Hay varias maneras en las que nosotros, humanos, nos comunicamos. Nuestra voz, dulce o tosca, nos permite externar nuestros pensamientos: es el canal entre nuestra mente y el mundo exterior. De la misma manera, la escritura nos permite hacer representaciones gráficas de nuestras ideas. Comunicarnos, y establecer un canal de comunicación, es una de nuestra armas más poderosas.
Ellen de Meijer (1955) es una artista que desde siempre ha sentido fascinación por la comunicación, pero la que se puede generar a través de las imágenes.
Ellen de Meijer es una artista visual holandesa, que mediante sus retratos, crea imágenes limpias, nítidas, que envuelven un misterio. Los ojos de cada uno de sus personaje se encuentran con nosotros, nos hacen cómplices, o detienen su conversación para mirarnos, para hacernos partícipes, pero sin extendernos una invitación. Son personajes que ubicados en primer plano y al centro, nos miran indiferentemente, sin emociones, sin pasión: como si fueran el centro de su propio universo.
Son retratos despiadados, sin gestos, sin sonrisa, antipáticos. Retratos, que según la artista, representan la cara simbólica y arquetípica de la humanidad en su última lucha por la supervivencia; retratos surrealistas de esquivos empresarios. A pesar de ello, los personajes tienen grandes ojos, desproporcionados incluso al resto de sus facciones. Como si se todavía les quedase algo de humanidad dentro. Como si verdaderamente, los ojos fueran las ventanas del alma, dejando entrever que todavía queda piedad en ellos.
Sus diminutos cuerpos acogen una gran cabeza, creando ambivalencia y vulnerabilidad; como si, a pesar de todo, a pesar de la arrogancia, siguieran siendo humanos. Siguieran siendo frágiles.
Las imágenes critican a nuestra sociedad actual. La obra “Virtual Love” es muestra de ello. Vemos a una mujer estirada, sería, fría, que toca el hombro de un niño como la muestra máxima de amor, mientras este, brevemente, separa los ojos de la pantalla que siempre le acompaña. Los guantes, recurrentes en su obra, podrían simbolizar la manera en la que nadie quiere ensuciarse las manos; como si los problemas de los demás, de verdad no les competiesen.
Virtual Love, óleo sobre lienzo, 2012
Los niños, por su parte, tienen una mirada de desconcierto, de miedo. Cómo si presagiaran lo que le espera. Son ojos de esperanza; llamadas de atención. En ellos se deposita la suerte de lo que vendrá y del futuro.
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