En los 60 todo era amor y paz para los hippies y las personas que se oponían a los horrores de la Guerra de Vietnam. Los idealistas querían cambiar las balas por rosas y las explosiones por cánticos de amor que unieran al mundo. Un joven artista, justo en el momento de estar terminando sus estudios en la ciudad de Chicago en 1964, estaba empapado del mismo sentir de su generación y condensó en una imagen las ideas de paz que los Estados Unidos tanto anhelaban.
Robert Indiana pasó a la historia por su icónica escultura LOVE que fue produciendo en distintos colores a partir de la original y que también llevó al terreno de la serigrafía, los carteles publicitarios e incluso una serie de estampillas postales. Junto con las latas de sopas Campbell´s de Warhol, quizá se trate de la imagen más conocida de la historia del pop art. Diversas ciudades del mundo tienen su propia reproducción de esta imagen, la cual se ha popularizado gracias a miles de personas que posan en ella para sus perfiles de Instagram o simplemente como un agradable recuerdo de sus vacaciones.
Más allá de esta singular escultura, Indiana se distinguió con otras obras que hacían énfasis en la vida cotidiana de la sociedad norteamericana. La pérdida del artista, quien falleció el pasado 19 de mayo a los 89 años recluido en su isla de Maine, es la de una esperanza para la humanidad. Indiana era un idealista y un creyente total de que las cosas podían cambiar. Cuando el candidato demócrata Barack Obama llegó a la presidencia de los Estados Unidos en 2009, el artista hizo una versión alternativa de su obra LOVE con la palabra HOPE. Por desgracia, hoy esa esperanza parece un tanto empañada con la llegada del republicano Donald Trump a la Casa Blanca.
El uso de elementos cotidianos, comerciales e industriales fueron transformados por Indiana en arte puro con una dosis de oscuridad y cierta ironía que critican el estilo de vida norteamericano. A través de un lenguaje literario y gráfico de fácil entendimiento, este escultor nacido en New Castle, Indiana, penetró en el alma de la clase media estadounidense para ventilar sus secretos y defectos.
Las palabras por encima de cualquier otro elemento son los ejes motores de la obra de este artista. A través de ellas encontró la manera más sencilla y directa para transmitir sus dardos a la sociedad a la cual criticaba de manera velada pero al mismo tiempo sin misericordia. Minimalista, directa, pero al mismo tiempo críptica, su obra The Green Diamond Eat / The Red Diamond Die (1962) es un mensaje abstracto que deja en el aire más de una lectura: ¿un ataque al consumismo, una crítica a los hábitos alimenticios que no son sanos o acaso un mensaje que nos dice que los alimentos no nos salvarán de la condena natural de morir?
Indiana, quien siempre se sintió rechazo por la etiqueta de pop art, también sintió un extraño rechazo por las multitudes. Por ello, en 1978 se mudó de manera permanente a Vinalhaven Island (Maine), donde vivió hasta el último de sus días. A pesar de esta reclusión impuesta por sí mismo, Robert Indiana nunca fue un sujeto que escapara de la realidad del mundo, más bien buscaba verla desde los ojos del aislamiento y no condicionado por el caos de la ciudad y las manchas humanas: así lo muestra su serie Peace Paintings, un conjunto de cuadros que criticaban la invasión de los Estados Unidos a Irak. La gran cualidad de los colores y palabras de Indiana es que no sólo se refirieron a hechos de su momento, sino que en el presente actúan como un aviso a las futuras generaciones sobre la necesidad de tomar una postura frente a la realidad.
A pesar de ser un artista con un estilo tan personal, que hablaba desde la absoluta subjetividad de sus ideales colectivos, también le dio voz a su sociedad: la que era capaz de hacer frente a la política belicista de los Estados Unidos y no se conformaba con el típico estilo del American Way of Life. Siempre fue el representante de los que no aceptaban las armas en lugar del diálogo, de los que veían en el consumismo un arma que en cualquier momento podía explotar en sus manos.
Pese a la fama y excelsa calidad de este exponente del pop art, la primera muestra de sus obras tardó varios años en llegar: Robert Indiana: Beyond LOVE (2013) le dio al público la oportunidad de explorar los innumerables caminos de un hombre que desde la soledad de una isla exploró la esencia de su nación por medio de pinturas, esculturas y palabras que no requerían ser largas para dar en el blanco de sus mensaje central. Efectivamente, Indiana fue algo más que la palabra LOVE y un conjunto de coloridas estrellas. Fue el maestro radical que siempre quiso dar un mensaje que despertara la conciencia de un pueblo dormido en el materialismo.
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Tal vez sólo Andy Warhol, el hombre de negocios aficionado a los productos de consumo, te venga a la cabeza cuando piensas en pop art, pero en ese mundo de colores y objetos cotidianos transformados en arte también hubo talentosas artistas que fueron injustamente opacadas por ser mujeres. Conócelas y disfruta de su propuesta radical.