Antes de que Photoshop existiera, el montaje de fotografías era un trabajo mucho más arduo del que podemos imaginar. Hoy, con las herramientas digitales, los retoques y filtros permiten que una imagen sea bastante creíble con un trabajo muy simple. Antes quedaban pistas que ayudaban a encontrar la falsedad de las imágenes, por eso es sorprendente el trabajo de alguien como Alfred Gescheidt y sus fotomontajes extremadamente delicados.
Es una suerte que el artista se haya dedicado a crear imágenes oníricas y divertidas, pues de otra forma habría podido trabajar para el gobierno dedicándose a retocar fotos históricas y cambiar el discurso oficial a complacencia de altos mandos. Alfred Gescheidt fue un genio artístico desde el principio. Asistió a las mejores escuelas de arte de Nueva York de las que se graduó con honores, y a los 24 años ganó el 4º lugar en fotógrafos jóvenes de la revista LIFE.
El trabajo de Gescheidt tuvo distintas etapas. Dejo el fotoperiodismo y comenzó a estudiar fotografía publicitaria sin dejar de lado la experimentación artística. Estos dos pilares, arte y publicidad, hicieron de su obra algo extremadamente llamativo. Líneas paralelas con muchas similitudes pero grandes diferencias que Gescheidt entrelazó y dio paso a una publicidad altamente artística. Obviamente es imposible no referir a Andy Warhol o David LaChapelle, pero las fotos de Gescheidt funcionan en un campo mitad conceptual mitad pictórico. Una de sus series más famosas fue la campaña antitabaco llamada 30 ways to stop smoking.
La técnica para realizar los fotomontajes era increíblemente precisa y todos querían saber cómo lograba distorsionar la realidad de forma tan poética al entrar en un cuarto oscuro. La obra de Alfred Gescheidt es imposible de encasillar, pero tiene ciertos elementos que resaltan rápidamente. El surrealismo es uno de ellos. Howard Chapnick lo describió como alguien superior a Man Ray por su ingenuidad, locura, extroversión y humor. Mientras que John Durniak del New York Times dijo que era el Charlie Chaplin de la cámara o la fotografía.
Irónico, gracioso, espeluznante, surrealista, intrepido y más. Alfred Gescheidt supo combinar el arte con lo que visualmente podía agradar al público, pero sin hacerlo necesariamente cargado de belleza. Sus fotografías son consideradas entre las más importantes de los fotógrafos estadounidenses del siglo XX y a pesar de que lo que hace no tiene una carga política o social muy fuerte (elemento que siempre consideran para ver la trascendencia de los artistas con el tiempo), sus piezas explotan el imaginario gracias a sus metáforas e ironías.
Te puede interesar: Robert Mapplethorpe y la sexualidad liberada
***
Fuente:
High Pictures