“Creo que lo que me empujó a estudiar fotografía fue su elemento social, porque siempre me ha intrigado, cuestionado y puesto en conflicto el tema de la humanidad y la identidad, especialmente acerca de cómo nos desciframos a través del símbolo y su significado”. Mara Sánchez-Renero, fotógrafa mexicana.
En las fotografías de esta artista mexicana, la fantasía y la imaginación son los lenguajes que construyen la identidad individual o colectiva, misma que se nutre de mitos e historias ficticias, pero tan creíbles, que terminan por explicar y narrar la realidad.
Su contacto con la cámara se alió con la curiosidad que le despierta la naturaleza humana, pues asegura que una de sus cualidades es la observación, misma que condujo el inicio de su carrera hacia una inclinación por el documental clásico. Aunque después se dirigió al lenguaje del diario intimo, al tratarse de un género documental pero que parte del espacio privado y personal. Sin embargo, al trabajar con esa estética se encontró con algunas frustraciones al darse cuenta de que se involucraba demasiado en las experiencias ajenas que retrataba, provocándole profundos cuestionamientos en torno a la objetividad y subjetividad de la fotografía.
Mara Sánchez-Renero se internó entonces en el debate que ha acompañado la historia de la fotografía: su cercanía con la realidad. “Atravesé una etapa en la que me “enojé” con el documental y comencé a realizar proyectos existenciales, íntimos y simbólicos. Reconocí que hay una parte mía llena de fantasía” afirma Mara, quien a la par descubrió que lo que más le gustaba de la fotografía era imaginarse aquello que quería capturar, junto con el proceso de investigar un tema para después construir imágenes ficticias partiendo del montaje de elementos reales.
Fotografía de la serie La Llorona.
Fotografía de la serie Iluikak.
“En mi trabajo suelo diseccionar la identidad y la convierto en símbolos. Me gusta tener el control de la foto para crear y construir algo nuevo”.
La fotografía puede ser tan libre como lo permite su cercanía con lo retratado, al respecto Mara afirma que mientras más alejas al sujeto de su contexto se vuelve más subjetiva la imagen. Comenta también que uno de los retos que ha enfrentado al trabajar en comunidades especificas -con sus propias costumbres e identidad colectiva- es que la historia que contará con su cámara no puede alejarse tanto de ellos al grado de inventar un discurso que resulte engañoso.
“Mi fotografía es una construcción sutil, me encanta que la ficción no lo acapara todo y deja que se manifieste un palpitar propio de los elementos. No todo es ficción porque el tema es la vida real, habló del imaginario a través de los habitantes de la realidad”.
Fotografía de la serie Iluikak.
Fotografía de la serie Iluikak.
La identidad es el motor de su búsqueda plástica, misma que documenta con distintas fuentes y referencias, como la historia de Josef Kyselak, uno de los primeros grafiteros de la historia que plasmó su nombre por toda la ciudad de Viena. Eso condujo a Mara hacia la pregunta sobre qué tanto -y de qué maneras- nuestra identidad necesita ser reconocida por otros para ser legitimada.
Para Mara, la identidad es un territorio presente desde el contexto humano, un conjunto de experiencias y la suma de todo lo que digerimos, absorbemos y nos apropiamos del exterior, además de aquellas concepciones heredadas con un legado profundo y antiguo, mismo que termina por influenciarnos desde tiempo atrás, como toda la información que recibimos y aprendemos a lo largo de nuestra vida, relatos que suelen estar cargados de misticismo y fantasía.
Fotografía de la serie Iluikak.
Fotografía de la serie La Llorona.
Parte de la belleza y la magia del lenguaje visual de Mara Sánchez- Renero se debe a que en sus imágenes hallamos metáforas de su imaginario personal, como los mitos que la han construido desde la infancia.
En la serie La llorona la exploración de Mara recae en su propia identidad, a partir del reencuentro con un personaje que habita dentro de su memoria. Mara comenta que durante su niñez en San Miguel de Allende, vivía asustada por la leyenda de aquella mujer vestida de blanco que recorría las calles iluminadas por la luna mientras se lamentaba con gritos desgarradores por la muerte de sus hijos. Mara comprendió entonces que los mitos son historias que unen a las comunidades porque a través de ellos se comparte algo tan íntimo como el miedo y dotan a la cotidianidad de una atmósfera de tensión.
