Capturar la sensualidad femenina es un arte. No basta con desnudar el cuerpo y preparar el obturador para creer que se puede robar la esencia de la mujer. No se trata de enseñar pezones, vello púbico rasurado, las caderas anchas ni delimitar las nalgas con una diminuta tanga. En aquella anatomía, causa de nuestra perdición y detonador de las fantasías más profundas, se esconde el resultado de miles de millones de años que han moldeado el milagro de la vida en forma de mujer. No importa si es una modelo, una mujer que gusta de posar de manera ocasional o una chica tímida que se desviste por primera vez frente a la cámara, la clave de la fotografía no será la cantidad de piel mostrada, la vagina o los senos al descubierto ni una pose sugerente.
El secreto de la fotografía que roba suspiros y enciende las pasiones más profundas consiste en capturar la seguridad de una mujer respecto a su anatomía, aquella que se logra al aceptar su perfección imperfecta. Una idea que nos remite a las fotografías del artista ruso Igor Koshelev, quien desde hace seis años se dedica a fotografiar la belleza nacional. Con muestras de su trabajo en múltiples exposiciones eróticas en su país natal, Koshelev se ha convertido en un fotógrafo emergente con una presencia importante en redes sociales, y alabado por quienes disfrutan de los paisajes femeninos que se dedica a retratar.
La elegancia de sus fotografías consiste en una combinación entre la luz y la sensualidad de las mujeres que posan para su lente. Aunque la belleza femenina es uno de los tesoros mejor conservados de Rusia, la capacidad de Koshelev consiste en mostrar mujeres seguras de sí mismas, confiadas de la sensualidad de sus cuerpos y en pleno gozo de su sexualidad. Es a través de esa seguridad femenina, que conlleva posturas sugerentes o el detalle de los atributos femeninos, que el fotógrafo despierta los instintos más bajos del espectador ante los cuerpos tallados en mármol de las modelos. Cuerpos cuidados, moldeados casi hasta la perfección y el detalle que nuestra propia corporeidad permite.
Las fotografías del oriundo de San Petersburgo despertarán opiniones divididas. Por un lado, habrá quien halague el trabajo erótico de Koshelev y celebre su capacidad de capturar la sensualidad femenina a través de la fotografía, pero también habrá opiniones que lo menosprecien bajo argumentos “pornográficos”. Además, como suele suceder con trabajos eróticos plasmados a través de la fotografía, los cuerpos de mármol despiertan críticas respecto a cuán reales son las mujeres retratadas, pues podría argumentarse que se trata de modelos con cuerpos súper ejercitados o manipulados a través de cirugías. Al respecto, cabe señalar que el fotógrafo ruso no busca mujeres cuyas medidas encajen con los cánones de belleza del mundo Occidental, pues sus fotografías demuestran que la sensualidad de la mujer radica en la percepción que ésta tenga de dicho concepto. Por el contrario, el fotógrafo ruso retrata mujeres que disfrutan de su feminidad, con las características que ésta tenga: senos pequeños o grandes; nalgas redondeadas o levantadas.
Las palabras sobran y los suspiros abundan al explorar el trabajo de Igor Koshelev, a quien puedes seguir en Instagram, Facebook, Tumblr y su página oficial. Todas las imágenes pertenecen a Koshelev.
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