“Los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada.
Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la
liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos:
Que no son, aunque sean”.
Eduardo Galeano
La fotografía revela nuevas perspectivas de admirar el mundo desde la curiosa mirada de un artista. La cámara se deja llevar por lo diferente, aquello que destaca entre la multitud que se esfuerza por seguir los cánones clásicos de belleza y comportamiento, mientras da voz y protagonismo a aquellos personajes que la sociedad ya no ve ni escucha, desconociendo lo que realmente pasa entre los edificios y callejones de las grandes urbes.
Ante este panorama en el que la fotografía visibiliza lo perdido, destaca Miron Zownir, conocido como el poeta radical de la fotografía aunque también explora el mundo literario y escribe guiones de cine underground. Su obra se inspira en la contracultura, como la herencia del nacimiento del punk que atestiguó en la década de los 60 y cambió completamente sus conceptos de anarquía y nihilismo. Durante más de 30 años de carrera, ha explorado la ciudad desde sus habitantes, no los ideales sino los cotidianos, los auténticos dueños de las calles. Le interesa fotografiar a las minorías desde su obscenidad, evidenciando lo grotesco e insalubre de sus condiciones marginales.
Su estética en blanco y negro responde a una dramática concepción del tiempo como infinito y permanente; para desgracia de los protagonistas de sus imágenes, Zownir no cree en la posibilidad del cambio radical. Ha retratado las calles de Moscú, Londres, Nueva York , Los Ángeles, Pittsburg y su natal Alemania. En sus crudos escenarios conviven indigentes, prostitutas, drogadictos y personas que cruzan los límites de lo socialmente aceptable.
Zownir puede describirse como un cronista de la ciudad a través de series documentales que no pretenden embellecer la realidad, por el contrario: tienen el poder de resaltarla. Mediante sus sombras y contrastes denuncia la crueldad de la vida contemporánea, la que ha segregado a los rostros desesperados que el progreso económico e industrial han dejado pisoteados a su paso.
Su obra nos obliga a cuestionar lo humano cuando ante nuestros ojos es evidente lo que pasa desapercibido para la mayoría, los vagabundos que ya no caben en la esfera social de la urbe y hemos abandonado como víctimas de la exclusión. Es en sus fotografías donde les otorgamos, por fin, un rostro a los nadies de los que escribió Galeano, los “que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local. Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata.”
El desinterés es un síntoma de la violencia y Miron Zownir nos señala como los únicos culpables por volver invisibles a los segregados. El mensaje del poeta de la desesperanza es claro, es un llamado a reaccionar ante la miseria, es un llamado a no desviar la mirada.