Todos estamos compuestos por narraciones, unidos por palabras e historias, porque la identidad se compone de todos esos adjetivos que nos califican y nos etiquetan, junto con las definiciones que nosotros mismos adoptamos acerca de quiénes somos y quiénes queremos ser. Esto se refleja, por ejemplo, cuando construimos imágenes de un pasado que no recordamos pero asumimos como nuestro por los relatos que alguien más nos comparte, esas anécdotas que se repiten cada reunión familiar y que generan una historia de la cual formamos parte. Somos lo que otros dicen de nosotros, por ello cobramos vida en las crónicas de quienes nos conocen y desaparecemos cuando nadie nos recuerda.
La ficción es necesaria para enfrentar la realidad, para entenderla, interpretarla y compartirla con quienes nos rodean. Piensa, por ejemplo, en lo que haces cuando quieres presentar a dos amigos que nunca se han visto, empiezas hablándoles del otro enfatizando aquellos detalles que pueden parecer más atractivos, los describes físicamente y cuentas las anécdotas que lo vuelven importante. Así, te conviertes en un guionista con el poder de darle vida a un personaje a través del discurso.
Para entender a la ficción como parte vital de las relaciones humanas es necesario remontarse a su origen como interpretación mágica de la naturaleza, convenciones sociales de los espacios compartidos para tener una memoria común, un imaginario colectivo. La ficción, además, remite siempre a lo real, refiere y adquiere elementos que le dan cierto grado de veracidad, al igual que el arte como aquella dimensión donde la realidad se cuestiona y pierde sentido para abrirle paso a nuevas perspectivas ficticias que transforman nuestra relación con la cotidianidad.
Los siguientes seis artistas emergentes, nacionales e internacionales, interpretan mediante diversas disciplinas el papel de la ficción en los márgenes de la realidad como mitología y testigo de la cosmovisión cultural; como el método para desenterrar relatos de nuestro pasado que sólo sobreviven como recuerdos de alguien más o como herramienta para modificar un fragmento de lo real y convertirlo en algo distinto y propio. Así, cada uno de ellos explora la noción del relato en la memoria y la lectura del pasado para hablar de la cultura y la resistencia en el presente.
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Tulio Tula
Gráfica
Su obra gráfica es una reinterpretación de la tradición gráfica de las culturas de Mesoamérica para ser conscientes del pasado común de la cultura que nos da identidad como nación y comunidad. Las obras de Tulio Tula exploran los arquetipos que construyeron la base de nuestra sociedad, y por lo tanto, la forma en que estructuramos al mundo: el guerrero, la fusión entre hombres y animales que dieron fuerza a nuestros antepasados como el jaguar y el águila, y las deidades de la vida y la muerte que marcaron nuestra tradición frente a ambos temas. La ficción en su obra se expresa como mitología, con un origen cosmogónico para explicarnos y acercarnos a aquellos fenómenos que la razón por sí misma no puede descifrar sin imaginación.
Fotografía de Miguel Ángel Turner
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Carlos Bernal
Instalación
Me pierdo para ver es el motivo que impulsa a este artista colombiano a trabajar con los límites entre el dibujo y el video, creando laberintos para mirar de manera distinta. Le interesa producir caminos hacia esa dimensión oculta que a veces dice mucho más que la aparente realidad. Su obra es un umbral, una frontera que define como una “edición de mundo” al delimitar el espacio como un fotocineasta que filtra la escena a través de su perspectiva. Bernal no intenta adecuarse al presente, trata de modificarlo y verlo con otros ojos mediante intervenciones que inducen a estados de reflexión e imaginación.
Su obra es la manifestación de un instante, una visión poética de la relación contemplativa con el mundo que nos inspire a cuestionar lo evidente, aquello que asumimos como cierto en la vida cotidiana, e incluso juega con el hecho de asumir que la obra expuesta esté realmente terminada. Su más reciente proyecto, Momentáneamente, puede crecer si el artista así lo decide ya que se encuentra sólo de manera efímera en la realidad, como cualquier ser orgánico, presencias en el espacio que aunque sea por un breve momento cambian nuestra forma de ver el mundo. Sus piezas nos enfrentan ante la convención social del arte como algo verdadero al ser una ficción que irrumpe el espacio y que todos aceptamos como realidad.
Fotografía de Miguel Ángel Turner
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Umberto Coa
Fotografía
La obra de Umberto Coa se concentra en la naturaleza, entorno y paisaje, que se ha vuelto distante al igual que nuestra relación con él como algo ajeno, sin darnos cuenta de que forma parte de nosotros y es determinante para nuestra identidad y forma de ver el mundo. En palabras del autor, se cuestiona cómo podemos ser tan ciegos ante lo que nos rodea, hecho que pudo notar en su lugar de origen: «la pequeña comunidad vive aislada en un lugar donde las huellas de un pasado perdido se alternan con los signos de un futuro que nunca ha llegado del todo».
