Parece que el aún anónimo Banksy no puede no estar en boca de todos. Si no es porque ha realizado un nuevo mural, o porque “ha sido atrapado”, por saltar hace poco a las primeras planas con esa pregunta de si el pasar de incógnito enmascaraba a una mujer, el arte de Banksy, sea como sea, inunda las redes cada tanto, y con esa aura de misterio seguimos idolatrándolo cómo si fuera el gran genio, por lograr engañarnos desde hace ya tanto.
Para seguir alimentando el misterio y la vez la fama, y como en algunas otras ocasiones, su obra está siendo expuesto en la galería Keszler como parte de Art Miami New York, la feria de arte moderno y contemporáneo. La galería está ofreciendo al público una pequeña muestra de algunas piezas originales del artista creadas desde el año 2005. Se pueden apreciar en esta colección desde pinturas hechas con spray a esculturas y algunos fragmentos de sus murales.
Si el arte urbano se presenta en galerías, aparecerían dos interrogantes: ¿a caso está evolucionando el arte urbano? ¿o se está perdiendo su verdadera esencia? Lo que llama la atención de un buen artista urbano, un buen graffitero, es la clandestinidad. La manera de hacer un arte político o social, que no tiene más intención que generar opiniones o quejas; que llegarle a un público mayor, a una sociedad en general y no sólo a aquellos que visitan los museos. Arte que no busca remuneración económica a cambio, y que por ello, es tal vez un arte más real, más humano; eso sí, mientras no dañe la integridad de algún edificio, mientras se haga de buena “intención”, y no esos rayones sin sentido que no hacen más que contaminar la vista. A continuación algunas de las obras del artista que participan en la feria:
