Al menos en Japón nunca lo serán, porque a pesar de que tiene una industria llena de hentai y arte erótico, es uno de los países con más pornografía en el mundo y que sus ciudadanos buscan a toda costa satisfacer sus reprimidos deseos sexuales, para el gobierno japonés es imposible considerar que una mujer enseñe sus genitales al público… esas cosas obscenas que cubrimos entre ropa, pudor y miedo.
Ni siquiera se trata de mostrar unos genitales reales sino un molde de ellos; entonces el gobierno reprime, detiene, confisca y desestima que cualquier vagina, vulva o trompa pueda tener cabida en el espacio artístico de ese país. Megumi Igarashi, conocida como Rokudenashiko (chica buena para nada traducido literalmente) estaba determinada a ser una artista pop relevante con un discurso no banal como la mayoría de quienes se unen a este género.
En cambio, Rokudenashiko decidió incrementar el conocimiento general de las vulvas para que así, una sociedad llena de estereotipos y prejuicios por fin supiera que el arte feminista también podría ser amigable y lindo. Sin embargo, en abril la mayoría de su trabajo fue confiscado por la policía y ella pasó en prisión algunos meses.
Entre sus obras se encontraban un candelabro con su vulva expuesta, pequeñas ciudades montadas en un piso agrietado por la forma natural de una vagina y un traje rosa coronado con un “tercer ojo” que en realidad era una vagina feliz con su respectivo clítoris. Hasta ese momento, no existía ningún problema; de hecho, muy pocas personas conocían su obra. Entonces, un proyecto causó revuelo tanto en su vida como en el rumbo político y artístico que tomaría su trabajo.
Después de ser subestimada por la crítica, Rokudenashiko consideró que el motivo de tal fenómeno era el tamaño de sus obras (mismas dimensiones de una vagina), así que pensó en hacer algo de mayor tamaño: escaneó su vagina para hacer un kayak con ella, pidió fondos a través de Internet para realizar el molde en 3D y en agradecimiento a todos los que contribuyeron, hizo que el molde de su vagina –o manko, como se dice en Japón– fuera de dominio público.
La policía la culpó de obscenidad y de distribuir datos con material obsceno. El primer cargo fue desestimado pero tuvo que pagar una multa de 3 mil 700 dólares por el segundo para salir de prisión. La artista aún permanece en la lucha para intentar que el gobierno cambie su fallo y de una vez por todas, la considere inocente.
Lejos de rendirse, realizó un cómic con la historia que vivió con la policía, sin embargo, nuevamente la detuvieron sin ningún fundamento.
¿Por qué las mujeres no pueden mostrar o siquiera decir en voz alta la palabra “vagina”?
Eso es lo que intenta responder con su trabajo; mismo que sacude las buenas conciencias, descubre el feminismo y hace que las vaginas sean libres para romper los estigmas. En Japón no sólo los anuncios televisivos son extremadamente sexuales, también existe un festival al “Falo metálico” que, con motivo de una celebración al pene y la fertilidad, enaltece la forma, la figura y personas de todas las clases sociales se reúnen para comer, bailar y cantar junto a los genitales masculinos.
Según la Corte japonesa, obsceno es todo aquello que te excita. Así, una reacción inesperada e incontrolable, podría llevarte a la calle según esta ley, tal como un gobierno fascista o aquella dictadura que pareciera que se abolió hace años.
A pesar de que muchas otras mujeres hacen arte feminista y muestran su vagina para hacer una crítica social contundente a los estereotipos, esas mujeres que parecerían
buenas compañeras y grupos artísticos tampoco aceptan el trabajo de Rokudenashiko, quien no tiene educación artística –tal como el gran Basquiat o Tarantino– ni las credenciales necesarias de universidades prestigiosas. Le han dicho que no es una verdadera artista feminista, ni siquiera una feminista real, pero ella se empeña en demostrar que su trabajo es valioso.
Aunque la Corte en Japón y otros artistas no la toman en serio, es probable que el trabajo de esta mujer se convertirá en un referente para las generaciones como ahora lo son Carolee Schneemann o Yoko Ono.
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Referencia: Broadly