Su obra nos recuerda que somos microcosmos que escalan desde lo personal y lo comunitario, hasta la escala universal aparentemente incomprensible. Por ello, entiende el paisaje como una transformación constante y trata de comprenderse a sí mismo como un territorio con su propio contexto, geografía e historia. Cada una de sus piezas es la construcción imaginaria de un espacio, un paisaje ficticio, tal como las ciudades artificiales que habitamos.
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Rodrigo Palacios
Instalación
Palacios crea esculturas interactivas donde la tecnología se presenta como una herramienta para que los objetos narren su historia y cuenten lo que hay detrás de ellos. Las piezas de Palacios nos revelan el lado oculto de las cosas, toda su producción es un medio para comprender los procesos complejos de las relaciones interpersonales y del ser humano con su contexto. Le interesa transformar la consciencia a partir del conocimiento, como su proyecto reciente Si las plantas de un lugar hablaran … ¿qué nos contarían?, que narra el proceso detrás del cultivo de la nochebuena, el cempasúchil, el girasol y el maguey.
La intención es indagar acerca de todo lo que desconocemos, despertar la curiosidad y la empatía al escuchar las historias de personas que establecen vínculos con los elementos del medio, ya sea por la materia prima de su trabajo o por la tradición en la que la planta se ve involucrada. De esta manera, a partir de un elemento, Rodrigo explora todas sus asociaciones simbólicas, como planta para el sustento o como fuente de ingresos hasta hallar su origen. Así, rastrea las transformaciones sociales que han impactado en el ambiente, por ejemplo, al descubrir que la nochebuena o cuetlaxóchitl tenía una función ritual por su relación con la tonalidad de la sangre humana, pero hoy la mercadotecnia la convirtió en un símbolo de la temporada navideña que ignora por completo su historia y le da un nuevo sentido a través de la ficción.
Fotografía de Miguel Ángel Turner
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Francesco Levy
Fotografía y video
Su obra cuenta su propia historia a partir de distintos elementos, como relatos familiares y álbumes de la historia de su nación. Levy produce un recuento por el contexto que definió a sus antepasados, como las guerras mundiales, para rastrear la migración que entrelazó los encuentros que contribuyeron a su existencia. Entiende el linaje como conjunto de memorias y define su proyecto como un diario visual, una topografía ilustrada de un viaje autobiográfico que explora su propia geografía. Su obra despierta un interés por mapear el origen hasta llegar al final en el que todo se funde en uno mismo, cuando los relatos poco a poco se acomodaron en la historia hasta que originaron su presencia en el mundo en este preciso momento.
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Mec Paz
Pintura
Su gráfica manifiesta la fascinación por encontrar rostros espontáneos entre los trazos, por descifrar entre la obra de arte entes vivos que le dan un nuevo sentido. En sus obras la naturaleza se mezcla con facciones suaves y miradas enigmáticas, ninfas que nos observan para recordarnos la conexión orgánica y natural de nuestro ser. Sus ilustraciones permiten experimentar las profundidades del inconsciente y hallar las figuras de su mente, manifestar las voces que resuenan en su cabeza al pintar.
En una estética donde conviven en armonía lo digital y lo análogo, habitan los rostros que surgen de su imaginación y del impulso creativo que inspira el trazo espontáneo que se mueve de manera orgánica entre ramas y raíces. Entre miradas, el artista nos cuenta el relato de una tierra fértil de la cual brotan universos y seres únicos. Inspirado en esa fecundidad de crear, de soñar y sentir de maneras distintas creó Flora de urbe, una serie que nos recuerda aquellas diminutas flores que luchan por sobrevivir rodeadas del pesado asfalto que cubre la ciudad, dejando cada vez menos espacios verdes para la libertad.
Fotografía de Miguel Ángel Turner
Puedes conocer la obra de estos seis creadores en la primera exposición gestionada y producida por la plataforma Periferia, un proyecto con la propuesta de hallar territorios no tradicionales para presentar proyectos culturales a nuevos públicos. No te pierdas Pasó pero nunca lo vi del 9 de diciembre de 2017 al 28 de febrero de 2018 con la participación de Carlos Bernal, Francesco Levy, Mec Paz, Rodrigo Palacios, Tulio Tula y Umberto Coa en la Galería de Arte de Jardines de México.
Fotografía de Miguel Ángel Turner
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El arte nos devela los misterios de la ficción como las obras de Rodrigo Palacios para descubrir el lado oculto de las cosas o las pinturas de Mec Paz con las que podrás explorar lo más profundo de tu inconsciente.