«El arte contemporáneo ha desechado toda la voluntad creativa de generar exigencia, se ha convertido en complaciente y una forma de autoayuda elitista». Avelina Lesper
En la actualidad existe un tipo de arte definido como “contemporáneo”, esta corriente presenta una estética vacía rodeada de buenas intenciones, que, por su misma condición vacua y falsa, requiere estar cobijada por un museo o galería y de todo el concepto que encierran esas emblemáticas paredes, así poder existir ante los ojos del público como “arte”.
Los trabajos creados bajo el concepto de “contemporáneo” no demuestran características extraordinarias por sí mismos, este falso arte surgió como un rechazo a las academias que ya existían, buscaban tomar una dirección y estilo “propio”; aun así, son sus contestatarios representantes los que desean ingresar a los tradicionales recintos de los museos, y, en ocasiones, establecer “diálogos” con las obras pertenecientes al “Gran Arte”.
¿Por qué buscar una relación con el arte que se despreció en un principio? La respuesta es simple, sin un contexto museístico ni museográfico, los trabajos pasarían completamente desapercibidos por su naturaleza efímera y cotidiana; pero al estar cubiertos por el aura clásica de dichos edificios, adquieren el estatus de “obras maestras” y son aceptados como “arte”, sólo porque una supuesta autoridad en el rubro les ha conferido la categoría, y dicho dictamen se vuelve un dogma aceptado con sumisión que no permite cuestionamientos.
Lo anterior da pie a ver lo que antes era considerado arte, como una idea que se ha transformado en una ideología cerrada y banal sin posibilidad de verificación o crítica; se vuelve tangible la falta de rigor y el mínimo esfuerzo en las creaciones, deja de manifiesto la poca o nula inteligencia de la corriente. Sin hacer uso de la crítica racional, el arte contemporáneo o también definido como arte snob encuentra su sustento en diversos dogmas surgidos de afirmaciones arbitrarias, que obedecen un grupo de sumisos intelectuales. Un dogma para la teología es una verdad divina impuesta para ser creída por los fieles, y uno de los principales con lo que cuenta el arte snob es el siguiente:
El dogma de la transustanciación:
Afirma que “un objeto cambia de sustancia por influencia mágica”, la transustanciación en el mundo del arte se divide en dos: dogma del concepto y dogma de la infalibilidad del significado.
Dogma del concepto
Cuando Marcel Duchamp le asignó el concepto de “obra de arte” a un orinal, hizo que un artículo común adquiriera un nuevo significado, lo transfiguró en “arte”. Esto es un ejemplo de un cambio “mágico religioso” generado por un simple capricho, ya que la transformación del concepto no es visible, sólo enunciativa. Así, cualquier objeto puede ser considerado “arte” sin ser cuestionada la lógica que dictó dicho estatus. Con acciones como ésta negamos la realidad, se generan experiencias fantasiosas y regresamos al estado más elemental e irracional del pensamiento humano: “el pensamiento mágico”.
Dogma de la infalibilidad del significado
Basado en este planteamiento, todo lo que ubique el curador en la sala del museo tiene un sentido y un significado, establecido a priori y de forma subjetiva; en esas cuatro paredes todo tiene significado, ya que para los “snobs contemporáneos” todo es arte.
La verdad al respecto de la idea anterior es que el “significado” es completamente arbitrario, el objeto mismo lo es, la obra carece de un valor estético que las justifique como arte y, por ende, dependen de un “valor filosófico”; además que si el visitante expresa que lo que observa no le comunica nada o no demuestra algún significado, de inmediato es calificado de ignorante, pues el curador, el artista y el crítico son quienes poseen una “sensibilidad especial” y la “cultura necesaria” para entenderlo. Así es como se le otorga un valor a algo que carece de ello, “la conciencia de la realidad deja paso a la superstición, sepultando de manera definitiva a la razón”.
Parte de lo anterior se encuentra en el libro El fraude del arte contemporáneo, escrito por la historiadora, escritora, columnista y crítica de arte Avelina Lesper. En él aborda los paradigmas sobre los que se sustenta este falso “arte”; además de presentar las “cuatro formas de copia” y los diferentes mitos que lo rodean. Para algunos Lesper es una agresiva enemiga del arte contemporáneo y es calificada de reaccionaria, beligerante y conservadora; lo cierto es que a nadie le gusta escuchar que su trabajo sea juzgado, y del orgullo herido pueden provenir los adjetivos que le han impuesto.
Si bien es cierto que Avelina tampoco es poseedora de la verdad universal, invita constantemente a la reflexión y crítica de los fenómenos que ocurren hoy en el mundo del arte, así como en todos los aspectos que nos conforman como sociedad. Razón por la que su libro, así como sus columnas en el periódico Milenio, o en su página web presentan posturas que invitan al análisis y apelan al raciocinio.
Para dejar de ser un snob del arte, te recomendamos seguir estos pasos que te harán convertirte en un ingenioso crítico de arte.
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