Michelangelo Mersi da Caravaggio pasó a los libros de historia del arte no sólo por su capacidad artística y técnica, sino por haber experimentado una vida digna del imaginario artístico y bohemio. Talentoso, orgulloso y atrevido, Caravaggio tuvo una vida tumultuosa en la que retó a la escuela tradicionalista de su época y ganó; hizo amigos, pero aun más enemigos. Una vida en la que vivió para la creación artística y los placeres carnales que estarían profundamente vinculados durante su corta vida.
El arte de Caravaggio está ligado fuertemente al contexto de su época. Un artista que fue precursor del barroco y en palabras de André Berne-Joffroy “Caravaggio comenzó con su arte algo simple, la pintura moderna”.
Pero no fue solamente la pintura moderna lo que comenzó Caravaggio, también fue uno de los primeros exponentes de la pintura barroca, corriente artística que duró más de un siglo y cuya definición es tan ambigua como lo explica el historiador del arte Erwin Panofsky: “La primera idea que acude a nuestra mente cuando se escucha la palabra Barroco es la idea, por decirlo así, de un alboroto magnifico: movimiento incesante, riqueza imponente del color y la composición, efectos teatrales producidos por el juego libre de la luz y la sombra, mezcla indiscriminada de materias y técnicas, etc”.
Efectos teatrales, quizás ese elemento es el que da a la pintura de Caravaggio la importancia que tiene hoy. La teatralidad con la que pintó se ven reflejadas en el magnífico uso del claroscuro, técnica de la que se hizo un maestro y por la que se puede decir que es uno de los hombres más influyentes de su tiempo. Si bien la pintura de Rembrandt fue muy valorada en los años que siguieron a la muerte del artista, Caravaggio ejerció una fuerte influencia entre sus contemporáneos, y finalmente, en el siglo XX, obtuvo justicia cuando se revaloró su obra y la importancia del artista incrementó.
Su trabajo que raya entre el naturalismo y el realismo al usar gente común para pinturas eclesiásticas que eran tan necesarias en tiempos de contrarreforma, hicieron que las pinturas de Caravaggio fueran entendidas como grandes obras de arte, pero que llegaron a escandalizar a mucha gente de la época.
La Iglesia buscaba mantener seguidores pues la reforma eclesiástica provocada por Martín Lutero había hecho temblar los pilares de la institución. Es por eso que la Iglesia no escatimaba en construir templos en los que necesitaban colocar obras de arte que evangelizaran por medio de la imagen; pero, las pinturas de Michelangelo Merisi da Caravaggio solían ser revolucionarias y eso no era lo que la Iglesia buscaba.
El uso de gente común para representar la vida de Jesús y los apóstoles era de mal gusto. Prostitutas, adolescentes (con los que se dice que Caravaggio mantenía relaciones), vagabundos y más, eran las musas que el artista utilizaba para pintar. Algunas veces incluso pintaba santos y vírgenes con tierra en los pies como si se tratara de una persona cualquiera.
Una pintura de 1602, en la que se mostraba al apóstol San Mateo recibiendo la palabra divina para sus evangelios, fue rechazada. El artista tuvo que repetirla, pues la pintura original no sólo mostraba al apóstol con facciones bastante fuertes, alejadas del canon de hombres misericordiosos y buenos con los que el Estado Católico buscaba representar a sus máximos exponentes, sino que mostraba al ángel que dio a San Mateo la palabra divina en una proximidad con el apóstol que perturbaba a quienes la veían. El toque de las manos, la mirada soñadora del ángel y el rostro de excitación de Mateo quizá representaban un verdadero roce con lo divino, pero la alegoría sexual se podía leer fácilmente.
La vida del artista estuvo balanceándose entre su producción artística y sus problemas con la autoridad y otras personas. Se dice que en 1606 mató a un hombre en una pelea, por lo que huyó de Roma a Nápoles, donde tuvo éxito rotundo, pero fue expulsado por “faltas a la moral”. Entonces, huyó a Sicilia, donde se cuenta que era antisocial e incluso dormía armado, pero la popularidad era tal que el artista obtuvo el perdón papal. Lamentablemente, después de algunos intentos de asesinato y días confusos incluso para los historiadores, Caravaggio murió en 1610 a la edad de 36 años.
El protagonismo que otorgaba a sus personajes, y en especial a ciertas partes del cuerpo, hacen que la pintura se sienta viva. La profundidad en las miradas que pintaba, el trazo perfecto que se nota en la textura viva de sus telas, el movimiento que da la sensación de encontrarse ante una obra viva; una obra de teatro que transcurre a dos dimensiones, el simbolismo que marcó el artista con los mitos antiguos, las figuras religiosas, así como su visión particular y su propia vida, hacen de las obras de Caravaggio un referente total en la historia del arte.