Anna Wintour estaba cenando en un restaurante del Four Seasons en Nueva York cuando una mujer entró corriendo y la llamó “Fur hag” (algo así como bruja de la piel) para después tirar un esqueleto de mapache en su plato. La editora en jefe de Vogue había declarado antes que las pieles de animales se usan con la misma frecuencia co la que se come un buen filete; incluso dijo que una forma de hacer unas buenas papas a la francesa es usando grasa de caballo para freírlas. La mujer que lanzó el esqueleto dijo que obtuvo ayuda de gente dentro de Condé Nast y Vogue que también desaprueban el uso de pieles por parte de su jefa.
Wintour es una de las mujeres más notables en el mundo de la moda, por lo que su opinión acerca de la ropa y los accesorios hechos de animales es muy importante. En 2017, la autoridad indiscutible de la moda continúa con su postura y parece que eso revive el debate acerca de la ropa hecha de piel animal. Desde hace décadas la industria ha cambiado y la ropa de animal pasó de ser una necesidad a un lujo.
El ser humano ha matado desde el inicio. Su primer vestimenta fue la piel de animal que lo ayudó a sobrevivir inviernos en cuevas y hay quienes aún se protegen de esa forma en los lugares más remotos de la tierra. Pero la sociedad occidental, acostumbrada desde hace siglos a la industria textil, es menos propensa a necesitar la piel de zorro o chinchilla para sobrevivir.
La moda siempre tendrá problemas, pues la producción, demanda y costo de la ropa se encuentran en constantes batallas. La más reciente y popular es la fast fashion y sus implicaciones en los derechos humanos, pues miles de personas en fábricas de Asia sufren por las precarias condiciones laborales. Sin duda una gran batalla que necesita de todos para esclarecerse y dejar de existir.
Un video bastante gráfico de PETA (Personas por el Trato Ético de los Animales) mostró la realidad de los criaderos de cocodrilos y caimanes en África y Estados Unidos. Las cámaras ocultas desmienten lo que mucha gente defiende de la ropa hecha de animales, pues el video muestra desde las aguas negras en las que crecen, hasta su triste, lenta y dolorosa muerte, dejando claro que no hay nada ético en la forma en la que los tratan.
En el video uno de los responsables de la muerte de los animales hace la distinción entre productos de moda y de lujo; mientras que la moda viene y va, los productos cambian y el consumo se masifica, mientras que el lujo es un sector muy pequeño que no cambia en gustos y pocos lo consumen, dando a entender que ese negocio inhumano y multimillonario se sostiene a causa de personas ricas que no escatiman en gastar 25 mil euros en una bolsa de piel de cocodrilo.
El lujo también da rienda suelta a la caza ilegal de animales, pues algunos se encuentran en peligro de extinción y continúan siendo asesinados por la necesidad de demostrar que tiene el dinero necesario para vestir con la piel de lo exótico.
Pamela Erens es una mujer que tiene un abrigo de piel desde hace más de 27 años, regalo de su abuela; aunque ella no defiende la compra y venta de dichos artículos, acepta que lo usa porque siempre debe usar ropa caliente debido a su delgada complexión. Otras personas que defienden el uso de piel dicen que no hay alternativas biodegradables o sustentables y que los materiales no soportan el paso de los años.
La analogía que señala la hipocresía de los que odian las pieles de animales, pero no se tientan el corazón al comer carne es una de las pocas opciones que usan para defender el uso de las prendas de lujo. Sin duda 2017 es un año en el que se debe demostrar que hay otras opciones; más allá de las industrias transnacionales que causan enfermedades a millones de personas por hacer su ropa con sustancias tóxicas, se debe reconocer a las marcas sustentables que buscan vestir al mundo sin dañarlo.
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Fuente:
AI, Elle, Truth About Fur, Independent