“Y somos como somos: idénticos, sin cambio, extensos y desnudos como el azul en el temblor del aire”.
–Jorge Debravo
Cuenta la leyenda que hace incontables lluvias, en el mundo sólo había un espíritu que habitaba en el cielo. Ngnechen, aburrido de la monotonía, decidió comenzar una gran obra que daría vida. Con la ayuda de la Luna creó una criatura a la que decidió llamar Lituche (hombre del comienzo). Cuando la terminó, la sostuvo entre los brazos y decidió lanzarla a la Tierra. Fue tan fuerte el impulso que el pequeño golpeó al caer. Su madre, asustada, abrió una ventana para ver que estuviera bien. Esa ventana es Kuyén, la Luna, quien desde entonces se dedica a cuidar el sueño de todos los hombres. Ngnechen, guiado por la curiosidad, también quiso ver qué sucedía. Abrió otra ventana y entonces nació Antú, el Sol. Éste tenía la misión de darles calor a los hombres.
Cuando Lituche creció se percató de que no quería estar solo. Miró al cielo y le dijo a su padre que no merecía vivir sin nadie a su lado. Ngenechen se compadeció de él y decidió mandarle una compañera.
Había una estrella en el cielo que brillaba más que cualquier otra, una estrella que lo inspiró en su siguiente creación. La tomó y de ella modeló a Domo. Cuando terminó su obra extendió los brazos y la dejó caer con delicadeza. Una mujer de cuerpo delicado cayó sobre la Tierra. Estaba completamente desnuda y tenía mucho frío. Para calentarse recorrió la Tierra y sus rincones. Con cada paso que daba, una fina hierba crecía bajo sus pies. La mujer de suave figura alegró el planeta con sus cánticos. Entonces, mariposas salieron de su boca. El sonido melodioso llegó a oídos de Lituche, quien corrió a su lado.
–Yo soy Domo la mujer, estaremos juntos y haremos florecer la vida amándonos.
–Así debe ser, juntos llenaremos el vacío de la Tierra, respondió Lituche.
La leyenda mapuche habla del origen de los tiempos, en donde el primer hombre y mujer se amaron tal como eran. Desde el comienzo estuvieron felices de verse el uno al otro. El hombre deseó una compañera y la tuvo. Un alma delicada y de fina figura.
La figura femenina ha sido fuente de inspiración para muchos, tomándola como modelo para plasmarla en distintas creaciones. No es de sorprender que muchos fotógrafos hayan decido retratarla en su estado más puro.
En las imágenes del fotógrafo polaco Radoslaw Pujan se puede ver la figura femenina tratada con elegancia y delicadeza. La mayor parte de su trabajo toma como escenario Polonia, Francia y Bélgica, países en los que Pujan ha creado historias y capturado las bellezas del mundo. Son fotografías eróticas que nos muestran la fuerza que hay en cada mujer.
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