El artista estadounidense Mark Jenkins es considerado figura clave del street art actual. Su obra se caracteriza por la inclusión de materiales como cinta de embalaje y PVC para generar esculturas que inserta en el paisaje urbano. Las calles son su escenario y los transeúntes, actores que interactúan con figuras de niños, hombres y animales en situaciones cómicas y trágicas.
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Comenzó interviniendo las calles Río de Janeiro y Washington, D.C. pero sus esculturas han dado la vuelta al mundo en ciudades como Dublín, Londres, Barcelona, entre muchas otras, donde, también, imparte talleres en los que enseña su técnica escultórica.
La función de sus obras es detonar una emoción que provoque una reacción en la gente, a quienes, normalmente, documenta con cámaras ocultas. Esas respuestas y gestos espontáneos de asombro, confusión y extrañeza son parte integral del ciclo de vida de sus esculturas.
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En 2008 colaboró con Greenpeace en la campaña Plight of the Polar Bears (La difícil situación de los osos polares) para atraer la atención de la gente hacia el problema del calentamiento global. Instaló esculturas realistas de personas vestidas como vagabundos con cabezas de oso polar caminando por las calles, a las que añadió carteles con frases como “SOS” y “Refugiado del calentamiento global”.
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Además de sensibilizar al público ante ciertas problemáticas, su propuesta persigue que la gente comience a cuestionar lo que ve, sobretodo anuncios publicitarios, y se convierta en protagonista de su entorno y no en simple espectador.
Ya sea que sus esculturas duren una semana o unas horas, y después sean destruidas por el ambiente o por la misma gente, logran estimular un diálogo con sus actores hasta que su obra se consuma: