Antes de que el punk viera su nacimiento en el Reino Unido con los Sex pistols, de un grupo radical surgió una generación de inconformes, rebeldes, misfits y, eventualmente, criminales. Aunque las vanguardias más conocidas ya habían muerto hace muchos años, a finales de los sesenta los situacionistas continuaban activos en Reino Unido. La vanguardia situacionista se caracterizaba por crear situaciones que elevaran la vida a arte; estas situaciones debían cambiar la perspectiva del hombre y ayudarlo a liberarse de la alienación y cotidianidad en la que estaba sumergido desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Fue de esta vanguardia de la que nació King Mob, un grupo de radicales expulsados del situacionismo quienes no veían la creación de simulacros como algo efectivo; sin embargo, en la provocación, la rebeldía y la revolución, encontraron la semilla que germinaría a una nueva sociedad.
Cuando Charles Radcliffe y Christopher Gray fueron expulsados del situacionismo, se contactaron con David Wise y Anne Ryder, quienes también compartían sus ideales y juntos crearon: King Mob. El nombre lo tomaron de las revueltas anticatólicas de 1780, en las que los rebeldes destruyeron la prisión de Newgate y escribieron en sus ruinas “His Majesty King Mob” siendo ahora ellos, la iracunda chusma enfurecida, quien reinaba el país.
Movimientos como la comuna de París fueron su ideal. “Las comunas quemaron el Louvre. El acto artístico más radical del siglo XIX”.
El barrio en el que se encontraba su centro de operaciones carecía de espacios para niños y el único parque en el lugar era propiedad privada. En su acto primigenio, King Mob decidió que uno de los radicales, enmascarado como gorila, saltara sobre la valla, y junto con otros dos miembros, que usaban un disfraz de caballo de circo, comenzaron a intentar derribarla; poco a poco la gente del barrio entró en acción y lograron forzar su entrada al parque.
Eran estas las respuestas que buscaban en la sociedad inglesa de la época: despertar, en una sociedad dormida, el derecho a la vida, no a subsistir de un trabajo aburrido que consume su energía y creatividad, sino a obligarse a crear el Estado que se merecen: uno sin Gran Guerra, con libertad y sin problemas económicos. La gente se había vuelto un dócil cachorro obediente que utilizaba las supuestas armas revolucionarias (el arte y la literatura) no como una de éstas, sino como un medio de escape a sus vacías vidas. King Mob se convirtió en el enemigo número uno de la autoridad no porque buscaran la anarquía, sino porque su mensaje estaba impactando.
La diferencia entre King Mob y los criminales comunes era el bagaje cultural del que gozaban sus integrantes. Con Marx, Hegel, Lukács y Debord bajo sus brazos, sus actos vandálicos estaban sustentados bajo la teoría de grandes intelectuales, y así, como las obras de arte contemporáneo que carecen de técnica pero se apoyan en una gran discurso teórico y filosófico, King Mob le daba sentido a su parafernalia destructiva.
En su revista King Mob Echo glorificaban a figuras como Jack el Destripador, y celebraban el intento de asesinato de Andy Warhol, quien usaba el arte de la manera que ellos más odiaban: como una forma de entrar en el selecto grupo de burgueses adinerados.
Hicieron una lista con futuras víctimas que incluían a Yoko Ono, Bob Dylan y Mick Jagger. Desafiaban a los estudiantes de las escuelas de arte, a quienes criticaban por su rendición ante el sistema y por haberse dejado domar por el Instituto de Arte Contemporáneo.
La misma cosa todos los días – Metro – Trabajar – Comer -Trabajar – Metro – Sillón – Televisión – Dormir – Metro – Trabajar – ¿Cuánto más puedes aguantar? – Uno de cada diez enloquece – Uno de cada cinco sufre un ataque de nervios.
Poco a poco las acciones rebeldes y las acciones criminales tomaron un tono aún más violento, y de ser considerados “terroristas culturales” pasaron a ser “terroristas políticos”. La elaboración de bombas comenzó a ser habitual entre King Mob y sus objetivos eran claros: instituciones culturales y políticas debían ser destruidas para acabar con la sociedad, no buscaban transformarla, querían comenzar de cero en una utopía del siglo XX en la que reinara el hedonismo y el autogobierno.
Usaron en su discurso el abuso que sufrían las víctimas de Vietnam; los ingleses de King Mob se hacían pasar por víctimas de su entorno, pues manifestaban no ser mutilados físicamente, pero el efecto alienante de la sociedad en la que vivían los mutilaba espiritualmente. Sus comunicados reflejaban un sentimiento de hermandad con los desprotegidos y olvidados, culpando al gobierno de todo lo malo que sucedía en sus vidas, exaltando la violencia como única forma de cambio y única manera de sentirse vivos.
Fue entonces cuando el mismo efecto que terminó con el ideal hippie hizo sucumbir a King Mob, el mercantilismo y la publicidad vieron en el movimiento algo digno de explotación monetaria, sus ideales y su desencanto por la sociedad fueron un arma de doble filo, uno de estos se utilizó para abrir tiendas de moda con la ropa que solían usar los inconformes; la contracultura se vio nuevamente en manos del establishment y fue entonces cuando uno de los grupos más importantes del siglo XX tuvo un gran éxito comercial aun usando estas palabras:
“I am an anti-Christ
I am an anarchist, don’t know what I want but I know how to get it.
I wanna destroy the passerby” .
The sex pistols vio nacer el punk pero vio morir uno de los últimos movimientos vanguardistas que buscaban salir verdaderamente del sistema y crear una identidad propia.
