El fetichismo es definida por la RAE como una “desviación sexual que consiste en fijar alguna parte del cuerpo humano como objeto de la excitación y el deseo”. El cine no está exento de esta “desviación”. De hecho está presente en el mundo y visión de directores que muestran sus fetichismos a lo largo de su obra, lo que hace que su sello de autor esté presente. Te presentamos los fetiches de directores de cine que son a veces fáciles de notar… y a veces no tanto.
Las rubias de Hitchcock
El fetichismo de Alfred Hitchcock, más allá de verse en el lenguaje formal, se entendía por la obsesión que tenía por las actrices rubias: “Las rubias son las mejores víctimas. Son como la nieve blanca donde se ven las huellas de sangre”. Debían tener un cabello platino, ser un poco frívolas aunque a la vez inteligentes y mostrar clase y elegancia. Sus rubias más famosas son Grace Kelly, Kim Novak, Ingrid Bergman y Tippi Hedren. Cada una de ellas tuvo una relación distinta con el director que se piensa desahogaba sus frustraciones sexuales cuando las dirigía en el set.
Luis Buñuel y las piernas
Buñuel estaba obsesionado con las piernas y los pies. En Él (1953) relaciona esta obsesión con los ritos religiosos cuando retrata el lavatorio de los pies. En la mayor parte de su obra hay una fijación sexual por las extremidades inferiores en las que se muestran pies desnudos, medias y zapatos de tacón. En Los olvidados (1950) Meche se lava las piernas con leche de burro y en Tristana (1970) se ve el clímax de esta obsesión, pues presenta la historia de una mujer que tiene sólo una pierna.
Los pies de Quentin Tarantino
Tarantino tiene una fijación con retratar pies. Una de las secuencias que más definen su fetichismo es en From Dusk till Dawn (1996) de Robert Rodríguez cuando él lame los pies de Salma Hayek. Tarantino como director rinde constantes homenajes a los pies, ya sea para hacer énfasis en la trayectoria que sigue un personaje o como momentos de interacción -y coquetería- entre los protagonistas. De hecho también evoca este fetiche en conversaciones como en Pulp Fiction (1994) en la que se mantiene un diálogo sobre un mafioso que había asesinado a uno de sus secuaces después de haberle hecho un masaje de pies a su pareja.
Martin Scorsese y Nueva York
Aparte de presentar a rubias hace uso de efectos de slow motion. Pero lo que ha sido más recurrente en su filmografía es usar Nueva York como set para sus películas. La presenta como un lugar con personalidad propia, con oscuros rincones llenos de sorpresas y como caldo de cultivo para cualquier organización criminal. Su obra que da cuenta de esto, sin duda es New York, New York (1977). A pesar de haber realizado gran parte de sus películas ahí, Scorsese aún muestra un Nueva York distinto en cada uno de sus filmes. Será mucho más fácil enlistar cuáles son las películas que no ha filmado en esa ciudad.
Tim Burton y lo gótico (y Johnny Deep)
En el cine de Burton identificamos el uso de colores oscuros con el contraste de colores claros, personajes melancólicos desaliñados y un romance oscuro latente en gran parte de su filmografía. Pero su fetiche más recurrente es Johnny Deep, quien ha aparecido en 8 de sus 17 películas. Aunque Burton es un director talentoso, probablemente debería ser más sutil con sus obsesiones pues pueden resultar caduca en su lenguaje formal y predecibles en la narrativa y la imagen.
Pedro Almodóvar y el sexo
Almodóvar a lo largo de su filmografía se ha caracterizado por presentar personajes de mujeres fuertes y transexuales. También incluye recurrentemente violaciones, sexo y fetiches sexuales. En la Piel que habito (2011) el eje es el fetiche sexual de un cirujano plástico que está obsesionado con crear una piel perfecta -a prueba de fuego- experimentando con el cuerpo de un hombre al que convierte en mujer. El filme explora el deseo sexual del cirujano por esta mujer a la que quiere ver como su esposa fallecida.
Kubrick y los baños
En muchas de las películas de Kubrick hay escenas en el baño. En la mayoría ocurren cosas importantes para el argumento, no son gratuitas. Las más famosas son las que aparecen más de una vez en el macabro hotel de El Resplandor (1980), que son las que provocan mayor terror. En La Naranja Mecánica (1962), por ejemplo, Alex canta en la regadera “Singing in the Rain” en la casa de la mujer a la que violó con su pandilla.
Guillermo del Toro, los bichos y el lodo
Desde su primera película Cronos (1993) presentó su extraña fascinación por los bichos y el lodo. Si el contexto de sus películas no da para incluirlos, entonces pondrá monstruos que hagan referencia a insectos gigantes como en Hellboy (2004). El Laberinto del Fauno (2006) es la película que da más cuenta de este fetiche pues los insectos, monstruos, criaturas fantásticas y un sapo enlodado juegan un papel clave y activo en el argumento y en la resolución. “Los insectos son los seres favoritos de Dios”, afirmó el cineasta.
Cineastas de mundos fascinantes donde con sutileza, la mayoría, incluyen sus fetiches más personales para mostrar su sello artístico (y psicológico) que fortalece su cine de autor. El fetiche tiene sin lugar a dudas un valor especial para los directores que nombramos y que a veces pueda resultar extraño, da cuenta de su genialidad.
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Fuente:
Whatculture