Ernesto Ríos es un artista visual multidisciplinario quien trabaja con dibujo, pintura, video, fotografía, animación, realidad virtual, arte interactivo y net-art. Nació en México, tiene estudios en fotografía, Literatura Hispánica y Lingüística e Historia del Arte; actualmente estudia el Doctorado en RMIT en la Universidad de Melbourne, Australia.
El tema de los laberintos se hizo evidente en su infancia cuando desde muy niño dibujaba estos entramados con una sola entrada, múltiples trampas y una sola salida. Era un juego de creación sin mayor pretensión, pero tiempo después compró un libro en el que interrelacionaban imágenes de laberintos medievales con diseños celtas y a su vez con dibujos de aborígenes australianos y recortes transversales de cerebros. Esta asociación fue contundente para su trabajo posterior; le hizo consciente de que el laberinto ha sido considerado por muchos pensadores e historiadores como tema mitológico universal, y a partir de la de tradición oral, floreció como una representación literaria y visual en diversos lugares del mundo.
Para Ernesto Ríos la esencia del laberinto es búsqueda e introspección que consiste en enfrentar el camino para encontrarse a sí mismo. Como símbolo, sintetiza de manera extraordinaria la condición humana. Una de sus principales influencias es la obra Questions of Space, de Bernard Tschumi.
En este estudio sobre arquitectura, Tschumi profundiza sobre la estrecha relación que existe entre la pirámide y el laberinto, pues considera que la pirámide representa la mente racional y el laberinto simboliza el cuerpo irracional. Lo anterior con relación a la arquitectura y la percepción del espacio. Sin embargo, arquitectos como Daniel Libeskind, Peter Cook, Zaha Hadid, Peter Eisenman, Ren Koolhaas, Antonio Gaudí, Luis Barragán y Toy Ito han sido importantes en su proceso creativo.
El objetivo pictórico de las pirámides laberínticas es ampliar el concepto del laberinto a través de la investigación y la experimentación visual desde una perspectiva contemporánea. “El laberinto ha sido considerado por algunos estudiosos como una geometría sagrada con múltiples significados. Tomo como punto de partida la complejidad geométrica de los laberintos medievales y barrocos, así como las estructuras intrincadas que he fotografiado y dibujado en Paquimé o Chan-Chan en Perú. Estas formas, a su vez, las distorsiono y fusiono con estructuras piramidales que he encontrado en mis visitas a Chichén Itzá, Teotihuacán o Xochicalco”.
“Me considero un artista que se nutre de las matemáticas, la geometría de la lingüística, la poesía, la arquitectura, la música y los viajes. Me interesa mucho cómo trabajan los biólogos, los físicos, los químicos. Me fascina ir a sus laboratorios y verlos trabajar con sus herramientas. Me ha tocado muchas veces estar en centros de investigación en varias partes de la República Mexicana. Definitivamente creo que arte y ciencia han estado y deben de seguir ligados por siempre. Aun cuando el arte surge y brota de manera distinta, creo que los artistas tenemos mucho en común con los científicos”.