Las referencias en el arte son fundamentales. Nos permiten rastrear las influencias y gustos de determinados artistas e incluso comprender su visión del mundo. En ocasiones, la referencia puede confundirse con el plagio o con el homenaje, trasciende disciplinas y sin duda se expresa a través de distintas técnicas artísticas.
Este es el caso de las fotografías de Tim Walker, un fotógrafo de moda inglés que ha conquistado a muchos lectores de revistas como Vogue, así como con sus proyectos artísticos. Uno de los más polémicos es The Garden of Earthly Delights —El jardín de las delicias, en español—, que lleva el mismo nombre que la obra de arte que lo inspira.
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El Jardín de las delicias de Jheronimus Bosch
Esta pintura goza de renombre mundial por su gran simbolismo. La obra se divide en tres paneles que forman un tríptico que puede cerrarse, mostrando otra obra, La creación del mundo: es esta esfera en el frente de la pintura uno de los elementos que Walker recuperará y explotará a lo largo de su fotografía.
Cuando el tríptico está abierto, cada porción representa tres momentos que han sido interpretados como el paraíso, la lujuria y el infierno. Es precisamente la segunda, ubicada en el tablón central, el motivo que inspira esta serie de Walker. Los humanos pintados han sucumbido al pecado y descubierto los placeres carnales. El desnudo es característico, así como la representación de actividades de índole sexual. La presencia de las frutas de gran tamaño tiene una carga simbólica del placer efímero, al tiempo que ciertos animales hacen lo propio.
El tercer panel representa el infierno y toda la decadencia humana, que ha sido consumida por los pecados. Hay representaciones tanto del diablo como los castigos de éste, y sin duda se trata de la porción más oscura de toda la pintura, dada la noche y los incendios en la parte superior de la obra.
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La reinterpretación de Walker
El proyecto comenzó en el 2015, después de que Nicola Erni, una coleccionista de arte, comisionó a Walker para que creara una serie fotográfica con el tema que él quisiera. Esto derivó en que el fotógrafo decidiera tomar su obsesión con el Jardín de las Delicias e hiciera su propia versión de éste.
Para lograr las fotografías, Walker contó con la ayuda de Shona Heath, diseñadora del set, que después colaboró para que la obra fuera expuesta en el museo de Noordbrabants, en los Países Bajos. La exposición se caracterizó por mostrar las fotografías a gran formato, que no sólo requirieron gran tecnología para imprimirlas en un lienzo tan grande, sino del retoque a mano.
En estas fotografías es posible encontrar algunos de los elementos de la pintura original explotados al máximo, entre ellos están la burbuja con las venas que encierra a un hombre y una mujer, los frutos, la vid, las serpientes y el búho, las orejas y los espejos que representan la soberbia que la vanidad conlleva. Estos elementos que pueden resultar surrealistas se entremezclan con las prendas de la colección de otoño de Valentino del 2015, incorporando de una forma sumamente sutil la experiencia de Walker en la moda.
Las fotografías logran un efecto parecido al del Jardín del Bosco, ambas obras recrean la representación del pecado en sus diferentes formas, la lujuria, la avaricia y la soberbia. Mantienen un tono erótico, la característica desnudez de los personajes del Bosco, así como su androginia, en combinación con los colores predominantes del cuadro. Así vemos fotografías con un filtro que tiñe la piel de los modelos de una tonalidad verdosa, que se yuxtapone a otras imágenes en las que se emula la oscuridad del tercer panel del Jardín o la luminosidad de los primeros dos —en los que la paleta de colores tiende hacia los blancos y rosas—.
De este modo, el trabajo de Walker resulta tan explícito que a momentos no es necesario conocer el nombre la serie fotográfica para saber que se ha inspirado en la pintura del Jardín de las Delicias; sin embargo, la fotografía tiene suficiente personalidad y un estilo que se sostiene por sí sola sin el referente del Bosco.
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