Frotar tu clítoris con uno o dos dedos, previamente humedecidos, es cuestión de placer, pero verte frente al espejo mientras usas algún objeto para suplir la función fálica es un acto perverso. Así de irónica y absurda es la relación que hoy se hace entre lo que se debe, puede y sucede cuando se trata de sexo, satisfacción e imaginación. De acuerdo con los resultados de La Encuesta Nacional de Salud y Comportamiento Sexual que se realiza todos los años en Estados Unidos, sólo el 5 % de las mujeres se autosatisface más de 4 veces por semana. ¿Y el resto?
Tal vez aquella fantasía de acostarse con otra mujer queda sólo en su imaginación, quizá la idea de tocarse hasta llegar al éxtasis simplemente es parte de un imposible, pero todas y cada una de las mujeres que habitan este planeta han soñado –por lo menos una vez en la vida– con ese río entre las piernas que sólo fluye a partir de la complacencia sexual.
Mientras nadie las observa, justo cuando la tarde se lleva el sol y la soledad se vuelve su complice, ellas se entregan al placer con o sin una compañía que las ayude a tocar las paredes de la fascinación carnal. Sin ropa ni prisas, el juego entre un compañero y su desnudez –o bien entre sus propias manos y su cuerpo– comienza a encenderse. Ávidas de emoción y energía, la mente de aquellas que se entregan sin miramientos se apaga para sólo ser cuerpo y alma en medio del encuentro erótico más real y satisfactorio de todos.
Durcett es el artista mexicano que a través de dibujo evidencia lo que todas la mujeres desean en secreto. Aquel orgasmo inalcanzable del que nunca hablan, esa posición que ninguna acepta haber recreado con alguien más, la fotografía prohibida para la que algunas se han atrevido a posar y el fetiche al que tanto le temen algunos, son parte de esta serie de ilustraciones que describen todo lo que ellas hacen cuando nadie más las ve y deciden entregarse al placer.
Sin muchas palabras y un sinfín de fluidos sobre y dentro de la piel, las mujeres que aparecen en las imágenes creadas por Durcett cobran vida cuando excitan a cada una de las personas que se atreven a admirar su trabajo con detenimiento. Cuerpos totalmente desnudos o siluetas sugerentes protagonizan los juegos eróticos de las más osadas.
Cualquiera puede trazar la imagen de una mujer masturbándose con los ojos en blanco, pero pocos logran hacernos sentir que algo recorre nuestro pecho hasta escurrirse por nuestro sexo a través del diseño. Los pocos colores que Durcett utiliza, junto con la reproducción de detalles en blanco y negro, vuelve a estas ilustraciones tan oscuras y estimulantes como un encuentro fortuito de verdad.
Más adentro, más fuerte, más rápido, más húmedo… no importa cuánto ni cómo ocurra, después de que una mujer descubre lo que significa entregarse el placer, nada le parecerá suficiente. Esa sensación que recorre de manera ascendente todo su cuerpo hasta tocar alguna parte en la que explota y se disipa en forma de relajación, es totalmente incomparable. Prescindir del sexo es posible, pero lograr que la mente y el cuerpo dejen de fantasear con el placer resbalándose por la entrepierna es improbable.
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Ilustraciones:
Instagram My Disease
Fuente:
Clarín