¿Cuánto tiempo le toma a los productores de una serie elegir la escenografía ideal para ambientar su filmación? ¿Será que ese cartel en la pared del fondo de la habitación de Jessica Jones sólo es un adorno más para su dormitorio?
Tal vez sí, pero lo más seguro es que hayan pasado horas enteras analizando la pintura, el artista y la toma ideal para que ese lienzo apareciera en escena. Para que Marvel nos hiciera el mejor guiño feminista en la única serie que hable de superhéroes, villanos y antihéroes con una protagonista femenina.
Después de llegar a su hogar, destruido por las épicas batallas que tuvieron lugar ahí, algo aún permanece en las paredes: un retrato femenino. Una mujer pelirroja que se sostiene la pantorrilla y posa sensualmente mientras el pintor la retrata. Jessica mira intensamente a quien, piensa, está a punto de morir. Luke Cage parecía ser su pareja ideal, pero antes de estar juntos tuvo que darle un tiro en la cabeza para controlar la furia del gigante indestructible que estaba a punto de asesinarla.
Jessica ha perdido la esperanza pero aún le falta librar su última batalla. Lo deja en su habitación y se marcha: nadie le ayudará a librar su lucha contra Killgrave, el hombre manipulador que tuvo que obedecer por tantos años hasta que se hizo inmune a su terrible encanto, creado en un laboratorio. Si alguien la ayudará en esta afrenta, no será algún policía, tampoco Luke ni otro aliado masculino sino su hermana, Patsy Walker, quien más tarde se convertirá en la Gata Infernal.
El pintor de ese cuadro es Egon Schiele, un artista austriaco que tuvo una vida marcada por la tragedia. Rechazado por todos quienes estaban en su entorno, Schiele representó en sus pinturas su sentir a través de lo intenso, explícito, grotesco y erótico.
Sus trazos, del mismo modo que el personaje de Jessica Jones, están marcados por la fortaleza y al mismo tiempo, sutileza. Entre el contorno profundo e intenso, coexisten colores tenues casi imperceptibles que le dan vida a los cuerpos entrecruzados y desnudos que son más eróticos que muchas piezas del arte clásico.
Jessica Jones rompe estereotipos del mismo modo que la obra de Schiele. Ella es más fuerte que la mayoría y no le importa la idea romántica del amor que muchas veces caracteriza a las mujeres en programas de televisión. La obra de Schiele se distingue por cuerpos desnudos que se aman y abrazan sin importar si los protagonistas son hombres, mujeres o personas sin un sexo definido.
Quizá ésta sea la parte más importante de su relación, porque tanto Schiele como la serie de Marvel retratan algo que por muchos años no había sido explorado en la televisión o en el mundo del arte: la condición femenina sin ningún tipo de restricciones, prejuicios, juicios o estereotipos; sino más bien, resaltando la fortaleza del ser humano a través de un cuerpo femenino.
Jessica Jones es parte de los antihéroes de Marvel, junto a Punisher, Wolverine o Deadpool. Alcohólica, irreverente, herida y llena de soledad, siente la imperiosa necesidad de ayudar a los demás, pero a diferencia de los clásicos personajes heroicos, para Jessica no importa asesinar con tal de librarse de la escoria humana.
Jessica Jones está harta del mundo, de aquellas imperfecciones que nos caracterizan, que nos hacen malos, infieles o corruptos. Ella, como investigadora privada, se ha sometido al escrutinio de la condición humana, tal como Schiele lo hizo. Para él, basta un cuerpo frente al lienzo, no necesita paisajes que lo adornen ni un mobiliario presente. Porque el cuerpo humano es capaz de hablar más que cualquier cosa que lo acompañe, es capaz de hacernos sentir, vibrar y tener empatía por un desconocido representado con colores tenues.
Sólo el cuerpo, la mirada penetrante, los trazos firmes y el manierismo como forma de representar su estado de ánimo. Nada los conecta con lo exterior, sólo viven en su burbuja permanente que nos permite conocerlos auténticamente. Nada conecta a Jessica Jones con el mundo, sabe que esa soledad y ese sentimiento que le provoca nunca decir “te quiero”, la mantiene a salvo, tal vez igual que los personajes de los lienzos de Schiele.
De hecho, Schiele relaciona de manera extraordinaria lo íntimo con lo público. Los cuerpos desnudos están ante el espectador, los personajes son inconscientes de nuestra presencia y eso los hace vulnerables ante todo lo que también existe. Shiele era experto en representar la introspección humana. Jessica ha sufrido por no saber cómo relacionarse con el resto de las personas. Ambos nos muestran tres cosas fundamentales: la humanidad antes que el género, el poder femenino y la condición humana sin estereotipos.