Fotografías y texto por: Astrid Montaño T.
La función del grafiti (del italiano sgraffio o arañazo), depende de su entorno, de su contexto histórico. Es un relato visual que se alimenta de elementos de la vida cotidiana o de la ficción de la misma, es una construcción del individuo creador sobre su postura de la realidad. Es una forma de expresión artística propia de un estilo de vida urbano. Es decir, es un medio que busca dar sentido a un mensaje dentro de un escenario específico.
El beso del artista Kobra, vista desde el Highline en Manhattan
La ciudad es también un recorrido, un itinerario. Es, según Robert Park, uno de los intentos más consistentes, y a la postre, más exitosos del hombre, de rehacer el mundo en el que vive a partir de sus anhelos más profundos. Así, de manera indirecta y sin una conciencia clara de la naturaleza de su tarea, al hacer la ciudad, el hombre se ha rehecho a sí mismo.
Audrey Hepburn en Mulberry Street, Little Italy
Es este romance que tiene el humano con su entorno edificado el que lo motiva a enriquecerla de múltiples paisajes para observarla con placer o reaccionar ante ella, a veces en su cara majestuosa y otras en su forma decadente. Esta lectura que hacemos cuando visitamos un lugar sería nuestra forma de apropiarnos del destino turístico. Entonces, los lugares elaboran una secuencia atractiva para turista-viajero, quién inmerso en las nuevas experiencias del viaje, buscará recorrerla y olvidarse de su yo cotidiano.
Graffiti en Mulberry Street, Little Italy
El ejemplo, es Nueva York. En ella podemos observar un intenso diálogo con el paisaje urbano, la relación esquizofrénica que se tiene con el visitante es una explosión de lo que la ciudad presenta como espectáculo. El territorio edificado es compuesto por edificios apabullantes, imágenes que se quedan instaladas en nuestra memoria de manera inmediata, nuestro ojo se ve deleitado con un festín de rasgos urbanos. En ésta exploración el visitante encontrará una diversidad de elementos para satisfacer su necesidad de narrar lo vivido. En este sentido, no sólo encontrará una estatua de la libertad, un Central Park, puentes, edificios imponentes, grandes casas de la moda, calles que gritan anécdotas, museos y un abanico de opciones.
Graffiti en Mulberry Street, Little Italy
El carácter de una pintada puede tener diversos fines, pero en este contexto en especial quisiera referirme al grafiti como elemento visual del espacio urbano, y como apoya el itinerario de un lugar. A la incorporación que se hace de este tipo de manifestación pictórica para darle sabor al tour. El cómo en ciertas zonas importantes (Chinatown, Little Italy, Bushwick y Cobble Hill en Brooklyn, entre muchas otras) logra introducir “armoniosamente” a sus calles un grafiti domesticado, que decora, que se acomoda y se ajusta a las necesidades de un montaje escénico necesario para el consumo estético de diversas ofertas de un destino turístico.
Love me, chinatown.
“Make your mark in New York and you are a made man”,decía Mark Twain de la ciudad posicionada como la segunda mayor concentración urbana del continente después del Distrito Federal de México. Es así como una de las cinco aglomeraciones urbanas más grandes del mundo es también una de las más visitadas por el turismo internacional, con más de 40 millones turistas nacionales y extranjeros. Es decir, es una de las capitales del turismo que construye su imagen pública a través de la imagen mental que se tiene a parir de sus habitantes y sus invitados, de su múltiple participación en la narrativa visual, oral y escrita (libros, películas, revistas, publicidad, series de televisión, etc.).
Diálogos visuales con el asfalto. Melburry Street
Los atributos de orden visual alimentan nuestras experiencias, los elementos se vuelven parte de ese cascarón de historias, de una máquina generadora de postales y compuesta por partes que nos comunican su propio significado e identidad. Observar las ciudades puede causar un placer particular, dijo Kevin Lynch en La Imagen de la Ciudad. A la ciudad se la ve con diferentes luces se construye con el tiempo y muestra sus condiciones culturales, históricas, morfológicas y ambientales en todo momento. Es hora de retratarla, y la ciudad se pone en todas las poses para todas las miradas.
Calle Smith en Brooklyn
El grafiti se vuelve útil, se vuelve parte del encuadre. La gran manzana alarga los instantes de lo que la vista puede ver, más de lo que el oído puede oír, un terreno colgado de imágenes que venden todo aquello que pueda ser imaginable y explorado para otros. En Chinatown, los grafitis se mezclan con los establecimientos en mandarín y se convierten en cobijo de mercados callejeros. En Little Italy, una imagen de un mini Hulk se agarra de la mano de sus cafés y protege aquellos restaurantes que no dejan de hablar de los días gloriosos de la mafia italiana. En zonas más propias del residente, como Brooklyn, el grafiti es amigable y enriquece el sentimiento de comodidad de sus transeúntes creativos. En Bushwick, el grafiti construye sentidos de lugar turístico, se resignifica y redefine los espacios.
Brooklyn.
El visitante consciente del trabajo que se hace backyard de Nueva York, en un sentido turístico, notará como la ciudad extiende un manojo de opciones y ha logrado apropiarse de cualquier forma creativa para producir experiencias turísticas, producir recorridos de su espacio urbano.
https://img.culturacolectiva.com/content/2014/09/El-osito.jpg https://img.culturacolectiva.com/content/2014/09/Calles-de-Bushwick.jpg https://img.culturacolectiva.com/content/2014/09/Bushwick.jpg https://img.culturacolectiva.com/content/2014/09/Mirada-desde-un-establecimiento-en-la-calle-Smith-en-Brooklyn.jpg https://img.culturacolectiva.com/content/2014/09/Little-Italy-Entrada.jpg
Referencias:
Lynch, Kevin. 1984. La imagen de la ciudad. Gustavo Gili: Barcelona.
David Harvey. LA LIBERTAD DE LA CIUDAD. Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología, núm. 7, julio-diciembre, 2008, pp. 15-29, Universidad de Los Andes