Un innovador museo croata: El Museo de las relaciones rotas, rinde homenaje al desamor con una colección de epitafios amorosos que crece con historias llegadas de todo el mundo.
Si hay algo más universal que el arte: es el amor, y el desamor. En este peculiar ‘Museum of Broken the Relationships’ estos sentimientos universales se han aliado para formar un espacio singular para la museística. Por amor y por desamor, nació este Museo de las relaciones rotas. A Olinka Vištica y Dražen Grubišić no les bastó con separarse y olvidarse el uno del otro como hacen gran parte de las parejas. Les faltaba un cierre, algo que pusiera final a su historia. “Estuvimos cuatro años juntos – explica Grubišić sobre el momento en que rompieron y nació el museo-, estábamos viendo qué hacer con las cosas en común, y eso es fácil cuando hablas de la tele o los libros, pero ¿qué haces con las pequeñas cosas que se compraron con la mediación del amor? Entonces pensamos que sería bonito que existiera un lugar donde poder dejarlas. Hay rituales para cuando alguien nace, se casa o termina el colegio, y conservamos recuerdos de todos, pero no hay recuerdos de una separación, así que pensamos en crear ese espacio en el que tuviera lugar ese ritual”.
En 2006 concibieron la primera exposición que contenía esos objetos, y debido a su éxito se convirtió en itinerante. Allí donde se exponía se añadían nuevos objetos de parejas desaparecidas. Los objetos que se van sumando son la base de este pequeño museo que está ubicado en Zagreb, en la parte alta de la ciudad, en la misma calle donde tienen lugar la mayoría de las bodas de la capital de Croacia, junto al Ayuntamiento y a la iglesia de San Marcos, la preferida para casarse. La idea ha resultado todo un éxito y fue distinguido como el museo más innovador de 2011 por la European Museum Forum.
Parte de la colección sirve para crear exposiciones por todo el mundo que, a su vez, aportan más objetos de parejas rotas en el lugar donde se organizan. Ya han estado en Houston, Colorado, Buenos Aires, Londres y Brasil. Gracias a esta internacionalización “se ven las diferencias sociales y culturales de un lugar y de otro. Además, la gente escribe sus propios textos. No los editamos, tal cual nos llegan se exponen”, asegura Grubišić.
Uno de los objetivos del museo es cambiar la imagen de la ruptura como algo muy negativo, “pasas años con una persona y eres feliz y luego te separas; sin duda hay recuerdos dolorosos, pero pasado un tiempo hay que hacer algo por conservar la memoria de aquello que fue bueno”, mantiene Grubišić. Toda una declaración de principios de un coleccionista de relaciones fracasadas, o rupturas exitosas.
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