Se creería que porque estamos en pleno siglo XXI, sabemos todo sobre la sexualidad. Es cierto que, a diferencia de años anteriores, existe muchísima más información. Sin embargo, pareciera que este auge de información permitida, no hiciera más que hacer que nos aprendamos técnicas sexuales casi de memoria, que todos conozcamos, supuestamente, nuestro cuerpo, que seamos pro LGBTTTI, etc. Por supuesto que esto es totalmente válido, pero, ¿qué pasa con el erotismo y la sensualidad?
Tal parece que ahora el sexo se ha vuelto una actividad mecánica en la que nos concentramos más en tener la mejor ejecución y nos olvidamos de disfrutar del proceso. Constantemente me encuentro con mails y preguntas en el consultorio o en talleres, en las que la principal preocupación es saber cómo excitar a la pareja, cómo complacerla, cómo hacer que tenga los mejores orgasmos de toda su existencia, cómo ser el o la mejor amante; es decir: todo en función a que el cuerpo lo haga todo, como si fuese una máquina a la que se le pone pilas y da lo máximo de sí (cual vil conejito de Duracell). Ante estas interrogantes, no hago más que pensar, ¿en qué momento nos enseñaron que somos responsables del disfrute de la otra persona? y, ¿dónde quedan el placer, la intimidad, el disfrutarnos?
En mi práctica profesional soy fiel promotora del erotismo y la sensualidad. Comúnmente, escucho que hay confusión entre lo que es el erotismo, la sensualidad y ser sexy. De hecho, las personas suelen utilizarlo como si fuesen uno mismo y aunque no lo son, pueden ir de la mano y, en lo personal, considero que si se desarrolla uno, puede también hacerlo el otro.
En primera instancia, habría que esclarecer la definición de cada uno de estos términos. El erotismo es el conjunto de estímulos sensoriales que exaltan e incentivan el acto sexual, así como el arte de la insinuación amorosa mediante actitudes, juegos, la exhibición de zonas eróticas del cuerpo o la proximidad física sugestiva. Fina Sanz asevera que el erotismo se vive en el cuerpo y éste se entiende como la totalidad sexual, sensitiva, emocional, mental, espiritual y social que se traduce a placer.
Por otro lado, lo sensual está relacionado a las sensaciones, a la disposición de disfrutar plenamente los placeres de los sentidos, de los objetos y sujetos que los incitan o satisfacen. Una persona sensual se deleita viendo, saboreando, tocando, oliendo y escuchando. Todas las personas podemos desarrollar nuestra sensualidad, prestando mayor atención al mundo que nos rodea, por medio de nuestros sentidos. Por otra parte, lo “sexy” es un constructo social de lo que resulta ser atractivo para las otras personas con base en ciertos estereotipos, maneras de actuar, conducirse, etc.
Entonces, ¿cómo se hace?, ¿cómo me vuelvo un ser erótico y sensual? Para empezar, habría que recuperar la conexión con nuestro cuerpo, abrazarlo y honrarlo por las maravillas que puede hacernos sentir. La idea es descubrir el mapa erótico del cuerpo que habitas y olvidarte de si estás ejecutando bien o no el acto sexual; se trata de disfrutar del encuentro. Si llegas al orgasmo, ¡qué suerte!; y si no, no pasa absolutamente nada. No es obligatorio tener orgasmos en todos los encuentros sexuales, pero sí es importante disfrutar, y para ello no es necesario saberte el Kamasutra de memoria, ser la persona más elástica o acrobática. Nadie te pondrá estrellita como en el kinder por ello, ¡grábatelo!
Por ello, te invito a que:
Para ser sensual, comienza prestando atención a todo lo que te rodea (aún más). Vive el mundo a través de tus sentidos: saborea la comida, identifica cada ingrediente de la misma; observa con atención los paisajes y date cuenta de lo que produce esa imagen en ti; identifica los olores con los que vives a diario (de los más desagradables a los agradables); y por último, que tu tacto descubra de nuevo el mundo, toca todo lo que puedas y siente lo que te sucede con ello.
Para el erotismo, ¡muy fácil! Como en todo, empieza en ti. Diariamente practicamos una de las maneras más comunes: el erotismo por contacto. Este no necesariamente implica que haya excitación, ya que lo llevamos a cabo cuando abrazamos a las personas, las tomamos de la mano, acariciamos, etc., y, ¿cuántas veces no hacemos esto con nuestras amistades o familiares? Así que disfruta todos esos momentos en los que tocas o eres tocado por las personas que amas.
Con respecto a los encuentros sexuales, te recomiendo que veas a la otra persona como un mapa a descubrir, es decir, que aunque ya la conozcas o hayan tenido relaciones sexuales anteriormente, vivas el encuentro como la primera vez. Acaricia todo, presta atención a cada detalle: lunares, texturas, pecas, estrías, cicatrices, zonas suaves, asperas, etc., y utiliza todo tu cuerpo para acariciar, no sólo las manos. Utiliza aquellas partes de ti que comúnmente no acostumbras utilizar como los codos o el cabello. Enciende tu creatividad y permítele fluir durante este recorrido.
Aplica estos sencillos consejos en tu vida diaria y recuerda que es importante olvidarte de los resultados y disfrutar más del proceso. Si durante esto comienzas a preocuparte o tener pensamientos de llegar al orgasmo, hacerlo bien, etc., sugiero que te concentres en tu respiración. Algo tan sencillo ayuda a apartar todo lo que no te permite sentir placer y enfoca toda tu atención en las sensaciones que estás experimentando. ¡Empieza hoy, disfruta de la otra persona y de ti!