Me abrazabas por la espalda, desnudos y abrigados por la piel mutua.
Tus manos acariciaban mis pechos y mi vientre,
mientras pequeños besos saltaban desde tu boca a mi cuello.
Besos susurrantes, igual que las palabras que me decías al oído…
Unas frases sencillas y poderosas que penetraban en mis sentidos,
Con unos sonidos tan valiosos o más fuertes que tu verga dentro de mi vagina.
Palabras que me amaban como tu lengua perforadora en mi clítoris.
Dedos que suavemente alcanzaban la cima de mi matriz,
Mientras me rozabas por la espalda con tus besos de palabras sobre mis oídos.
Y así fue como ellas se grabaron en mi alma día tras día, noche tras noche…
Como si tus palabras siempre existieran en las caricias de mi cuerpo.
Como si nunca dejáramos de hacer el amor.