El control social mediante la constante vigilancia y, peor aún, la concepción de esto como un acto completamente normal, son síntomas inequívocos de la libertad sui generis que ofrece la sociedad contemporánea. Cada uno de tus movimientos es observado, registrado y archivado. Basta con activar la ubicación por GPS en el teléfono celular para dar a quien así lo requiera todos los pormenores de las actividades que realizamos día a día, sobre todo a través de tus redes sociales.
¿No lo crees? Facebook guarda cada una de tus imágenes, comentarios y archivos compartidos, todo lo que consciente e inconscientemente vacías en la red social que funciona como confesionario; Google almacena todas tus búsquedas y Maps registra cada sitio al que acudiste, así como la frecuencia con que lo haces, mientras Uber analiza tus recorridos. Con unas cuántas semanas registrando tu actividad, toda esta información en conjunto podría hacer un perfil completo de cada persona, mejor de lo que se conocen ellas mismas.
La proliferación de las cámaras de vigilancia en las principales ciudades del mundo desarrollado ha despertado polémica únicamente en un pequeño grupo de la sociedad compuesto por personas críticas que consideran que el efecto real no es apoyar en la prevención del delito y mejorar la fluidez de las principales vialidades, sino mantener el orden social a través de un ojo omnipotente que todo lo ve. La sociedad disciplinaria actual ha creado, en palabras de Foucault, un control sobre los cuerpos que se reproduce a cada instante a pesar de que la vigilancia no esté presente en todo momento. La ventaja que tiene el panoptismo en la normalización de la sociedad es el control sin la necesidad de la observación permanente del sujeto en cuestión. El poder se configura invisible e inverificable, extendiendo su dominio a todos los momentos y lugares.
A partir de este principio, el artista chino Ai Wei Wei presentó en el marco del Festival Internacional de Manchester 2013 y como parte de la exposición “Do It”, la forma de construir una herramienta para anular una cámara de vigilancia que cuelgue de lo alto de un poste en un sitio público. Esto como una acción en contra de la vigilancia y como protesta a una sociedad completamente regulada. Se trata de una extensión de pintura en aerosol a través de un palo para poder activar el atomizador desde un extremo sin la necesidad de subir a donde se ubican las cámaras.
¿Cuáles son los pasos a seguir?
En primer lugar, los materiales son sencillos de conseguir y muchos de ellos se encuentran en nuestro entorno inmediato: un bote de pintura en aerosol de tamaño estándar, un desarmador, un palo de escoba o similar, un portabotellas de bicicleta donde entre el bote, un freno de mano de bicicleta, cuerda de nylon u otro hilo resistente y por último, un sacacorchos. Como la mayoría de las cámaras se ubica en un punto alto e incluso puede girar y seguir el movimiento de una persona, la mejor forma para anular su acción, según Ai Weiwei, es mediante el uso de pintura de aerosol en el obturador, que en la mayoría de los casos está cubierto por cristal.
Las instrucciones son las siguientes:
Fija el sacacorchos en la parte superior del palo, gíralo hasta que enrosque o bien, pégalo. (a.01)
A continuación, pon la lata de aerosol en el portabotellas para bicicleta. Asegúrate de que el mango del sacacorchos esté en la posición correcta, donde cada vez que se mueva, apriete el atomizador para activar el spray. Utiliza un par de tornillos pequeños para fijar el portabotellas. ( a.02)
Toma el freno de bicicleta y colócalo al otro extremo del palo, de forma que cuando “frenes” se active la lata de aerosol. (a.03)
Mete la lata en el portabotellas y asegúrate de que esté fija y no se mueva al apretar el freno. (a.04)
Ajusta la lata a la altura de la barra, mete el palo al soporte donde va la base metálica de la bici junto al freno. Prueba que funciona y conecta el extremo del freno a la pata opuesta del sacacorchos. (a.05 – a.06)
La exposición de Ai Weiwei se une a un grupo de acciones políticas del artista, mismas por las que fue perseguido por el gobierno de su país e incluso encarcelado durante tres meses por una supuesta “evasión de impuestos” que nunca pudo ser comprobada. Si quieres conocer más sobre el trabajo de Ai Wei Wewi, lee el artista plástico rebelde, irónico y activista de los derechos humanos. Al igual que Weiwei, otros artistas también critican a la violencia de la sociedad contemporánea, como estas 10 obras de arte alrededor del mundo para entender la violencia.