Cualquier descripción parecería equivoca o mínima al intentar descifrar los trazos geométricos de Wassily Vasílievich Kandinsky. Mejor conocido como Kandinsky, nació en Moscú en 1866 al sur de Neuilly. Pintor que se nacionalizó alemán y, posteriormente, francés, es considerado el precursor de la abstracción lírica.
Sus obras son una gran manifestación de la subsistencia de una realidad que es paralela a lo tangible. Realidad o refugio esencial para todo ser pensante. Kandinsky revolucionó la interpretación colorimétrica no desde la idea regida del espectro del color, sino por la constante necesidad de satisfacer las respuestas providentes del alma.
A los treinta años, Kandisnky se adentró en la disciplina de la pintura, abandonó la docencia para estudiar la técnica en Munich. Sus primeras pinturas tuvieron la influencia del postimpresionismo, el fauvismo y el Jugendstil alemán.
Entre los años 1908 y 1910, Kandinsky se percató que la belleza de sus obras residía en la riqueza cromática y la simplificación formal. Combinó la libertad matizada de los fauvistas con la exhibición del impulso vivencial del artista propuesto por los expresionistas alemanes. Tendencia teñida de lirismo, espiritualidad y una profunda fascinación por la naturaleza y sus formas.
Entre 1910 y 1914, pintó numerosas obras que agrupó en tres categorías: las impresiones, inspiradas en la naturaleza; las improvisaciones, expresión de emociones interiores, y las composiciones, que aunaban lo intuitivo con el más exigente rigor compositivo.
Kandisnky apunta con su arte y penetra en la córnea para adentrarse en los más recónditos resortes racionales; abre la puerta a mundos fantásticos, cuyas experiencias están determinadas por la excitación de sensaciones. Toma de la existencia misma el derrame de colores, sinfonías e historias para dar origen a un lenguaje impalpable que hace vibrar emociones nunca antes tocadas. Es el lirismo un estallido de fiesta, fuerza, odio y lucha. Es un escenario lleno de posibilidades.
La geometría, que fuera el medio con el que el pintor construyera elementos infinitos, deja ver el ímpetu caótico que sorprende con su belleza y perfección. Arte que inquieta a cualquier cuerpo que logre extraviarse en ese dulce viento atascado de colores y galanes trazos.
“El color es, en general, un medio para ejercer una influencia directa sobre el alma.
El ojo es el martillo templador.
El alma es un piano con muchas cuerdas.
El artista es la mano que, mediante una tecla determinada, hace vibrar el alma humana”. -Kandinsky