«Creo que el arte es una obsesión con la vida y, después de todo, como los seres humanos que somos, nuestra mayor obsesión somos nosotros mismos».
-Francis Bacon
Bacon es un pintor de arte contemporáneo que como muchos de su época se centró en las figuras abstractas; la yuxtaposición de rostros deformes, pedazos de res, bocas abiertas simulando gritos, pero por sobretodo una visceralidad latente que no sólo se trata de horrorizar al espectador, sino de sacudirlo y que el remolino de sensaciones que una pieza pictórica conlleva lo capture.
Figure with Meat, 1954.
Es por ello que los siguientes cuatro consejos que Bacon adoptó para su propia creación se tratan de la búsqueda o reflejo del sentir humano, particularmente el del creador. La pasión, pero por sobre todo el dolor y la desazón son el medio perfecto para representar el alma humana con franqueza. Sus consejos también reflejan, tal vez de la manera más fiel, su propia estética y su pensamiento, totalmente libre de interpretaciones de críticos de arte o estudiosos, y de un lugar sumamente personal como lo puede ser el proceso creativo:
Triptych, 1991.
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No temerle a los accidentes
Se trata de un conocimiento empírico. Bacon aprendió a dejar que el lienzo y la pintura le apuntaran hacia dónde debía ir, cuando por mero accidente una pieza que suponía representar un ave, terminó siendo algo parecido a un paraguas. Para él, la pintura tuvo mayor impacto a la vista y en especial a la hora de transmitir los sentimientos y sensaciones que él deseaba provocar en sus espectadores.
Painting, 1946.
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La abstracción es el mejor método
Probablemente otros pintores no estarían de acuerdo, pero si de algo estaba convencido Bacon es que el uso de figuras abstractas en los lienzos tenía mayor poder de evocación a diferencia de una pintura realista en la que el espectador poco puede sumar al significado de ésta… y en la mayoría de su obra funcionó. En uno de sus trípticos más famosos, Three Studies for Figures at the Base of a Crucifixion (1944), provocó que los espectadores salieran de la exhibición dado el nivel de aversión que les causaba. Lo cual podría parecer contraproducente, no obstante, tal movimiento logró que Bacon se convirtiera en una sensación en el mundo artístico y por primera vez se le considerara un pintor maduro.
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Date tiempo para ti mismo
Este consejo no es único de Bacon, lo habrás escuchado en cualquier otro ámbito de tu vida, pero para el pintor el tiempo a solas permite que cada creador se pueda poner en contacto con sus emociones y entonces tenga mayores herramientas para plasmarlas en sus pinturas. Bacon era partidario de que el sufrimiento —entendido como infelicidad— era más útil para cualquier pintor dado que “estiraba” el rango emocional de cada persona contrario al desprecio que lo limitaba, por lo tanto reduciendo la experiencia estética.
«Encuentro que si estoy a solas, puedo permitir que la pintura me dicte. Esa es la razón por la que me gusta estar solo, a solas con mi propia desesperación de ser capaz de hacer lo que sea en el lienzo».
Study for Portrait VII, 1953. Relaboración del Retrato de Inocencio X de Velázquez.
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Privilegiar la verdad sobre todo lo demás
Y es que no hay forma de plasmar las emociones, sentimientos y pasiones en un cuadro sin ser sinceros o abogar por la verdad. En el momento en el que la creación es manipulada para que los espectadores no puedan descifrar lo que impulsa el autor, entonces la pintura perdería fuerza y propósito. En Artsy lo explican de la siguiente forma:
«Su trabajo fue alentado por un deseo de dejar al descubierto las emociones y experiencias difíciles, que tenemos la tendencia a enterrar en favor de presentar versiones mucho más positivas de nosotros mismos y nuestra sociedad. […] Bacon insistió que “el objetivo del arte es proveernos con el hecho, la verdad de quien somos”».
Three Studies of Lucian Freud, 1969.
Si el artista no es sincero con su propia creación, el arte no tendría sentido y tal vez esa sería la mayor aberración posible, incluso más que las figuras amorfas de los cuadros de Bacon o los personajes enclaustrados en un grito imposible de escuchar.
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