“Ver las cintas me forzó a finalmente ver a mi hijo del modo en que el resto del mundo lo veía. Con razón pensaban que era un monstruo”.
-Sue Klebold
Somos capaces de soportar la muerte de alguien, es doloroso; podemos soportar la muerte de los padres, es natural; la muerte de los hijos es algo inconcebible, pero para Sue Klebold la tarea fue aún peor; ella tuvo que soportar la noticia de la muerte de su hijo después de que éste participó en el asesinato de trece personas para después voltear el arma en contra suya y dejar este mundo en la biblioteca de su escuela.
https://www.youtube.com/watch?v=yCqlcG_ZmwE
Han pasado 17 años desde que dos jóvenes de 17 años entraron a su preparatoria en Columbine, Colorado y asesinaron a 12 estudiantes y un profesor para después suicidarse. Este evento desencadenó una serie de masacres que no han tenido fin en Estados Unidos, pues cerca de ocho tiroteos han sucedido desde entonces alcanzando números alarmantes. En 2007, Seung-Hui Cho mató a 32 personas antes de suicidarse, convirtiéndose en el asesino solitario con más numero de víctimas en la historia de ese país. Un tema profundamente delicado que ha sido abordado en todo el mundo y sobre el que muchos expertos han opinado al respecto, pero es hasta ahora que podemos ver un nuevo e importante punto de vista, el de la madre de Dylan Klebold, uno de los asesinos.
Sue Klebold es madre del fallecido Dylan, y desde el fatídico 20 de abril tuvo que refugiarse del público en general. 17 años después se pone bajo los reflectores al publicar el libro “A Mother’s Reckoning: Living in the Aftermath of Tragedy”. En este libro, cuenta todo lo que sucedió y lo que desencadenó ese evento en su vida. Un infierno en la tierra, pues además de perder a su hijo, tuvo que soportar la imagen con la que el resto del mundo lo recordaba, la de un monstruo desalmado, loco. Su libro va más allá de ser un simple recuento histórico desde otro punto de vista, es la apología de alguien que ya no está, es una carta de disculpa, es una denuncia a un sistema podrido que no ayuda a quienes lo necesitan, es el libro que todos deberían leer.
La historia resumida sobre lo que sucedió hace 17 años va algo así: dos amigos antisociales se hartaron del mundo en el que vivían. Eric Harris, un adolescente con tendencias psicópatas logró influenciar a su manipulable y depresivo amigo Dylan Klebold para matar a quienes encontraran en su escuela y después suicidarse. Con el fácil acceso a armas de alto calibre en Estados Unidos, lograron su cometido y durante semanas filmaron videos en los que expusieron su ideología y su plan. Pensamientos racistas, retrogradas y psicóticos quedaron como registro en lo que se llamó “The Basement Tapes” cintas que quedaron bajo resguardo por el FBI a las que pocos tuvieron acceso y que entre 2011 y 2015 fueron destruidas.
Eric Harris y Dylan Klebold
En 1999, después de Columbine el efecto domino comenzó, y en los 17 años que han pasado, Estados Unidos ha visto más y peores masacres cometidas en preparatorias y universidades. Sue Klebold no culpa al gobierno y a la sociedad por lo que su hijo hizo, pero sí evidencia que el problema radica en la falta de atención que se tiene sobre los jóvenes. Muchos buscan culpar a los medios de comunicación, la música y las películas, pero ella sabe que fue la falta de atención en momentos cruciales. Su hijo tenía depresión y en lugar de atender ese asunto con urgencia lo tomaron como una faceta de adolescente que pronto pasaría.
Carlos Lozada, crítico del Whashington Post revisó el libro. Lozada expresa su terror al leer las páginas que Sue Klebold escribió: “Leer este libro como un crítico es difícil; leerlo como un padre es devastador. Me imagino a mis propios hijos en los zapatos de Dylan Klebold, sombras de mi paternidad en Sue y Tom. Sospechó que muchas familias encontrarán sus paralelismos”. Ese terror lo puede entender cualquiera, ya sea un padre, un estudiante, un vecino incauto; eventos como este demuestran que cualquiera puede cometer una atrocidad en cualquier momento. Estados Unidos tiene acceso a un arsenal de forma sencilla, pero hay otras formas de cometer crímenes y parece que son cada vez más las personas que optan por perpetrar estas atrocidades.
Un hijo educado, un niño feliz, padres amorosos; Sue no sabe en que momento falló. Recuerda a su hijo de la mejor manera, un niño de nueve años regalándole un animal de origami en espera de que su madre se recupere de una infección en el ojo, pero ella sabe que todos los demás lo recuerdan como ese monstruo que de forma calmada caminaba por la cafetería de su escuela seleccionando y disparando sin remordimiento alguno. Ella culpa más que nada al cómplice de su hijo, Eric Harris, quien parecía ser alguien mentalmente inestable. Dicha relación se resume a lo que Andrew Solomon dijo en su libro “The Noonday Demon”: “Eric era un Hitler fallido, mientras que Dylan era un Holden Caufield fallido”. La depresión llevó a Dylan a la vulnerabilidad, lo que hizo que su amistad con Harris se convirtiera en su perdición pues encontró en él a la persona con la que más congeniaba, la única que lo entendía y lo apoyaba. Participar voluntariamente en el ataque sólo fue un acto más de amistad.
“Elephant” es una película de Gus van Sant que está libremente basada en los eventos de Columbine.
Todos los adolescentes (y gente mayor también) dicen que nadie los conoce realmente, que dentro de ellos hay un universo al que nadie tiene acceso. Dylan es el reflejo de lo que puede suceder cuando ese universo secreto decide ver la realidad y actuar por cuenta propia. Él aparentaba ante todo el mundo, pues antes del 20 de abril pocas habían sido las señales de alarma y nadie se ocupó de ellas pensando que eran cosas normales. Su madre lamenta ese hecho, pues cree que todos los padres deberían buscar las pistas escondidas que sus hijos dejan, las alarmas silenciosas que muchas veces los padres ignoran o cubren con regalos materiales y no amor paternal.
¿El retrato de un demonio o la disculpa de una persona que se dejó vencer por la depresión? La humanidad es capaz de cometer los actos más crueles, pero con un poco de conciencia, empatía e interés, podemos erradicar muchos de los problemas que sufrimos. La mente puede ser una cárcel para muchos, en ocasiones no podemos ver el infierno en el que alguien se encuentra, pero el libro de la madre de un asesino en masa es tal vez la alarma que todos necesitan para cambiar las cosas.
https://www.youtube.com/watch?v=whL2LlRkhXk
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Fuente: Washington Post, The Guardian