Se habla de que debemos leer historia, recordar rostros, nombres y fechas para entender el presente; sin embargo, nos hemos enfocado y limitado a los libros, a textos académicos como única fuente para el recuerdo. En consecuencia, olvidamos leer fotografías, encuadres que reflejan de manera fiel el instante y hacen muestra de la realidad a través de un lente. Las fotografías de guerra de Chris Hondros reflejan eso.
Chris Hondros fue uno de los fotoperiodistas más aclamados de este siglo, pues logró documentar desde 1990 los conflictos bélicos desarrollados en Kosovo, Afganistán, Cisjordania, Palestina, Egipto, Libia, Irak y Liberia. Además de ser cómplice de las dificultades que los periodistas enfrentaron en el Medio Oriente.
El trabajo de Hondros atrapa la mirada y la mente de quien lo observa, dado que las escenas que capturó son arriesgadas y honestas, dejando ver los estragos de la guerra que obligan a replantearse el mundo. Así sostiene su propio argumento: “la fotografía de guerra no se puede hacer a lo lejos”.
El fotógrafo puso su cámara en el frente de batalla para encarar lo real, poner sobre un hilo la cotidianidad y, sobre todo, inmortalizar aquello que no puede ser olvidado. Él demostró que la guerra debe documentarse de primera mano, ya que su encuadre y sincronía con la historia es tal que los disparos de su cámara parecían coordinarse con los disparos de las armas.
Lo anterior lo consiguió con la técnica magistral y humana de no sólo limitarse a documentar la guerra, sino de adentrarse en la vida de quienes la atestiguan, en identificar la precariedad de su entorno y recordar la humanidad del conflicto. Es así como el fotógrafo fue un perfecto narrador y observador de lo que consideró “las historias más importantes de nuestro tiempo”. A su vez, se debe resaltar que el trabajo de Hondros no se limitó a mera pasión, pues también se enfocó en la importancia de contar la historia de personas involucradas en los campos de batalla. Él buscó que acontecimientos mundiales estuvieran a la luz de la sociedad, que de no ser capturados quedarían en el olvido.
Por otro lado, uno de los logros del estadounidense fue hacer llegar al ciudadano occidental imágenes e historias de peleas que se desconocían, así amplió el foco de atención internacional a través de una cámara. En el documental Hondros de Greg Campbell, se puede escuchar al reportero hablar sobre la responsabilidad de su profesión, al entender el poder de inmortalizar al instante: “Creo en la fotografía. Creo en el rol que los fotógrafos juegan en el sistema de los conflictos internacionales y en cómo resolver diferencias. Tenemos un rol que desempeñar. Y me gusta hacerlo”. (Hondros, 2017).
Su pacto con la historia fue tal, que regresó a Irak año con año después del final de la guerra para poner en gráfico la realidad de la nación. Lo mismo hizo con varios conflictos; regresaba periódicamente a encuadrar la vida después del caos bélico que se atestiguaba en algún momento. Al mismo tiempo, Chris se sentía frustrado de que, una vez pasado el escándalo mediático de una guerra, las organizaciones noticieras abandonaran la zona y perdieran interés en seguir las huellas de sangre. Chris creía que toda sociedad estaba ahí para atestiguar la devastación y no lo olvidaran.
Desafortunadamente, Chris Hondros murió disparando con la única arma que tenía: una cámara. En 2011 se encontraba documentando el conflicto en Libia y un bombardeo de las fuerzas de Gadafi en la ciudad de Misrata, culminó con la vida del reportero. Sin embargo, conservó sus ideales hasta ese momento, creyendo que las imágenes deben influir en la opinión pública, abrir las miradas y las mentes, servir como una forma de rebelión y presión que impulse a las personas y a los gobiernos a palpar realidades nunca antes vistas que lleven al cambio; pero principalmente, a no olvidar y hacer con la fotografía historias dignas de la observación y el recuerdo.
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*Todas las fotografías son propiedad de Chris Hondros/Getty Images
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