Se ha conquistado la tierra y el mar, pero el cielo tiene rincones sin descubrir, o al menos esto es lo que cree el argentino Tomás Saraceno, quien explora con la curiosidad artística los espacios del cielo sin hallanar. A partir del modelo de la pirámide de cuatro lados diseñada por el inventor Alexander Graham Bell, Saraceno construyó su propio cometa tetraedro para liberarlo en el firmamento y con ello indagar el espacio entre la tierra y el cielo, como una forma de dar continuidad a los descubrimientos de Graham Bell en el campo de la aviación para examinar el futuro de la arquitectura para volar.
Solar Bell (Campana Solar) es el nombre de la más reciente escultura del artista Tomás Saraceno, construida a partir de tubos de fibra de carbono ligero y paneles solares flexibles finos como el papel para que pudieran levantarse con el aire. Para optimizar el diseño, hecho con tecnologías de energía sostenible y materiales ligeros, el artista y su equipo colaboraron con la Facultad de Ingeniería Aeroespacial de la Universidad Técnica de Delft (Países Bajos), quienes perfeccionaron la pieza para transformarla en una escultura totalmente accionada por el viento, lo que a la vista resulta un cometa flotante.
Con Solar Bell, Saraceno explora el sueño que el hombre ha perseguido desde el inicio de los tiempos: volar, pues la obra, además de elevarse, se mantiene sobre el viento, y antecede sus futuros proyectos de la construcción de una arena flotante y una torre de observación sobre el aire. Para esta escultura eólica, Saraceno controló el peso de cada una de las cuatro paredes que la conforman para con ello calcular el nivel de elevación que podría alcanzar su campana y explorar el concepto de levitación y la relación que se gesta entre el viento y el propio sonido.
Solar Bell se presentó al público en Maasvlakte 2, en Rotterdam, durante tres fines de semana en agosto pasado.
El artista y arquitecto argentino es conocido por realizar instalaciones inflables, modulables, móviles e incluyentes, en las que, si el público no participa, éstas no tienen razón de ser, pues lo que Saraceno busca es que los asistentes experimenten sensaciones poco comunes, pero en conjunto.
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