El cine es una expresión artística y visual que ha servido y sirve como una plataforma para la manifestación de ideas, sueños y fantasías que, por el alcance del medio, terminan por convertirse en colectivas.
Los géneros cinematográficos varían en cuanto a popularidad y temática, pero, sin duda, todos ellos cuentan con un público cautivo que goza y disfruta de cada nueva producción. El cine pornográfico, si bien continúa causando cierto resquemor en las buenas conciencias, es hoy por hoy una expresión más del séptimo arte, y aunque actualmente existen grandes compañías dedicadas a la filmación de este género, con presupuestos millonarios que a su vez generan una derrama económica bastante considerable, grandes equipos de producción y postproducción, actores y actrices que viven envueltos en el lujo y el glamour, es un hecho que esto no siempre fue así, al menos no a los niveles actuales.
Existen personas quienes con añoranza afirman que todo tiempo pasado fue mejor, y recuerdan con nostalgia el ayer; lo anterior bien podría aplicarse para quienes aseveran que el cine porno actual ha perdido la magia que poseían las antiguas producciones pornográficas, muchas de ellas con un limitado presupuesto pero, eso sí: con mucho talento por parte de los involucrados en su realización.
Todo tiene una época de oro, y la industria del porno no es la excepción, eso lo sabe muy bien la fotógrafa Barbara Nitke, quien durante los años 1982 y 1991 realizó distintas fotografías que han estado en exposición en Reino Unido.
Sus fotografías son parte de la cruzada que ha emprendido para defender la libertad de expresión, lucha que no le ha sido sencilla pero sí bastante gratificante. Las fotografías de Barbara muestran una estética erótica, casi poética, una mirada tras bastidores con ciertos aires de abandono y dejadez que muestran un aspecto distinto de la forma típica con que comúnmente entendemos al cine pornográfico.
La realidad detrás de esas fotografías parece complementar el aire nostálgico que de ellas emana: arduas grabaciones en condiciones rudimentarias en las que el glamour queda de lado, una realidad detrás de cámaras que ha quedado plasmada en un libro en gran formato que lleva el nombre de la exposición: American Ecstasy, y con el que Barbara Nitke ha permitido al gran público echarle un vistazo a la edad dorada del cine porno estadounidense, recorrido que se hace de la mano de los actores y actrices pioneros del género.
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