Insustituible, así es la figura paterna en nuestra sociedad. A pesar de los intentos por volver realidad la frase “Madre sólo hay una, pero padre es cualquiera”, los resultados de diversos estudios sociales y de un sinfín de patrones reincidentes en mujeres maduras que crecieron sin un padre, demuestran que un hombre es irremplazable en el núcleo familiar. Prescindir del compañero más importante en la vida de una mujer, es lamentablemente imposible.
De acuerdo con la opinión del orientador familiar Álvaro Sierra, quien se dedicó a estudiar a las niñas que habían crecido sin un padre en diversas familias de Cali, el hombre que cría a una niña es quien pauta la representación absoluta que ella tendrá de la figura masculina. Es decir, el padre ayuda a la construcción de la identidad de una mujer, pues a la hora de validarse y respetarse a sí misma lo hará a través de la concepción que su propio papá tenga de ella. Sin esa retroalimentación o aprobación, su personalidad pende de la duda e inestabilidad.
Esto no quiere decir que la autoridad o el papel de una madre sea menos importante, simplemente es distinto. La trascendencia de la figura paterna en la vida de una mujer recae en su búsqueda de un compañero de vida, pues ella buscará una pareja a imagen y semejanza del primer hombre de su vida. Es tan grande el impacto de la ausencia de un padre en la familia, que hoy diversos medios y expertos han asegurado que la problemática del embarazo en madres adolescentes, tiene como raíz el haber crecido sin una figura paterna.
Por otro lado y fuera del significado social que un hombre tiene dentro del núcleo familiar, ¿quién es aquél al que llamamos padre? Para muchas es el héroe de sus vidas, otras lo consideran su amigo incondicional y para algunas se trata del único hombre que jamás les romperá el corazón.
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Las ilustraciones del único hombre que jamás nos romperá el corazón muestran la parte más tierna, real e irremplazable de una relación entre un padre y su hija. Él es al que esperábamos despiertas, a quien aguardábamos debajo de las cobijas con mariposas en el estómago, para sentir su beso en nuestra frente. Papá fue quien viajó a nuestro lado a todos los lugares imaginarios a los que deseamos llegar, es el que se olvidó de quién era para convertirse en el héroe que necesitamos.
El único hombre que sabe secar nuestras lágrimas, que entiende nuestros silencios y logra guardar nuestras risas para cuando más las necesitamos, ése es nuestro padre. La persona que siempre hace su mejor esfuerzo, el que nunca nos deja caer y quien alumbra nuestro camino sin temerle a la oscuridad. Con quien compartimos todo lo que somos y a quién le debemos todo lo que seremos, un papá es quien se emociona al vernos triunfar, pero también quien nos perdona cada vez que nos equivocamos.
Él es capaz de detener el tiempo, de revertir el sentido en el que gira la Tierra, de desaparecer fantasmas y sembrar ilusiones. El hombre de nuestras vidas, por quien jamás nos sentimos solas y mucho menos derrotadas. Nuestros padres son la fuerza que nunca se nos acaba, ese recuerdo con el que sonreír es más fácil y el abrazo por el que jamás pasamos frío. La persona que permanece a nuestro lado sin importarle quiénes y cómo somos, el único que en verdad puede amarnos sin exigirnos nada a cambio.
Nuestro primer y más sincero amor, el único que no intenta cambiarnos y quien ya nos amaba desde antes de existir: nuestro padre.
Las ilustraciones del único hombre que jamás nos romperá el corazón son de la diseñadora Soosh, quien replicó algunas escenas cotidianas, pero sumamente conmovedoras, entre un padre y su pequeña. Su trabajo es tan sublime como inspirador, pues varios de estos cuadros nos recuerdan algún momento de nuestra infancia. O por lo menos nos hacen desear haber vivido una historia como ésa.
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Imágenes:
Soosh