En Asia, las mujeres suelen ser de baja estatura. Ante tal complejidad, muchas de ellas usan tacones a temprana edad y cada vez lo vuelven más altos hasta terminar usando plataformas. Al ver que la altura física era en verdad un predicamento para el desarrollo social de las chicas, la ciencia puso manos a la obra y encontró la solución más adecuada para que las asiáticas pudieran tener una estatura promedio (mundialmente hablando) sin la calamidad de tener que verse nuevamente pequeñas al finalizar el día.
Los médicos autorizaron una cirugía dolorosa y difícil, pero que las haría crecer notoriamente: consiste en fracturar los huesos que conforman las extremidades inferiores, una vez que se ha roto el hueso, se atornilla un aparato a la tibia y al peroné. Esto hará que las piernas se alarguen en unos cuantos meses por lo que se necesita ser paciente en cuanto al procedimiento ya que no basta con seguir las reglas de descanso, hay que tolerar dolor, molestia y, una dieta rica en calcio y baja en proteínas y grasas. Dependiendo del tamaño que la paciente desee, el fémur será fracturado en varias partes y también se ponen pequeñas placas en cada espacio.
Una vez que se llevó a cabo la cirugía, se corre el 25 % de riesgo de que las placas no funcionen del todo bien e incluso haya infección en el hueso, la cual es tratada con antibióticos, en ocasiones, inyectado, causando en las chicas mucho dolor y una terapia en la que aprenden a caminar de nueva cuenta. Así, no se recomienda hacer este tipo de cirugías ya que son dolorosas, cansadas y pueden salir mal… siempre hay un riesgo. Pero no es el único cambio corporal que puede generar un contratiempo por demás cansado.
La fotógrafa coreana Ji Yeo sabe bien lo que es tener que crecer inmersa en el estereotipo de belleza que se impuso de manera probablemente involuntaria en ella. Sus amigas hablaban únicamente de cómo mejorar su aspecto físico, cuantas cirugías querían hacerse y cómo resaltar o disminuir algunos aspectos físicos que las conflictuaban. Ji Yeo no era diferente. Uno de sus sueños era tener una transformación radical a través de la cirugía estética y el otro era ir a la universidad. Gracias a becas escolares, la chica se pudo mover entre Estados Unidos y Corea del Sur logrando ingresar a la Universidad de Seúl.
Durante su estancia universitaria visitó a algunos cirujanos para pedirles que le hicieran un cambio radical. Para entonces, estaba inconforme con todo su cuerpo, desde las uñas de sus pies hasta el cabello. Su cara, su abdomen, sus piernas, todo le parecía un mal chiste, pero afortunadamente ninguno de los cirujanos logró explicarle qué beneficios le traerían los cambios realizados con el bisturí. Era lógico que sus senos aumentarían, las costillas se notarían y los pómulos sobresaldrían del rostro, pero en realidad, ninguno le daba una razón verdaderamente convincente para que ella dijera “sí, me quiero operar”, de hecho cada vez se iba desilusionando más con cada conversación que tenía con los médicos y se convencía de que debía permanecer tal cual, sin operaciones ni cambios físicos…
¿Qué hacer para sentirse mejor consigo misma sin la necesidad de recurrir a la cirugía como todas las chicas?
En un intento por subir su autoestima, creó un foro en el que se puso en contacto con otras mujeres que al igual que ella estaban en contra de la cirugía estética y otras que recurrirían a cualquier tipo de cambio quirúrgico. Ellas se dejaban tomar una foto antes y una después de la cirugía. Alrededor de 10 mujeres aceptaron y las capturas derivaron en un resultado impresionante.
Cada fotografía fue tomada en un momento de descuido, en donde ellas no estaban plenamente conscientes del lente con el fin de retratar su verdadera reacción y sentir ante el dolor que emanaban. Una vez que disparaba, cuenta que las chicas la miraban tratando de sonreír y emitir su satisfacción ante la cirugía, pero en el fondo y ante la toma, no era más que una careta que al igual que las heridas, se escondían detrás de las vendas y los parches. Para Ji Yeo, su proyecto que al final tituló “Beauty Recovery Room”, significó mucho al haber desenmascarado los dolores de la cirugía, pero también intentaba darles una esperanza retratándolas en fondos de tonos suaves o neutros, demostrando que la esperanza nunca muere.
Esto fue sólo el primer movimiento en su jugada, ya que su obra fue exhibida en diversos lugares y le dio a la fotografía un nuevo significado. Pero su mayor y más explícito performance luego de unos años en los que notó que pocas chicas se arrepentían de haber recurrido a la cirugía y cada vez más niñas pequeñas pedían entrar al quirófano… Lo llamó “Draw on Me”. En 2010, luego de dos años del proyecto de fotos, se vistió con un leotardo color piel y se dirigió a un pequeño mercado en su viaje a Brooklyn con un cartel sobre las manos. Éste decía «Quiero ser perfecta. Dibuja sobre mí la parte que necesite una cirugía plástica».
Ante su sorpresa, un gran grupo de personas se acercó a ella buscando esos sitios que consideraban, debían ser cambiados con cirugía estética. Le dibujaron glúteos, le pusieron círculos en los senos y le dibujaban líneas curvas en la cintura. Ante ese acto, ella asegura haber sentido una decepción un tanto profunda cuando le decían qué debía mejorar con ayuda médica, pero también había personas que le hacían ver lo bella que era.
«Estaba muy nerviosa ante la idea de ponerme a mí misma en situaciones vulnerables, ni siquiera me gusta cuando la gente me mira en la calle, menos me iba a gustar que se acercaran a pintar, pero era algo que debía hacer».
En esos casos, en que la gente la elogiaba y le hacía saber que no necesitaba de un cambio a manos de cirujanos, ella vislumbraba una esperanza de aceptación y fe en la sociedad en la que estamos inmersos. Al final, cada cuerpo tiene su propia historia y su forma por lo que le da identidad a cada uno, entonces modificarlo con cirugía estética es modificar también las características propias. Ambos casos de expresión son distintos, pero se entrelazan en algún punto. Es decir, en el acto de las fotos se mostraba más bien el dolor de la belleza, mientras que en el performance, se quería connotar la crueldad de la estética en la sociedad.
Se estima que Corea del Sur domina el mercado de la cirugía estética. Una de cada cinco mujeres de entre 19 y 49 años han sido sometidas a cirugías estéticas auspiciadas por sus propios trabajos, sus padres o préstamos bancarios en los que recaen sus gastos. La deudas crecen y los estragos posiblemente también, pero todas van con la autoestima en lo alto. No obstante, una cirugía es un síntoma de la decadencia de la sociedad, Ji Yeo lo plasma muy bien en su obra en la cual exhibe el dolor y la falta de conciencia, pero también el deseo y sueño de mujeres que sólo anhelan ser bellas, al final,… ¿qué de malo tiene anhelar algo?
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Conoce a estos fotógrafos que seguramente harán volar tu imaginación. Si te gusta la labor fotográfica, atrévete a conocer el riesgo que hay entre el fotógrafo y su retratado.
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Referencia
Ji Yeo
Trishjluv
The Guardian