Secuestrado

Al abrir los ojos no reconozco el lugar, no tengo idea de cómo aquí vine a parar… Una sensación de ahogo siento por dentro y no sé cuánto tiempo llevo metido en todo esto. Mi borrosa mirada aún se encuentra perdida y mi cabeza un poco aturdida. Largos segundos para darme cuenta de mis manos

Secuestrado

Al abrir los ojos no reconozco el lugar, no tengo idea de cómo aquí vine a parar…
Una sensación de ahogo siento por dentro y no sé cuánto tiempo llevo metido en todo esto.
Mi borrosa mirada aún se encuentra perdida y mi cabeza un poco aturdida.
Largos segundos para darme cuenta de mis manos inmovilizadas y hago un intento fallido por zafarme de esas cuerdas bien amarradas.
Mi respiración se agita a medida que entro en razón y mis nervios estallan al darme cuenta de mi situación.
Una luz de calma entra en mi ser y trato de pensar qué debo hacer.
Todo está en silencio a mí alrededor avivando aún más el temor.
El sudor se hace protagonista y cada gota comienza a empapar mi camisa.
Una luz tenue ilumina este abandonado ambiente.
Retrocedo la película intentando llegar al último momento de conciencia y sólo me encuentro con un amasijo de recuerdos que no sé cuáles son ciertos.
Me ayudo mirando mi ropa, toda intacta, ni billetera ni reloj me falta.
Un pensamiento tomó un atajo al notar que mi cremallera se encuentra abajo.
Respiro honda y lentamente buscando pistas dentro de mi mente.
De algún lugar de mi paladar un sabor a vodka aparece de repente.
Piezas del rompecabezas comienzan a aparecer y afuera la tarde comienza a caer.
Aunque mi boca está libre, me niego a lanzar un grito que quizás me auxilie.
Otro intento sin esperanzas por zafarme se paraliza al escuchar romperse el silencio.
Unos pasos que hacen crujir la tierra se hacen cada vez más intensos, clavando en mí el terror mucho más adentro.
Los pasos se silenciaron y un fuerte perfume amaderado inundó todo el espacio.
Único instante sublime desde que abrí los ojos en ese lugar, dominante aroma que pude respirar.
Ese momento crucial de ver abrirse la puerta y escuchar ese ruido de las bisagras sin aceite.
Interminable momento que va pisoteando cada uno de mis nervios.
Se va dibujando una silueta que atraviesa la puerta, no distingo rostro, sólo esos fuertes brazos que dejan mostrar su camiseta.
Viene solo, lo sé. Se va acercando sigiloso y seguro. Nada en sus manos, e inexplicablemente me siento menos nervioso.
Se posa frente a mí y, automáticamente, mis ojos se clavan en sus hermosos zapatos brillantes.
Voy alzando centímetro a centímetro la mirada y mi respiración se va sustituyendo por suaves gemidos.
El sudor se intensificó y sólo quiero liberar mi pecho.
No hay palabras, no hay maltratos… la novedad es que ahora me encuentro con los ojos vendados.
Mis labios sienten agua y sediento comienzo a beber, agua que corre por mi garganta y mi pecho empapando aún más mi camisa.
Me libera de algunos botones y siento un cierto alivio, sus dedos rozan mi pecho y supe que iba por otro camino…
Suspiro queriendo adentrarme en su juego y de pronto siento una leve bofetada, le devuelvo una media sonrisa y se da cuenta que no me importa nada.
Dejo caer mi cabeza lentamente hacia atrás de la silla y muestro mi cuello seductor bañado en sudor.
Su lengua por mi cuello me dio a entender que aun con mis manos atadas, soy yo quien sigue teniendo el poder…
¡Desátame y ámame! Fueron las primeras palabras dirigidas a mi secuestrador. ¡Desátame y ámame!
Me besa con pasión, mientras de sus labios reconozco el sabor…
Su mano se adentra en mi cremallera haciendo arder más el fuego.
Me libera los ojos y me encuentro con su masculino rostro.
Soy yo quien lo besa y me dejo llevar por un instante sabiendo que pudiera ser el último…
Nos entregamos al deseo y me libera por completo.
Me levanto de la silla y me arrojo a su cuerpo a toda prisa.
El hombre que en el pasado fue mi amor hoy es mi secuestrador.
Entre besos y caricias, pude quitarle el revólver.
“Sé por qué estás aquí y antes que acabes conmigo acabaré yo lo haré…”
El gatillo no dudo en activarse.
Secándose una lágrima que corría por su rostro, en un intento por disimular el dolor, dijo: “triste por ti que tu novio te haya dejado por mi…”

Cuento - secuestrado

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