Hace unos años, el nombre de Boris Viskin empezó a sonar con fuerza en el mundo de las artes en México, su propuesta, que se encuentra en una delgada línea entre la escultura y la pintura, se basa en una reinterpretación de técnicas y composiciones que hemos visto en el pasado y que evocan, en algunos casos, a artistas como Klimt, o juega con geometrías que podrían verse en el trabajo de Kandinsky.
Uno de los elementos más sobresalientes de la propuesta pictórica de Viskin —nacido en la Ciudad de México en 1960— se fundamenta en la ruptura del espacio bidimensional que le ofrece el lienzo; combina dos recursos técnicos de vieja data como el uso de la perspectiva y la superposición de objetos en el plano. En el caso particular de la perspectiva, lejos de buscar los puntos de fuga, recurre a una de las formas más antiguas de este tipo de construcción geométrica, en las que la posición de los objetos son las que determinaban la ubicación de los mismos.
Ahora bien, la adición de piezas ayuda a que el cambio de colores, texturas y sombras sobre la superficie inferior refuerce la condición de cambios de profundidad. Aunque en su obras se osberva que existe una amplia variedad de materiales utilizados por el artista, al parecer uno de sus elementos favoritos es la madera, a la que no sólo recurre como una base para llevar a cabo su propuesta pictórica, sino que aprovecha su condición natural de volumen, sentidos y vetas que con un toque de color logra construir a la perfección sus proyectos.
Uno de los puntos más importante de la obra de Boris Viskin es la temática que gira en torno a sus obras, en las que se pueden encontrar piezas satíricas que confrontan el mundo del arte a través de imaginarios locales, como el caso del cuadro “Mi abuelita de Klimt”.
Otras de sus obras invitan a reflexiones frontales con temas como la religión y el sincretismo cultural, como se puede observar en la pieza “Sonata para una noche cíclica”.
“La belleza llegará después”, nombre que recibe la exposición de Boris Viskin, sintetiza la obra de un artista que, lejos de buscar un ideal estético, quiere provocar, a través del uso del color, las formas y los materiales, un mensaje de ruptura.
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