«… a cualquiera que esté viendo esto y que es mi fan: eres genial, pero por favor deja de llamarme “daddy”, porque se está volviendo un poco incómodo».
— Finn Wolfhard
¿Qué tan enfermo debe estar nuestro mundo como para que un niño de catorce años tenga que hacer pública una molestia como ésta? Más allá de la sexualización de Finn y de su compañera en la serie Stranger Things, Millie Bobby Brown, quien incluso ha sido incluida en la lista de las actrices más sexys del 2017, tenemos caricaturas, animales e incluso objetos inanimados como almohadas que han sido víctimas de esta obsesión por impregnarlo todo con una sensualidad que en ocasiones ni siquiera existe o simplemente es perturbadora. Si esto no nos hace pensar que hay algo mal con nosotros, probablemente ya nada lo logre.
De la mano con esta hipersexualización del mundo en general viene esa falsa santidad que muchas personas, celosas protectoras de lo que es éticamente correcto, ostentan hasta el final de sus días. En algún otro punto de su existencia, ellos mismos habrían luchado por la libertad de prensa de la revista W; pero esta vez, por qué no, decidieron pensar en los niños, aunque no de la manera que hubiésemos esperado.
Therese soñando (1938) Balthus
A finales de noviembre, la empresaria Mia Merrill inició una campaña en la plataforma Care2 para que el Metropolitan Museum of Art de Nueva York (MET) retirase de sus instalaciones una pintura realizada por Balthus en 1938. Según la ahora activista, la protagonista del cuadro Teresa soñando se encuentra en una posición tan sugerente que romantiza la sexualización de los niños. Si consideramos que estamos atravesando por un momento en el que los escándalos sexuales son mucho mayores que las buenas noticias, esta queja tendría un mínimo de sentido. Sin embargo, los administradores del MET —con argumentos bastante convincentes— han decidido no quitar la obra.
«El arte a veces puede ofrecer un vistazo a realidades difíciles y, como tal, merece una defensa vigorosa».
—Kenneth Wayne, portavoz del museo
Los años dorados (1945) Balthus
Ya a estas alturas de la historia no tendríamos por qué recordarle al mundo que una de las funciones más importantes del arte es retratar la realidad de sus creadores y, en dado caso, denunciar lo que resulte perjudicial para generaciones futuras. En ese sentido, muy independiente a la fijación de Balthus con pintar adolescentes, ¿la censura de Therese soñando no sería una forma de ocultar esa realidad que a la misma Merrill le interesa combatir?
Desnudo en reposo (1977) Balthus
El portavoz del museo aclaró que esta censura no revela otra cosa más que la absurda tendencia de creer que cuando algo se esconde a la vista de los demás es como si ello no existiera o no hubiese ocurrido nunca. De ahí que la postura del MET de dejar la pintura en su lugar sea una decisión inapelable.
«Casos recientes de censura, como las amenazas de violencia que obligaron al Museo Guggenheim de Nueva York a retirar varias exposiciones, revelan una tendencia preocupante que trata de reprimir el arte que aborda temas difíciles».
—Kenneth Wayne
Chica y gato (1937) Balthus
Resulta evidente que el cambio de postura por parte de Merril es un asunto urgente. A fin de cuentas, si es que sus intenciones son las de erradicar un problema, el hecho de que su solución consista simplemente en ocultarlo del ojo público es motivo suficiente para creer que su activismo no es otra cosa que moralismo ramplón disfrazado de una verdadera preocupación social. Hoy más que nunca, gracias al éxito mediático en que se ha visto involucrada la obra de Balthus, podemos decir que para terminar con un problema es preciso atacarlo de frente al precio que sea. No hay más.