Seguramente son muchas las personas que han encontrado alguna película asquerosa, repugnante o increíblemente difícil de ver, pero son pocos los que en consenso pueden asentir cuando les dicen “¿verdad que esa era una película asquerosa?” Algunos ejemplos: “Salo” de Pasolini, a pesar de ser transgresora algunos no llegan a terminarla; “The Human Centipede” es horror físico irreal; al igual que las películas de Cronenberg en las que sabemos que todo lo que se observa es imposible en nuestra realidad. En el caso de “Wetlands” la reacción es peculiar, pues lo agresivo de la película es solamente una exageración muy pequeña de la realidad.
“Wetlands” cuenta la historia de Helen, una adolescente alemana. La película comienza con lo que parece ser un close up al trasero de alguien, pero rápidamente notamos que era el brazo de Helen, quien lo primero que dice es: “Desde que puedo recordar, siempre he tenido hemorroides” y acto seguido vemos cómo se rasca con un dedo mientras avanza en su longboard. Ese primer golpe de honestidad es el preparativo para una de las películas más interesantes y asquerosas de los últimos años.
“Wetlands” está basada en el libro alemán del mismo nombre (en su idioma original “Feuchtgebiete”) de Charlotte Roche, y aunque muchos lo consideraron pornográfico, asqueroso y vulgar, la realidad es que se trata de una de las obras transgresoras que más empodera a la mujer.
La retórica de la cinta no es tan compleja como una clásica película de arte. En realidad tiene una línea narrativa que se mueve entre el presente (Helen en el hospital, después de un accidente mientras se rasuraba), pasado (su infancia, sus amistades y relaciones) y lo que pasa en su imaginación de forma bastante sencilla, por lo que es muy fácil de entender la historia. Son sus escenas visuales las que impactan, pero también son las que realmente reafirman un discurso feminista que es bastante importante tener en cuenta. Helen es una mujer segura de su sexualidad, que por un pasado controlado por su madre, siempre ha buscado una independencia corporal. Eso incluye tener una fascinación por los fluidos corporales y la suciedad. Al comenzar la película aprendemos su fascinación por la masturbación con vegetales, su interés por los baños públicos más sucios (si creías que la escena del baño de “Trainspotting” era asquerosa, prepárate para lo que sigue) y peculiar definición de las relaciones sexuales.
Esa apertura respecto al cuerpo y la sexualidad no son nuevas,“Pink Flamingos” es considerada una de las películas más incómodas y controversiales de la historia, pero también es transgresora, poco conocida y pesada. “Wetlands” por su parte es transgresora usando los tabúes de la feminidad, esos que las mujeres esconden por cuestiones sociales, como que desde pequeñas se les diga que la menstruación es algo que se debe esconder. Es entonces cuando Helen demuestra que no, que la sangre menstrual puede ser el vínculo que une la amistad y entonces la embarra en su cara y la de su amiga, sangre que también usa como signo de protesta después de que es enviada al hospital por una herida anal.
En una escena, Helen ordena una pizza por teléfono, al hacerlo insulta con pasión al recepcionista y después cuenta que lo hizo por una historia que escuchó en la que después de ser insultado por teléfono, el hombre junto con otros trabajadores se masturbaron sobre la pizza, bañándola en semen. Esta escena es bastante gráfica y según el sitio “Vulture”, en realidad usaron actores porno que sí se masturbaron frente a la cámara. ¿Pornografía innecesaria? No. La sexualidad de Helen es uno de los elementos clave de la película. A diferencia de muchas mujeres en el cine que tienen muchas relaciones y después son castigadas (porque la moral en Hollywood es que las mujeres deben ser monógamas), ella realmente abraza esa actividad. No es un empoderamiento en contra del patriarcado, es una declaración de identidad. Es establecer que eso también es norma y que no tiene nada de malo.
“Wetlands” no demuestra que las mujeres no son como los hombres piensan; demuestra que las mujeres son lo que ellas quieren ser y que los tabúes pueden ser cosa del pasado, que las reglas que se imponen desde la infancia pueden ser cuestionadas e incluso derribadas. Es un fuerte discurso que tal vez se adecua más a un público joven. A ese que creció viendo contenido en línea y que siempre asegura haber visto lo más transgresor, lo más fuerte y lo más polémico. Todos saben quiénes son, aquellos que en secundaria veían cosas más impactantes que la ultraviolencia de Alex en “A Clockwork Orange”. Esas personas pueden encontrar en la película algo impactante, pero nada que los haga levantarse y salir de la sala. Son justo esas personas las que deben ver la cinta y entender el mensaje más allá de las acciones: Las mujeres son más que lo que el estándar dicta.
Divertida, emotiva, irónica y más. “Wetlands” usa los secretos comunes de nuestro cuerpo, esas acciones cotidianas que se esconden a simple vista. El sexo, la menstruación, la limpieza y la higiene corporal se convierten en el discurso de la protagonista. No se trata de alentar a la gente a ser como ella, se trata de demostrar que finalmente todos somos humanos, que lo que consideramos normal es impuesto por otras personas y que los prejuicios siempre terminan dañando. Una divertida, perturbadora y conmovedora historia que no todos soportan, pero que deben ver.
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