Según diversos estudios el porcentaje de hombres mayores de 20 años que ve pornografía está cerca de alcanzar el 70 %. En primer lugar, dos de cada tres usuarios en sitios porno son hombres, 2.5 miles de millones de correos electrónicos contienen pornografía, 25 % de las búsquedas en Internet están relacionadas con el mismo tema y 35 % de las descargas en la red son películas o clips pornográficos. Todas estas estadísticas no eximen a hombres comprometidos o con alguna relación, pues aún los que gozan de una pareja forman parte de estos porcentajes.
¿No le gusto suficiente?, ¿ya no lo excito como antes?, ¿se habrá aburrido de mí?, ¿no me ama, soy pésima en la cama?
Todas esas dudas rondan la cabeza de cientos de mujeres que en algún momento de su relación descubren que su pareja ha estado viendo porno con recurrencia. Por un lado es cierto que el instinto masculino los lleva a hacer uso de otros medios, como los digitales, para experimentar su sexualidad. Pero también es una realidad que después de cierto tiempo, 6 meses según algunos expertos en sexología y psicología, la pasión entre la pareja se disipa.
Este cambio no debe ser negativo en su totalidad, pues se trata de una oportunidad para reinventar la vida sexual de ambos. A través de distintos métodos, cambios en la rutina o experiencias novedosas, las parejas pueden reencontrar esa parte que los unió con tanta fuerza al principio. Su energía sexual puede recargarse a partir de nuevas prácticas que propicien placeres emocionantes para ambos, tal vez les parezca algo atrevido o incómodo, pero al final esta innovación reavivará el erotismo que sientes que se ha perdido.
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Comienza con algo sutil, una frase o palabra que no te haga sentir incómoda.
“He estado pensando en ti todo el día y la noche que pasamos juntos…”
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Motívalo a fantasear con un segundo encuentro y plantéale algo diferente a lo que hicieron la última vez.
“¿Te gustaría que nos viéramos de nuevo? Tengo ganas de hacer algo diferente…”
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Recuérdale qué te gusta y déjale claro cómo disfrutas más.
“Me encantó que me tocaras así y también me gustaría que recorrieras todo mi cuerpo con tu boca…”
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Pregúntale qué es lo que a él le gusta y cuánto desea estar contigo.
“¿Dónde te gusta que ponga mis manos, disfrutas estar dentro de mí?”
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No olvides que el dirty talk funciona antes, durante y después de que él termine.
“Me encanta lo que me haces sentir…”
“Lo que hiciste con tu lengua fue increíble…”
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Alterna algunas frases con palabras sueltas y/o gemidos, pero jamás intentes fingir.
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Deja que él también aplique el dirty talk contigo.
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Crea un poco de misterio y motívalo a nunca querer detenerse.
“Voy a dejar que hagas conmigo todo lo que quieras…”
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De acuerdo con tus preferencias y las de tu pareja deben estipular desde un inicio con qué tipo de dirty talk jugarán.
Soft-core: va desde frases dulces, declaraciones románticas y palabras tiernas, hasta peticiones atrevidas.
Hard-core: involucra palabras más fuertes, la imaginación rige cada frase y nada está peleado con las groserías o los términos soeces.
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No olvides que esta práctica se trata de un juego que ambos deben disfrutar y como en todo, el dirty talk también tiene límites, mismos que ustedes deben determinar.
El dirty talk no es ningún descubrimiento actual, pero sí se trata de una opción a la que no muchas mujeres acuden cuando intentan revivir la pasión. Por otro lado, una mujer que sabe lo que quiere no temerá usar “frases sucias” para enloquecer a un hombre a través del lenguaje. Esta táctica es tan poderosa como el mismo sexo, pues se trata de estimular a la pareja a través de las fantasías o los recuerdos que resulten de esas palabras.