La luz y el amor son iguales: con la suficiente potencia pueden derretir almas o hacer explotar un corazón como si se tratara de una Supernova. Si se combinan los dos elementos, entonces nace una potente y descomunal fuerza que explora la mente e imaginación de todo aquel que se postra en frente y mira directamente sin cerrar los ojos ni parpadear, hace explotar su imaginación y lentamente se forma un sistema solar —metafóricamente— justo como sucedió con el Big Bang.
Ésta era sólo una idea en la mente de Cerith Wyn Evans, cuya carrera como cineasta no le permitía explotar todo su potencial, por lo que a través de elementos cinéticos y orgánicos, piezas sonoras y otros materiales consiguió hacer una colección de arte que compara con un eclipse, un sistema solar y una galaxia. Es como un universo de luz, sin planetas, estrellas o constelaciones, sólo auténtica iluminación que se desprende de la imaginación, de los sueños, la filosofía y del cine, es decir, de las pasiones de Evans.
Desde muy joven se dedicó a la exposición de ideas a través del arte, por lo que comenzó haciendo filmes en los que trataba de soltar todo su potencial; sin embargo, faltaba algo más. Entonces abandonó el séptimo arte para comenzar una carrera como artista visual en la que a partir del lenguaje y la comunicación consiguió mezclar y reunir en una sola rama sus pasiones; así nacieron diversas esculturas e instalaciones que comunican un mensaje metafórico mediante su forma. A pesar de usar luz, se vale de otros elementos para complementar su arte, como el texto, el cine y la pintura.
Previo a su explosión como artista visual era guardia de seguridad en Duveen Gallery. Desde ese momento tenía intenciones de trabajar con luz, ya que su linterna le permitía ver todo cuando estaba oscuro. Concluyó que la vida era justamente una metáfora de su labor como guardia: cuando menos lo esperaba había una luz que lo ayudaba a ver mejor; no obstante, el manejo de la iluminación es complicado, así que para lograrlo buscó en diversas vertientes del arte que le facilitaran el trabajo, hasta que encontró que la forma de hacerlo era a través de la unión de algunos elementos extra, mismos que representaran la luz y su forma en la vida diaria, es decir, desde focos hasta pinturas.
Es por ello que los críticos aseguran que sus piezas son obras poéticas en las que se puede notar la influencia del cine, la música, literatura y la filosofía, mientras que la estética de su obra suele ser muy refinada. Cada una de las piezas cuenta una historia que, como hemos mencionado antes, se inspira en otras artes. Así, justo en la entrada del patio del Museo Tamayo en la Ciudad de México se erige una frase que dice «Miro al cielo. La luz se está desvaneciendo». Con esta poética frase en luces de neón se da la bienvenida a la primera exposición del artista en la CDMX. La palabra E=C=L=I=P=S=E —que también aparece dando la bienvenida— da una idea de lo que se encuentra adentro del Tamayo: un viaje sensorial con luz flotante como protagonista.
12 piezas conforman la exposición, las cuales fueron creadas desde hace 10 años y son una suerte de reto cognitivo que desafía al espectador y su percepción de la vida, la luz y el amor, ya que son los elementos principales de la obra de Cerith Wyn Evans.
Si quieres visitar su exposición y dejar fluir tu propia luz, puedes asistir al Museo Tamayo de febrero a mayo. El costo es de $ 65 y los domingos es entrada libre. Déjate iluminar por el exguardia de seguridad cuya vida está dedicada al arte luminoso y permite que el amor y la luz emanen de ti.
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Si quieres vivir una experiencia completa, puedes visitar este museo que presenta obras interactivas para las personas invidentes, así entenderás que el arte se siente y se aprecia con todos los sentidos. Por otro lado, si lo que quieres es inmiscuirte en las nuevas propuestas artísticas, consulta la plataforma ACME y deja que las tendencias influyan en ti.