El hermano de David Bowie tuvo un trágico final cuando decidió acabar con su vida en las vías de un tren después de tres años de estar hospitalizado en un psiquiátrico. Su abuela materna (iracunda y destructiva) engendró a tres tías que atravesaron múltiples estados psicóticos.
Terry, su hermano, deseaba ser saxofonista en el grupo de Little Richard, pero a diferencia de David, Terry creció con su abuela, quien, tal vez del mismo modo que a sus hijas, doblegó el carácter del niño. Fue hasta los nueve años que el chico se incorporó a la familia. Los dos jóvenes compartían su afición hacia la música. Terry era mucho más místico que Bowie… En un concierto del trío de rock de Eric Clapton, Jack Bruce y Ginger Baker aseguró ver cómo el pavimento se abría mientras una erupción volcánica salía de las entrañas de la tierra… La primera alucinación del joven que más tarde sería diagnosticado con esquizofrenia.
La hija de James Joyce, Lucía, fue tratada por el psiquiatra Carl Jung. A pesar del tratamiento, la joven provocó un incendio: dejó la llave del gas abierta durante toda la noche y escapó de casa durante seis días. Jung la diagnosticó con esquizofrenia y en lugar de conseguir un tratamiento claro, simplemente aseguró que esto deterioraría su intelecto, capacidades afectivas y voluntad.
Jung califica la obra de Joyce como una tortura del diablo, pues, a pesar de avanzar en las páginas del libro, se da cuenta de que la espera que crea Joyce sólo eleva las expectativas y que éstas nunca son satisfechas.
No es novedad que la mayoría de los pintores, escritores, cineastas y artistas en general padezcan algún trastorno psicológico o de personalidad. Como si se tratara de una cualidad que los hace perfectos para esas carreras, ya que para muchos resulta imperativo ser seres melancólicos y nostálgicos que sacan sus sentimientos a través de hermosas creaciones.
Toda la vida ha sido así. Aristóteles se cuestionaba por qué aquellos que han sido hombres de excepción, de filosofía, ciencia, poesía o artes, son melancólicos. Durante la Edad Media y el Renacimiento los melancólicos eran en realidad aquellos que padecían perturbaciones mentales. Más tarde, el psiquiatra Karl Jaspers replanteó el cuestionamiento: ¿Existe un parentesco genético, neurofisiológico o cultural entre la creatividad artística y la psicopatología?
Munch, van Gogh, Virginia Woolf, Yayoi Kusama, Jimi Hendrix, Syd Barret, Dee Dee Ramone, Miguel Ángel, Georgia O’Keeffe, Goya, Beethoven, David Foster Wallace, Leonora Carrington, Sylvia Plath… y la lista parece continuar entre los pinceles, las guitarras y las máquinas de escribir de los artistas más populares, por lo que, quisiéramos asegurar, los trastornos mentales y el arte están sumamente ligados.
¿Cómo el hecho de tener una enfermedad mental podría hacerte tan creativo como a los grandes artistas?
Todos podrían asegurar que el arte y la locura tienen una estrecha relación. De hecho, en 1984, una de las investigadoras sobre el tema más relevantes, de nombre Nancy Andreasen, realizó una investigación llamada “The Broken Brain”, en la que mostraba lo que para ella eran indicios claros de la relación entre esquizofrenia y creatividad. Casos célebres como el de Bowie, Joyce y Einstein (quien tenía una hija con esquizofrenia) sirvieron para su estudio. Pero a pesar de querer corroborar su hipótesis, los resultados fueron negativos.
Ya en 1904, Havelock Ellis había estudiado la relación entre desórdenes mentales y pasión por las artes. No encontró ninguna relación.
Algunos creen que la relación entre una y otra es más compleja: que los problemas de salud mental le permiten a las personas pensar de manera más creativa; sin embargo, la diferencia no es ninguna cuando se compara con el promedio y es más baja durante episodios de inestabilidad.
La explicación del psicólogo Arne Dietrich es tan lógica que podría parecer obvia: Basado en el ganador del Premio Nobel, Daniel Kahneman, y su estudio sobre “Habilidad heurística”, asegura que tendemos a enfocarnos en lo que está en frente de nosotros. Aquella anécdota en la que van Gogh corta su oreja queda en nuestra memoria con todo el misticismo que provoca saber sus motivaciones, sus ataques de locura, intenciones e incluso la idea de que, en realidad, él no lo hizo. Entonces la historia se hace más vívida en nuestra mente..
Por el contrario, no tenemos huellas mentales de aquellos artistas que tuvieron una vida feliz. Las cosas que pasan a menudo no se quedan en nuestra mente, pero las anomalías permanecen.
*
Referencia:
Tierra adentro
BBC