Cuenta la historia, que Oscar-Claude Monet (1840-1926), el gran Monet que llegó a exponer sus obras en el Salón de París, un día, cansado del realismo que marcó gran parte de sus primeras obras, decidió relajar su pincel, su mirada, y hacer un arte nuevo. Buscó dejar entrar esa luz que extrañaba en sus obras y que no había encontrado hasta ahora. Así, un día, el maestro de la pincelada suelta, creó Impresión, sol naciente.
Impresión, sol naciente, 1873
Louis Leroy (1840-1926) crítico, al ver esta obra soltó, sin más preámbulo, el siguiente insulto: “Impresión, ¡un estampado de pape pintado en su estado más embrionario está mejor acabado que este paisaje marino!”
Desde ese momento hasta nuestros días, el insulto se convirtió en nombre, y el arte impresionista de Monet es internacionalmente alabado, aclamado y ha servido de influencia y legado para los nuevos artistas y amantes del arte. Cuando Monet dio el salto hacia este nuevo movimiento, formaba parte de un colectivo de artistas que durante la segunda mitad del siglo XIX en Francia, empezaron a reaccionar contra el arte que estaba en boga; contra los acabados miméticos, cuidados y fieles de la realidad, además de ser de temática limitada, tales como representaciones históricas. Es decir, este grupo se reveló contra la Academia y contra el arte clásico.
Fue de este modo, que Monet y sus colegas, buscaron representar la modernidad; lo que ellos veían, lo que ellos sentían, la luz real del sol, de las sombras en el agua, de los tonos rojizos del atardecer, los verdes de los nenúfares, una bailarina atándose las zapatillas de baile. Cosas cotidianas, actividades mundanas. Buscaron capturar la fugacidad de los momentos del día a día en el lienzo. Así, crearon El Impresionismo.
Mujer en el baño, Berthe Moristot
Monet
Renoir
El Impresionismo, es un movimiento artístico que utiliza la luz natural como protagonista. Busca captar las impresiones de la luz solar en la naturaleza, en las figuras. Fue por ello, que el taller de los artistas impresionistas se volvió la calle, y que las obras decidieron independizarse del oscuro taller, pues la realidad debía retratarse tal cual la captaban los sentidos, y la realidad adquiere diferentes tonalidades de color según la postura del sol. Se busca interpretar la manera en la que los colores se mezclan en nuestra retina.
Renoir
MonetLas obras impresionistas, entonces, están cargas de luz. La pincelada es suelta, quebrada y rápida, pues los artistas captaban la inmediatez del momento tal cual lo veían y sentían, y lo efímeros efectos de la luz. Por esta razón, todos los elementos pictóricos parecen degradados, tocados por la luz; por ese breve y fugaz instante que es, por ejemplo, el último momento antes de la puesta de sol. Aunque en su época las obras no fueron bien recibidas, como lo aclararía el crítico Leroy, poco a poco fueron adquiriendo fuerza y hoy por hoy es uno de los movimientos artísticos más representativos y admirados de nuestra historia, a pesar de que todo empezó con un insulto.