En esta narrativa visual, Mara parece contar una leyenda cuya estructura recae en la “posibilidad” de que sea cierta, una historia con elementos que la vuelven creíble como resultado de la fusión entre realidad y ficción, misma que abre ante la mente una alternativa para creer y experimentar otras realidades.
Para la fotógrafa, esta leyenda es además una clara alusión a la historia de la mujer en la sociedad mexicana, relegada a un espacio de soledad.
Fotografía de la serie La Llorona.
Fotografía de la serie La Llorona.
Así, como si la imagen se tratase de un mito, Mara captura esas ficciones a las que recurrimos para abandonar la realidad en espacios convertidos en “Eutopía Lúcida”, título de uno de sus proyectos en desarrollo a la largo plazo.
En esta serie, Mara explora el espíritu humano a través de la arquitectura de la fantasía, escenarios recreativos en donde nos distraemos de la realidad para hallar experiencias efímeras. Ella describe esta serie como un umbral que retrata la barrera entre lo que imaginamos que somos y lo que nos gustaría ser. “Lo que cuestiono es la necesidad de alejarnos de nosotros y ser fantasía, en espacios utópicos que funcionan como un sedante frente al sufrimiento que habitamos. Porque solemos habitar una identidad que muchas veces duele y esas arquitecturas te contienen en un estado en el que te abandonas para ser otra persona y vivir otras experiencias” afirma la autora.
Mara establece también una distinción entre el ser-identidad y el ser-imaginario, construido por elementos que no son rígidos como los estereotipos que responden a una fantasía de control, sino que por el contrario se trata del ser de expresión libre y potencial creativo.
“Por un lado, para mí el ser-imaginario se representa por la luz con la que pinta y dibuja una cámara, pero también al fotografiar un espacio y situar los elementos en una hora determinada que lo convierten en una ficción y puerta a lo imaginario”.
Fotografía de la serie Eutopía Lúcida.
Fotografía de la serie Eutopía Lúcida.
Actualmente desarrolla el proyecto fotográfico Iluikak, un registro fotográfico de la Sierra de Zongolica que consiste en aislar a sus habitantes de su contexto cotidiano para mostrarlos en el espacio de su imaginario, de su haber mítico.
iluikak es el término náhuatl para referirse a “en el cielo”, pues Zongolica se distingue por su cercanía con las alturas y un clima que transita entre los extremos del frío y el calor, esto convierte a las nubes en parte esencial de su imaginario.
Esta búsqueda es un paso más en el interés de Sánchez-Renero por alejarse del retrato antropológico convencional para hablar de las conexiones que existen entre el humano y su territorio, así como sus costumbres y creencias materializadas en objetos cotidianos o elementos naturales como las nubes. Esta serie es una construcción de la identidad mística que se palpita en el ser humano, en una comunidad indígena de Veracruz donde prevalecen las tradiciones ancestrales con un consciencia holística de la existencia.
Fotografía de la serie Iluikak.
Fotografía de la serie Iluikak.
Así, la obra de Mara Sánchez- Renero transita desde la íntima exploración de la memoria y los espacios comunes de la ficción, hasta la construcción de una identidad colectiva estrechamente ligada con la cosmovisión y el imaginario místico.
“Pienso que existe una prostitución en torno a la imagen que afecta, hoy en día, aspectos de la identidad. Por eso una de las cosas importantes para mí cuando hablamos del imaginario, temas sociales y de la identidad de otras personas es que en mi acercamiento lo principal es valorar mucho aquello que estoy fotografiando. Me interesa lograr que la persona que participa se sienta cómoda y se reconozca también como creadora, protagonista de esa imagen en construcción”.
Cuando Mara toma su cámara y retrata a un “otro”, le permite exteriorizar a su ser-imaginario a partir de la imagen, aquél entonces deja de ser por instantes su ser-identidad para transformarse en un personaje tan simbólico como posible. Y la autora concluye: “si tuviéramos que descifrar nuestra identidad lo que obtendríamos serían significados, objetos y actividades, eso es lo que retrato al mostrarla en algo palpable como lo es la fotografía”.
Fotografía de la serie Iluikak.
Fotografía de la serie Iluikak.
Conoce más de la obra de Mara Sánchez-Renero en su sitio web marasanchezrenero.com y su cuenta de Instagram @mpapalotl.
Fotografía de la serie Iluikak.
Fotografía de la serie Iluikak.
Fotografía de la serie Iluikak.
Fotografía de la serie El Cimarrón y su Fandango.
Fotografía de la serie La Llorona.
Fotografía de la serie La Llorona.
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