Mientras más tiempo pasas mirando esos pequeños agujeros tu estómago se revuelve. Aunque sabes que es imposible, la sensación de que algo o alguien vive ahí dentro ronda por tu cabeza convirtiendo tu piel en un raído suéter de lana que da comezón apenas te toca; la ansiedad se ha apoderado de tu cuerpo y no hay nada que puedas hacer para revertir sus incómodos efectos nacidos a partir de unos cuantos huecos que no puedes dejar de mirar…
A grandes rasgos, ese es el infierno de la tripofobia, un miedo relativamente reciente que ha llamado la atención de varios investigadores alrededor del mundo después de que numerosas publicaciones en Internet jugaran con la mente de los usuarios. Dichos cuadros mostraban un fastidioso conjunto de huecos simétricos, mismos que, apenas chocan con la mirada de los espectadores, causan una sensación de repudio instantánea.
Sin embargo la molestia causada por esta fobia se multiplica al aparecer en el campo visual un montón de sangre y piel cortada que sólo intensifica la ansiedad, convirtiéndola en el peor de los ascos. Entonces la tripofobia le da paso a la dermatopatofobia, aquella que no sólo rechaza los agujeros, sino que les teme al verlos repletos de sangre o enfermedades extrañas.
¿Cómo se sentiría una persona al estar frente al trabajo de Rani Ratt? Conocida como la indiscutible reina del maquillaje gore, esta chica de 17 años ha logrado aterrorizar a la Internet con sus oscuras maneras de crear desde raspones, hasta asquerosas necrosis en pieles perfectamente sanas en cuestión de minutos.
No importa si es en un brazo, pierna o rostro; apenas basta una fotografía del trabajo de esta artista para que una persona se transporte hasta su pesadilla más grande. Después de observar la imagen la idea de que algo así —sea real o una ilusión óptica creado por algunas capas de pintura— esté rondando por las calles es algo que seguro le quitará el sueño a más de uno de los que quieren evitar a como dé lugar esquivar la carne putrefacta o los moretones en la piel causados por un golpe.
Sólo en una mente como la de Rani la inocencia que rodea a un juguete o a una fecha tan simbólica como la Navidad, puede ser reemplazada por el horror de la sangre y la asquerosa imagen de un pedazo de carne que a la sensación de palpitar y enrojecer cada vez más a causa del dolor surgido por una herida profunda.
La etiqueta de “maestra del horror” se ajusta al trabajo de esta chica que con apenas unos cuantos materiales hace que el asco tanto de tripofóbicos como de dermatopatófobicos se dispare apenas éstos abran su Instagram, que no deja lugar para los respiros. Cada fotografía en ese perfil precede a una peor, llena de cortadas, cicatrices y sangre chorreando hacia todos los rincones del cuerpo. Como si no existiera sensación más importante que el dolor.
Con cada fotografía, también vienen el deseo de nunca querer revelar las cosas que aterran a una persona; cosa que es totalmente compresible justo al momento de percatarse de que lo primero en cumplirse son los temores más profundos. Un simple dicho que pasó a ser una total verdad gracias a la habilidad de artistas que manipulan ciertos elementos para transportar a su público al punto más sensible de la mente.