La ilustración es otra forma de imaginar; sólo a través de ésta es posible crear empatía entre dos conceptos o personas opuestos: ponerse en la situación del otro(a), comprender y llegar a entender sus deseos sin fijarlos. A diferencia de las palabras, el carácter material de la imagen tiene un efecto inmediato que apela a su naturaleza de significados plurales.
M. Sosa es un artista plástico mexicano que trata de imaginar la vida de los otros a partir del dibujo. Sus ilustraciones de mujeres en búsqueda del placer revelan cierta intención de imaginar de otra manera las ideas heteropatriarcales que se tiene sobre ellas.
En los años 60 algunas mujeres comenzaron a defender su valor, cuerpo e integridad como seres humanos. La posibilidad de estar con quienes quisieran o de crear otros modelos de convivencia no verticales les abría las puertas a la discriminación, criminalización y censura. A pesar de ello, desde hace miles de años han existido mujeres atraídas por otras mujeres, mismas que se atrevieron a explorar y disfrutar en secreto de ese deseo satirizado.
A través de las palabras en este artículo, las cuales giran alrededor de la serie ilustrada de M. Sosa, se hace un ejercicio de imaginación para tratar de dar razones únicas de por qué sólo entre mujeres se puede alcanzar el orgasmo:
Ellas conocen las dimensiones de su cuerpo y entre mujeres una se vuelve espejo frente a la otra.
Entienden que el orgasmo consiste en en el recorrido del camino por el cual se llega a éste y no en la culminación.
Saben estimularse entre ellas, poco a poco, para provocar que los pequeños placeres se sumen en un gran estallido de sensaciones compactas.
No hay límite temporal para los orgasmos que pueden experimentar simultáneamente: su placer puede ser infinito.
Dejan la timidez y las inseguridades eróticas fuera; ellas crean un espacio de confianza mutua en el que comparten su cuerpo.
Conocen la presión exacta y el ritmo indicado para tocarse.
No temen erotizar otras partes de su figura porque saben que todo el cuerpo es objeto de placer y disfrute potencial.
No necesitan asumir roles sexuales: las dos se entregan al juego de dar y recibir placer, de imaginar y concretar el deseo en cualquier forma.
Aunque parezca obvio, sólo ellas saben dónde está y cómo estimular el clítoris. Dominan la velocidad, los movimientos y la precisión necesaria para otorgar un prolongado placer.
Saben que llegar al clímax implica una serie de movimientos y caricias exactas sobre el cuerpo y la mente.
No olvidan que la mejor parte del orgasmo es que no existen límites: las dos pueden terminar más de una vez y probarán todas las formas para lograrlo.
Sigmund Freud explicó que el deseo atraviesa las acciones humanas; así como el sexo define personalidades. El impulso de estar con alguien sexualmente desencadena nuestros instintos más primitivos y a la vez los más perversamente ocultos. Entre mujeres pueden llegar a tener más orgasmos ya que se reconocen como la concreción del objeto del deseo de sí mismas.
Si te interesan los temas sexuales tal vez te deberías admirar las fotografías del sexo durante la tercera edad para entender a Freud en el amor. Provenientes del otro lado del mundo están estas ilustraciones eróticas para que sepas cómo disfrutan del sexo las mujeres orientales.
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Fuente:
Instagram de M. Sosa