularidad, exploran los alcances del desenfreno humano y se ven ligados por su problemática a cada máxima falta moral de nuestra sociedad.
Pereza: “El extranjero”, Albert Camus
En este libro, la pereza toma su forma más abrupta como lo es la apatía; Meursault es un protagonista que se mantiene ajeno y hasta cierto grado conforme con esa vida llena de resbalones. Un hombre que no piensa mover ni un solo dedo para ir en contra de su destino, ese sino (creado) al que parece haberse entregado sin problema.
Lujuria: “Anna Karenina”, Leon Tolstoi
La máxima exponente de cómo el deseo puede quebrar no sólo la vida de los involucrados, sino transformar el mundo entero de los que rodean a dicho escándalo. La protagonista de esta historia rusa es el ejemplo ideal de un amor mayormente guiado por la excitación que por el sentimiento simple del corazón.
Gula: “Afrodita”, Isabel Allende
La autora chilena hace de este libro una especie de recetario novelizado en el que se funden las ganas por vivir, por amar y por comer. Las recetas que en su libro aparecen son resultado de un legado irremplazable por parte de la abuela de la escritora, y de sueños que ella misma tuvo; por ejemplo, conocer a Antonio Banderas y después devorarlo en un taco.
Ira: “Tempestades de acero”, Ernst Jünger
Inspirado en sus memorias de guerra, el autor explora y da un fiel retrato de las atrocidades a las que uno se ve obligado en algún punto de la vida a hacer. Este escenario bélico de heridas y conflictos armados es el ejemplar para una situación de ira sin motivo y violencia exacerbada.
Soberbia: “Orgullo y prejuicio”, Jane Austen
La personalidad de ambos protagonistas en esta historia los acerca mucho más a la soberbia, verdadera y única cara de los sentimientos expuestos en el título de la novela; eso sin dejar de lado que Darcy es el principal sujeto despreciable en sus líneas por estas actitudes y muchos de los personajes del libro no están exentos de presentarse de la misma manera.
Avaricia: “El jugador”, Dostoyevski
Este libro contiene toda una serie de actos deplorables, pero ésta puede ser resumida en una sola palabra: avaricia. Las líneas de dicha narración están plagadas de agresividad, tensión y humillación, las cuales enfrascan ese veneno que invadió al cuerpo del protagonista; quien puede ser comparado con el autor, presa real del juego y sus terribles consecuencias en la salud y el amor.
Envidia: “Mujeres de ojos grandes”, Ángeles Mastretta
Este compendio de narraciones por la autora de “Arráncame la vida” muestra a mujeres en diversos contextos y con diferentes sueños, haciendo latentes los sentimientos indisociables de la raza humana; en nuestro caso y de relevante predominancia, el de los celos o la envidia hacia otra persona a quien le pertenece algo lejano a nuestras posibilidades.
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