El deseo del hombre frente a la mujer es un tema recurrente en el arte. Diversos estilos o representaciones en distintas épocas aluden al sentimiento que ella, mujer, genera en el ser masculino. El arte es una ventana a las mentalidades, tanto de una época en específico como en el presente. A partir del siglo XIX, desde el neoclásico al simbolismo, se pude apreciar en el arte una búsqueda por las representaciones que muestran la mirada masculina frente a la mujer; la manera en que se sienten hacia ellas y cómo las aprecian, desean, temen o inclusive, espían.Una obra de gran importancia dentro de la historia del arte, tanto por su ejecución como por su temática (que se realiza dentro de este periodo) es “El baño turco”, de Jean Auguste Dominique Ingres (1780-1821). El artista, mejor conocido como Ingres, ganó el premio de Roma en 1801. Su obra se caracteriza por lograr un gran acabado en las texturas, y por ser un poco barroco. Es característico en la realización de sus personajes una falla anatómica, pues éstos suelen tener una cabeza desproporcionada en comparación al resto del cuerpo.
La bañista de Valpincon, 1808
Sus obras se vuelven románticas por su aplicación del orientalismo. “El orientalismo es un fenómeno complejo de representaciones del Oriente fabricadas por el Occidente. A través de su estudio interdisciplinario –basado en fuentes literarias, históricas, antropológicas y políticas (todas europeas)– concluye que el acto de orientalizar se ha construido tanto por instituciones académicas como históricas y de poder que han creado una noción errónea y generalizada del Oriente [1]”.
La Gran Odalisca, 1814
Es decir, el orientalismo hace del Oriente una invención europea que se basa en el exotismo, en el romance, en las leyendas y mitos, etc. Es una fusión entre lo que el europeo “conoce” de Oriente, y lo que el hombre occidental interpreta o le añade a este conocimiento. Muchas de las obras de arte que se produjeron en Europa durante el siglo XIX se describen con este término. Son imágenes, en su mayoría ideadas, reinventadas y que parecen dar testimonio de lo que sería el Oriente Próximo o el África mediterránea.A pesar de que Ingres nunca viajó a Oriente, vemos cómo añadió a su obra los motivos exóticos en boga, como el turbante que lleva en la cabeza la Gran Odalisca.
El baño turco representa el imaginario masculino. La composición circular de la obra, hace referencia a lo que sería una imagen vista desde una mirilla. El espectador puede verlas, pero ellas se mueven a su antojo sin saber que están siendo espiadas. Es una actitud o conducta voyerista; las puedo ver, pero no tocar, y ellas están desnudas. Ya que la sexualidad era un tema censurado en la época, el desnudo femenino interesaba todavía más al hombre.
El baño turco, 1862, Jean Auguste Dominique Ingres
Otra imagen que nos muestra el imaginario de la sociedad victoriana, es El despertar de la conciencia de William Holman Hunt (1827-1910). Se trata de una escena cotidiana de la época que representa la realidad de los magnates, que a causa de que sus mujeres siempre estaban enfermas, y muy recatadas, ellos gustaban de la compañía de prostitutas.
La mujer enferma, Vasily Polenov
En el caso de El despertar de la conciencia, sabiendo que se trata de la época victoriana, reconocemos que no es una mujer de clase, ni una esposa recatada, pues ella no está enferma, ni pálida; no está yaciendo, como solían presentarse a las mujeres de clase alta, sino que se trata de una prostituta, por su pelo largo suelto y rojo y su postura.
El despertar de la conciencia, William Holman Hunt
Por otra parte, una obra simbolista que recrea el imaginario masculino y el deseo, es Lady Lilith (1868), de Dante Gabriel Rosseti (1828-1882). Lilith, una figura legendaria, fue la primera esposa de Adán, antes de Eva. Según la leyenda judía, ella abandonó el Edén por su propia voluntad, se instaló junto al mar Rojo y se convirtió en la amante de Samael y de otros demonios. Ella es la representación del mal. Cual femme fatale, el hombre buscará poseerla, pero no amarla. Lilith representa todo lo que es el ideal femenino del hombre.
Lady Lilith (1868), de Dante Gabriel Rosseti
Esta representación tiene la característica de ser sinestésica, pues alude a los sentidos. Tanto por la presencia de las flores, de la naturaleza, nos remite al olfato. El uso de diferentes texturas, al tacto, o el color del cabello. Todo invita a sentir la obra, a quererla. En la obra, Dante representó a su amante. Los largos cabellos rojos de Lilith la delatan como prostituta.
En Ofelia (1852) de John Everet Millais (1829-1896), vemos el ideal de la mujer victoriana. A diferencia de Lilith, la mujer que verdaderamente buscan los hombres en la época es aquella que ha muerto de amor por un hombre. La muerte en la obra está indudablemente erotizada y se la ve bella, próxima. No es temida sino deseada.
Ofelia (1852) de John Everet Millais
Un poco más sexualizada, pero que busca lo mismo, es Juno Llameante de Frederick Leighton (1830-1896).
Juno Llameante de Frederick Leighton
En esta obra, vemos a Juno que está durmiendo plácidamente en una posición cómoda, con la que vemos su corporeidad y su perfecta anatomía. No es un cuerpo enfermo, no es cuerpo pálido; tiene color, tiene textura. Nos invita a tocarla y no existe el miedo de que su fragilidad nos impida poseerla.
Vemos en el fondo un sol ardiente, un sol cálido, que nos alude a que el cuerpo tiene buena temperatura: tienta. Con el esteticismo inglés se alude a la sensualidad, al erotismo; la mujer se vuelve un objeto de deseo. El mérito del esteticismo inglés radica en que es capaz de rescatar el erotismo y la sensualidad de la época, pero adaptarlo con formas bellas. Las mujeres dormidas representan el imaginario pues los hombres lo que quieren es una mujer que duerma mientras ellos no están y que despierte con su beso cuando ellos vuelven. *** Referencia: [1] Tinajero, Araceli. Orientalismo en el modernismo Hispaoamericano. Estados Unidos: Purdue University, 2004