Por muchos años los pecados capitales rigieron la vida de los cristianos. La Santa Inquisición y el miedo a ser castigado obligaban a los pobladores de Europa a seguir lo que establecía el poder, a vivir bajo reglas estrictas que prohibían cometer actos que se salieran del régimen. En el siglo IV, justo en el auge de la época medieval, Evagrio el Póntico realizó una selección de ocho pasiones humanas pecaminosas: vanidad, envidia, ira, soberbia, cobardía, gula, avaricia y lujuria. Después de un siglo, Juan Casiano estableció los siete que hasta la fecha rigen el imaginario colectivo.
Muchos artistas retomaron las normas que la Iglesia estableció para adornar sus obras. El más famoso de todos fue Dante Alighieri con La Divina comedia a inicios del siglo XIV. En el Purgatorio de Dante, las almas deben enfrentarse a sus vicios morales y sus culpas en siete escalones o gradas que deben superar.
En el arte también existen representaciones claras de los siete pecados, como la de El Bosco en su Mesa de los pecados capitales, en la que en un círculo dividido en siete retrata su interpretación de cada uno de los pecados. Pieter Brueghel, de nacionalidad holandesa igual que El Bosco, también realizó una serie de grabados en los que retrata los pecados capitales a través de grabados hermosos.
En el arte muchos intentan representar las más bajas pasiones porque a través de ellas aprendemos más del ser humano en comparación a si lo viéramos en su estado natural. Las pasiones humanas son desmedidas, fervientes y expresan emociones incontenibles, y, por lo tanto, puras. En esas pinturas nos vemos reflejados porque parecen tener alma, tal vez igual de pecadora que la nuestra.
Soberbia
En La Divina Comedia de Dante Alighieri los tres primeros escaños del purgatorio están reservados para aquellos pecados relacionados con un mal de amor. El primero de ellos es la soberbia o el orgullo. Se trata de un sentimiento de valor hacia sí mismo mucho mayor que el que se tiene por los demás.
Sin embargo, a pesar del significado negativo que tiene en la Biblia, en la cual, lo fundamental es la humildad y resignación ante lo que ocurre, otros filósofos ponen a la Soberbia y el orgullo como una cualidad positiva, una virtud elevada de hombres superiores, como asegura Nietzsche.
La representación simbólica de la soberbia y el orgullo, normalmente, se hacen a través de espejos o lujos extremos. Tiziano, en 1515, pintó su obra Vanitas con su espejo, en la que una mujer hermosa mira directo al cuadro y sostiene un espejo con su mano derecha.
Guido Cagnacci, el pintor barroco, realizó una pintura llamada Martha reprendiendo a María por su vanidad. María y Martha son dos hermanas que aparecen en la Biblia, amigas de Jesús y hermanas de Lázaro. En ella, el pintor hace una alegoría de la virtud conquistando al vicio.
Lujuria
Dante Alighieri la consideraba el amor hacia cualquier persona que no fuera Dios. Es considerada como un gran deseo sexual incontrolable que se puede dar sólo a través de pensamientos.
Casi siempre representada con cuerpos desnudos, la lujuria es uno de los pecados más utilizados en las obras de arte. Adolf Ulrik Wertmüller realizó una de sus obras pictóricas más famosas a través de un gran desnudo. Su obra titulada Danae recibiendo a Júpiter en una lluvia de oro muestra la sensualidad de Danae que ansiosa espera al Dios que, a través de una lluvia dorada, haría que se embarazara de Perseo.
La historia de Susana y los viejos, representada por muchos pintores del barroco, es otro gran ejemplo de lujuria. Susana se convierte en objeto de deseo de dos ancianos que habían sido exiliados. Ambos idean un plan para lograr abusar de ella. El pintor flamenco Anthon Van Dyck representa con maestría la escena.
Ira
Todos tenemos ira en algún momento de nuestra vida, simplemente porque algo nos puede enojar al borde de pensar que el coraje puede causar una úlcera en nuestro estómago. En la Biblia este concepto es rescatado cuando asegura que sólo es pecado si la ira es motivada por el egoísmo.
La ira casi siempre está conectada a algún otro sentimiento como la tristeza, la ansiedad o la vergüenza, por lo que es difícil que alguien la retrate en su estado puro. El pintor ecuatoriano Oswaldo Guayasamin es uno de los que logra el cometido con más maestría. En los años 60, debido a los conflictos bélicos y la injusticia social, pintó una serie de retratos llamados La edad de la ira, en los que busca retratar la crudeza del siglo XX a través de los rostros más aterradores.
Gula
La gula es conocida por presentarse como el ímpetu de comer y beber todo hasta el exceso. La representación de este pecado en la obra de Alighieri se da a través de árboles de fruta que los penitentes no pueden alcanzar de ninguna manera.
El Bosco y varios artistas representaron este pecado, sobre todo en las cortes y los reinos donde los excesos eran una característica central. El pintor Georg Emmanuel Opiz pintó un cuadro del Rey Adolfo Federico, el rey sueco que murió por comer demasiado el 12 de febrero de 1771 cuando se realizó un gran banquete que incluyó: langosta, caviar, arenque y 14 raciones de un postre escandinavo típico.
Pereza
La pereza aparta a los seres humanos de sus deberes, sobre todo a los deberes y obligaciones con Dios pero también con uno mismo. En muchos cuadros se observan cuerpos que descansan placenteramente mientras el sol resplandece, pero tal vez la mejor representación de este pecado sea el de Edvard Munch titulado Al día siguiente. En esta obra se observa a una joven mujer recostada en su cama y con unas copas de vino sobre la mesa de su habitación.
Avaricia
La avaricia es el enriquecimiento en exceso. Es un pecado que busca la adquisición de riquezas a costa de cualquier indicio de moralidad. En el Purgatorio de Alighieri se les obligaba a arrodillarse en una piedra y recitar algunos ejemplos de la avaricia y otros que se opusieran a ella. La obra más famosa que representa a la perfección este pecado es la de Albercht Durero, Avaricia. Se trata de una pieza que nos muestra que las riquezas no lo son todo, pues la vida es bastante efímera.
Envidia
La envidia es el deseo de poseer lo que otros tienen. Ese deseo lleva a cometer acciones impropias como traiciones o asesinatos para lograr obtener las riquezas de los demás. La representación de este pecado en La divina comedia se da a través de la ceguera: aquellos que cruzan por este lugar deben tener los ojos cosidos porque en vida disfrutaron ver caer a los demás.
Quizá ninguna historia bíblica sea tan representativa de este pecado como la de Caín y Abel, dos hermanos que terminaron su relación porque uno mató al otro. Cuando ambos presentaron ofrendas a Dios, él prefirió la de Abel, quien enloqueció y mató a su hermano. En muchas pinturas esta escena es representada de distintas maneras, pero tal vez la más emblemática y dramática sea la de Tiziano.
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