Ridley Scott se topó con un volumen del libro Necronomicón de H. P. Lovecraft, ilustrado por el artista suizo Hans Ruedi Giger.
Cuando vio las láminas arriba mostradas, tituladas “Necronom IV” y “Necronom V”, supo que la criatura que estaba buscando para su próximo proyecto: Alien, una space opera de horror puro, estaba ahí frente a sus ojos. Las ilustraciones le impresionaron debido a su siniestra belleza, su alta sexualidad y la monstruosa maldad que expedían. No lo pensó dos veces y contactó con el artista para que le ayudara a crear los escenarios de su proyecto cinematográfico y le diera oportunidad de basarse en sus dibujos para la creación de la criatura protagonista de su filme que se ha convertido en una de las franquicias más exitosas del cine de terror.
Gracias a este proyecto fue que el mundo conoció a H. R. Giger (quien se hizo acreedor a un Oscar por su destacada labor artística en Alien), un sujeto que dedicó su vida entera a plasmar las pesadillas que lo agobiaban desde joven por medio de dibujos, esculturas y pinturas. Sus tonalidades grises, mecánicas, espaciales, infernales, demenciales, muestran un mundo dominado por la belleza de la locura y una carga sexual totalmente surrealista con esas formas fálicas y los cuerpos femeninos exuberantes que gozan de la exploración carnal.
La mayoría de sus obras fueron hechas con la técnica del aerógrafo, la cual llegó a dominar a tal grado que para muchos fue el mejor aerografista que el arte ha dado en toda su historia. Además de pinturas, Giger también experimentó con diseños arquitectónicos y espaciales o incluso joyería. Junto a Zdzislaw Beksinski es uno de los grandes exponentes del horror más demencial.
Desde muy joven, Giger fue fiel admirador de artistas como Erns Fuchs, Arnold Böcklin, Jean Cocteau, Francis Bacon, El Bosco o Salvador Dalí; su estilo puede situarse dentro de las estéticas dark, neo gótico y cyberpunk. Asimismo su admiración por Sigmund Freud y las teorías del psicoanálisis le sirvieron como inspiración para crear un arte totalmente onírico y apocalíptico. Lo que plasmaba Giger era como si a Dalí lo hubieran encerrado en un castillo oscuro donde habitaran demonios que se entregaran a una orgía de sangre.
Para darnos cuenta de la enorme importancia que los sueños tenían en la obra de Giger, basta leer sus palabras sobre cómo llevó a cabo su obra “Shafts”: «Las pinturas de ‘pozos’, que empecé a crear en torno a 1966, se originaron en mis sueños. Por aquel entonces dormía muy mal y me acosaban muchas pesadillas. En mis sueños, o divagaciones nocturnas, aparecía siempre una ventana abierta a través de la que veía pozos sin fondo, gigantescos; estaban bañados por una pálida luz amarillenta. En las paredes, unas empinadas escaleras de madera, traicioneras y sin barandillas, conducían a un abismo que se abría monstruosamente».
Cada imagen creada por el artista suizo es un escalofriante descenso al vacío que hay en cada alma (muerta o viva), a las deidades que habitan en los fríos abismos físicos y mentales de la más absoluta locura. Enfrentarse al arte de Giger es posarse de frente a una belleza extraordinaria que nos envuelve como si fuera el frío abrazo de la muerte. El arrullo oscuro y peligroso de una criatura infernal que nos devorará lentamente. Los llamados “biomecanoides” que impregnan la obra de Giger son una extraña y alucinante combinación de lo muerto con un tipo de vida ajena a la razón.
El especialista en la obra de H. R. Giger, el español Carlos Arenas, menciona que «esta simbiosis es tratada a nivel iconográfico por la unión de lo orgánico con lo inorgánico, de la carne con el metal. Pero de una carne enfermiza y putrefacta, y un metal corroído y sucio. No es una unión agradable, más bien complicada e incómoda, que busca generar inquietud y ansiedad».
La mayor parte de sus personajes biomecánicos proceden de un mundo desconocido pero terriblemente enfermo, una dimensión nauseabunda que presagia el fin de los tiempos y donde ningún ser humano en su sano juicio querría estar. Artistas de renombre como la escritora Pilar Pedraza se han rendido ante el arte del personaje central de este artículo: «los monstruos de Giger son maravillosos, de un erotismo refinado y cruel, especialmente los cyborgs femeninos, los más hermosos y eróticos del fin del siglo XX. Estos cyborgs o biomecanoides presentan gran coherencia anatómica y son siniestros por su mezcla de materiales, algunos en principio inertes pero dotados de una vida salvaje».
Emerson Lake & Palmer (Brain Salad Surgery, 1973)
Debbie Harry (KooKoo, 1981)
Celtic Frost (To Mega Therion, 1985)
Su obra llamó la atención no sólo de cineastas sino de músicos como Emerson Lake & Palmer (Brain Salad Surgery, 1973), Debbie Harry (KooKoo, 1981), Magma (Attahk, 1977), Celtic Frost (To Mega Therion, 1985), Danzig (III: How The Gods Kill, 1993), Steve Stevens (Atomic Playboys, 1989), Dr. Death (Somewhere in nowhere (Birthmachine), 1999) o Carcass (Heartwork, 1994), para quienes hizo diseños de portadas.
Su legado fue recogido en el documental Dark Star dirigido por Belinda Sallin en 2014. En él se muestra que Giger estaba dotado de una personalidad altamente sensible, aislado del resto del mundo en su hogar en el centro de Zurich donde vivía recluido. Para rendir tributo a este creador, en México se lleva a cabo el festival Creator of Legend del 1 al 29 de noviembre con sede en el Claustro de Sor Juana, en el que mediante exposiciones y actos musicales se da a conocer al público la vida y obra del creador suizo y su terrible mundo.
No pierdas la oportunidad de conocer más acerca del artista suizo que con sus imágenes de pesadilla se erige como el gran maestro del horror pictórico. Si su obra te gusta y aterra al mismo tiempo entonces también debes conocer a los artistas grotescos y del horror que debes seguir en Instagram y también a aquellos que retrataron las fobias más escalofriantes.