Si el pene erecto no es lo suficientemente apto para entrar en museos,
tampoco debe considerarse lo suficientemente apto
para entrar en las mujeres.
–Fight Censorship Group
Este fragmento fue parte del manifiesto principal del grupo que un puñado de mujeres formaron para luchar contra la censura a través del arte. “Fight Censorship Group” fue la agrupación a través de la que artistas como Anita Steckel, Louise Bourgeois y Hannah Wilke denunciaron los estándares con los que se sexualiza a la figura femenina dentro del mundo del arte. Además de tener como objetivo impulsar el trabajo artístico de más mujeres, Steckel propuso la redefinición de los derechos femeninos. Ella, junto con otras pintoras, intentaron darle un significado y sobre todo un lugar importante al desnudo femenino y a la sexualidad.
Este grupo de prodigias del arte y defensoras de la igualdad, se preocuparon por abolir los límites que restringían la obra y el valor de una artista. La provocación a partir del desnudo, el erotismo y las referencias fálicas fue el punto clave para que sus fotografías, pinturas y montajes fueran vistos como parte de una denuncia social. Por último, las implicaciones políticas que ellas agregaban a su trabajo y discurso, dejaban en claro que para ellas no existía la censura.
Este movimiento artístico y social siempre estuvo encabezado por Anita Steckel, una artista estadounidense a quien hoy se le considera una de las iniciadoras de la revolución feminista. Esta mujer de talento inigualable y de gran valor se destacó por el uso de una técnica, para su tiempo bastante novedosa, conocida como collage. A través de la superposición de imágenes, pinturas y autorretratos Steckel creó piezas feministas que formaron parte del mom-art.
Salvajes, sexuales y expresivas, así fueron las piezas con las que Steckel consiguió ser tan admirada por unos cuantos, como rechazada por una mayoría que le temía a su valor para provocar. Los cánones estéticos con los que esta artista decidió trabajar sólo querían decir una cosa: las mujeres también tienen derecho a ser y hacer; a desnudarse y volverse arte; a disfrutar y exigir; a sentir placer sin límites, castigos o culpas.
Este mensaje permeó en los montajes de Steckel, quien combinó un par de técnicas para construir un collage por medio de dibujos, fotografías y pintura. Los detalles de su obra hablan por sí solos. El desnudo, además de una provocación, se trata de una voz que confirma que la mujer también es libre de disfrutar de su sexualidad. Por otro lado, las apariciones fálicas –literales o a modo de rascacielos entre las piernas– evidencian la postura feminista con la que esta artista entiende el mundo.
A estos collages siempre los persiguió la censura y no sólo porque apareciera la propia artista sin una sola prenda y a gran escala, sino porque su arte incitaba al género femenino a revelarse contra las ataduras que le ponían freno a su placer. Durante los 60 y 70 retomar la sexualidad como arte feminista era una blasfemia que ofendía a una mayoría hipócrita, la cual nunca logró entender que estas imágenes se trataban del primer grito de una revolución artística y social que apenas empezaba.
La representación del deseo heterosexual femenino que Steckel creó, significó una gran ruptura de pensamiento para su momento. Por un lado, el escándalo alrededor de las creaciones de esta artista mantuvieron sus obras bajo las sombras durante mucho tiempo. Pero como una respuesta a esa censura, ella y otras creativas se aliaron para crear un grupo de arte combativo y activista que no sólo abogaba por la libertad de la mujer para expresar y disfrutar de su sexualidad, también luchaba contra el racismo y el sexismo que dominaba la época. Anita Steckel fue la artista que se desnudó para demostrar que las mujeres también tenían derecho a sentir placer, por ello hoy le debemos no sólo su herencia artística, sino las raíces de un movimiento que aún intenta encontrar la igualdad de género.