¿Te has cuestionado alguna vez sobre el medio y la forma en la que te desarrollas todos los días? ¿O te has detenido a observar, interpretar y traducir qué es lo que sucede en tu realidad y contexto? Y por “detenerte” no es bajo el significado literal, pues la movilidad es fundamental para darte cuenta de tu entorno. Observar, interpretar y traducir la situación y la composición, o bien la manera en la que se conforma un espacio, ya sea por medio de su arquitectura, su forma, sus intenciones y las personas que interactúan en él, son esenciales para entender dónde estamos y qué hacemos. Arquitectura y diseño son claves fundamentales de la sociedad, pero no sólo como espacios.
Esto sería como detenernos y detener el tiempo para observar y mezclarnos dentro del contexto de lo que nos acontece, detener la velocidad de nuestro presente y establecernos en la tranquilidad de un ahora, casi un estado meditativo pero de carácter activo, ya que requiere la atención en cada uno de nuestros movimientos, direcciones, emociones e intenciones que provocan dichas composiciones.
Pero en realidad ¿qué diferencia hace prestar atención en nuestro contexto como seres individuales?
Como ciudadanos nos desarrollamos diariamente en esquemas urbanos e infraestructuras consolidadas por diferentes intenciones y proyecciones: nuestra casa, nuestro trabajo, el club deportivo, la escuela, la universidad, entre otras… Contemplamos la mayor parte del tiempo simplemente las formas que componen los diferentes espacios y los apreciamos únicamente bajo criterios estéticos, tal vez de comodidad y de popularidad. Ignoramos y nos son indiferentes los significados al estar dentro de la ciudad o fuera de ella, en pequeños o grandes recintos, en parques o espacios públicos. Las diferencias entre cada uno componen nuestro entorno y el medio por el cual nos desarrollamos. En la gran mayoría de los casos esa ignorancia es provocada por el lujo y la comodidad: nos ciegan y nos impiden notar las diferencias especificas, sin sentir en realidad la esencia de sus programas, el esquema activo que éstos interpretan. Nos olvidamos de preguntarnos ¿dónde estamos? y ¿qué hacemos?
Pareciera que vivimos nuestras vidas, nuestros desplazamientos y nuestras actividades en piloto automático, sin siquiera ser conscientes del lugar en el que estamos y sobre lo que en realidad estamos haciendo ahí. El espacio en el que nos desarrollamos podría representar autoridad, manipulación, segregación, represión, exclusión. O bien podría representar libertad, integración, colectividad, armonía. Estas representaciones se expresan directamente en nuestras emociones, nuestras percepciones y en gran parte en nuestras actitudes del día a día.
Identificar las diferencias nos hace más conscientes sobre los sentidos que tiene la vida al involucrarnos directamente desde contextos históricos hasta los desarrollos de un presente, siguiendo las pistas relacionándonos con lo que hacemos y dónde lo hacemos. Las direcciones despiertan sentidos y se orientan por el conocimiento y la noción de nuestros pasos, el sentido de pertenecer y el respeto por nuestros espacios serían más palpables al identificarnos como miembros de un conjunto colectivo, en el que cada una de nuestras acciones fueran conscientes de su impacto personal y global, a nivel persona y a nivel espacio.
Existen 3 elementos que nunca dejan de formar parte de nosotros y son indispensables para desarrollar una experiencia humana: el tiempo, el espacio y nosotros, cada uno como individuo (una vida).
Si nos olvidamos de la esencia y del verdadero sentido, el significado y las intenciones de las estructuras sobre las cuales nos desarrollamos diariamente, no podremos conectar los 3 elementos mencionados anteriormente. ¿De que manera relacionamos el tiempo, el espacio y a nosotros mismos? Tendríamos que dejar de observar nuestras composiciones e infraestructuras como algo exterior a nosotros, tenemos que involucrarnos en ellas, entender sus transformaciones y sus intenciones, la inconsciencia de no entenderlas podría hacernos ignorantes toda una vida y nunca entender dónde estamos y qué hacemos por medio de lo que ha a sido y lo que es, manipulados por apreciaciones literales, comodidades y como consecuencia alejarnos de experiencias humanas por decisión propia.
“Me ha sido útil entender que la arquitectura va irremediablemente ligada al sentido de pasar por este mundo en determinado momento. Del mismo modo que los edificios nunca están solos, también desde nuestros genes estamos menos solos de los que nos parece, la arquitectura es el medio físico más flagrante”
Rafael Moneo
Una de las grandes causas que nos incitan a ignorar son las intenciones y los enfoques sobre las decisiones que conlleva una planeación y proyección de nuestros espacios en la actualidad. Nuestro sistema tiene una tendencia cada vez mayor de construir espacios privados, regidos por modelos e intenciones económicas. En donde el empoderamiento de espacios apuntan a esquemas individuales y desarrollos principalmente absurdos para el verdadero crecimiento personal y colectivo, la distracción es el elemento primordial para el empleo de nuestro tiempo libre.
Pensemos en la transformación que ha recibido el programa, la intención y el esquema de un mercado antiguo de nuestra época prehispánica también conocido como “tianguis”: los tianguis se caracterizan por ubicarse de manera semifija en calles y en días designados por usos y costumbres, variando éstos en cada población, en los que la comunidad local comercia y adquiere diversos productos, desde alimentos y ropa, hasta electrodomésticos y más…
O bien pensemos en un ejemplo fuera del continente como las ágoras de la antigua Grecia, en donde la interacción comercial y social se vivía en una plaza de espacios abiertos, centros de comercio (mercado), de cultura y política. Los programas y actividades de ambos ejemplos aún se pueden apreciar y vivir de manera originaria hoy bajo ciertas modificaciones y actualizaciones. Pero también el concepto de éstas se ha transformado en nuestros centros de comercio actuales. Tal es el ejemplo de los centros comerciales, los afamados shopping mallls, los cuales buscan la interpretación de los ejemplos antes mencionados. Sin embargo, no son lo mismo, ya que son divididos por el gran muro de las intenciones públicas hacia los beneficios privados. Delimitar el espacio bajo direcciones especificas apuntadas a un consumo, a distracciones momentáneas, sin componentes nutritivos para nuestra integridad y sin el tacto real de un espacio sincero que comunique y distribuya, sino que aísle y clasifique, podría confundirnos sobre dónde estamos y qué hacemos.
Ágora griega
El objetivo no es limitar ni evadir este tipo de lugares. Sin embargo, hacernos de consciencia para este ejemplo y muchos otros podría ayudarnos a acercarnos más a nosotros mismos, a conocer lo que hacemos y por qué lo hacemos. Conocer también en dónde lo hacemos, lo que representa antigua y actualmente el lugar que nos permite desarrollarnos. En pocas palabras: ubicarnos y referenciarnos universalmente.
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Una de las funciones de la arquitectura es mejorar el entorno de las personas, por ello, estos son los 11 artistas y arquitectos que debes conocer para entender las transformaciones del mundo, así como la historia del arquitecto que creyó que era posible dormir en cajas y trabajar si ventanas.